AY, LOS ENTRENADORES.

16 marzo 2025 9:57 pm
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José A Soto

Tienes que esperar cosas de ti mismo antes de poder hacerlas.” – Michael Jordan

El fútbol de alto rendimiento exige un equilibrio entre la dirección técnica y la autonomía de los jugadores. Sin embargo, cuando los entrenadores ejercen un control excesivo sobre sus futbolistas y equipos, pueden generar efectos negativos que afectan el rendimiento individual y colectivo.

La constante indicación táctica y corrección por parte del entrenador puede inhibir la capacidad de los jugadores para tomar decisiones en el campo. En situaciones de alta presión, los futbolistas que dependen excesivamente de las instrucciones del técnico pueden mostrar indecisión y falta de creatividad.

Los jugadores necesitan desarrollar confianza en sus habilidades y decisiones. Si el entrenador corrige constantemente cada acción, los futbolistas pueden dudar de sí mismos y jugar con miedo a cometer errores, lo que reduce su rendimiento y capacidad de reacción ante imprevistos.

El fútbol es un deporte dinámico donde la creatividad y la improvisación pueden marcar la diferencia. Un entrenador que restringe demasiado la libertad de sus jugadores puede frenar su capacidad para encontrar soluciones espontáneas y tomar riesgos calculados, limitando así el potencial ofensivo del equipo.

Un control excesivo puede generar un estrés innecesario en los jugadores, ya que se sienten constantemente vigilados y evaluados. Esto puede traducirse en ansiedad, frustración y pérdida de motivación, afectando tanto su rendimiento deportivo como su bienestar emocional.

Los equipos que están demasiado condicionados por la presencia y dirección del entrenador pueden volverse dependientes de sus indicaciones, lo que genera dificultades cuando deben resolver problemas por sí mismos dentro del campo, especialmente en momentos críticos del partido.

Si un equipo está habituado a recibir instrucciones constantes y detalladas, puede enfrentar problemas cuando las circunstancias del juego cambian abruptamente. En situaciones como partidos ante rivales con esquemas tácticos imprevistos, los jugadores pueden carecer de la autonomía necesaria para ajustarse de manera efectiva.

Una relación basada en el control absoluto y la falta de confianza en los jugadores puede generar tensiones y disminuir la comunicación efectiva. Los futbolistas pueden percibir al entrenador como un obstáculo en lugar de un guía, afectando la cohesión y el ambiente en el vestuario.

En las categorías formativas, una interferencia excesiva puede perjudicar el desarrollo de la inteligencia táctica y la autonomía de los jóvenes talentos. Si desde temprana edad se les priva de la oportunidad de tomar decisiones por sí mismos, su evolución como futbolistas puede verse afectada a largo plazo.

Para alcanzar el máximo rendimiento en el fútbol profesional, en muchos otras actividades los entrenadores o directores, deben encontrar un balance entre el direccionamiento y la autonomía de los dirijidos. Fomentar la toma de decisiones, la creatividad y la confianza es clave para construir equipos sólidos y resilientes. Un liderazgo basado en la orientación estratégica y el empoderamiento de los futbolistas será siempre más efectivo que una dirección basada en el control absoluto.

El exceso de instrucciones transmite falta de confianza.

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