Álvaro Pedraza Osorio
Llega el momento que no podemos postergar escribir algo que hemos pensado durante mucho tiempo; se nos acaban las disculpas y justificaciones. Durante muchos años consideré que la ética era un asunto de gran importancia, que trasciende la moral, vista como la simple observancia de reglas impuestas por la sociedad. Sin embargo, no podemos decir, de manera absoluta, que la conducta ética va a ser superior que la moral, simplemente por ser producto de la autonomía o de la autenticidad de la conciencia individual.
La moral, con su observancia acrítica de las normas y convenciones; no es superior tampoco a la ética orientada a potenciar y reivindicar la autónoma y la autenticidad individual. En un primer momento parece que, “ética” y “moral” vendrían a ser sinónimos, pues ambas se refieren al estudio de las costumbres. Para no extender disertaciones digamos inicialmente que la moral es la forma en que actuamos, el comportamiento, el hábito, hace alusión a la esfera de la observancia de reglas impuestas por la sociedad. La ética por su parte, tiene que ver más con la teoría y la moral, con la práctica.
Un buen punto de partida, para hablar de una aproximación a los valores necesarios para incorporar una ética cívica ciudadana en la ciudad de Armenia, que sirva de orientación para la convivencia y la realización personal, es la etimología, palabra que es definida por la RAE como: “Origen de las palabras, razón de su existencia, de su significación”, además es la “Especialidad lingüística que estudia el origen de las palabras”.
La palabra “ética” proviene del griego, y puede tener dos distintas etimologías, que son complementarias. Una primera etimología está relacionada con un concepto del griego que significa “hábito”, “costumbre”, “estar acostumbrado”, como cuando Aristóteles afirma en la Ética nicomaquea: “Algunos creen que los hombres llegan a ser buenos por naturaleza, otros por el hábito”. Una segunda etimología del término “ética” lo haría provenir de êthos) que significa “carácter”, y que Aristóteles, como dije, vincula, hábito o costumbre. La vinculación de estos dos términos es clara dentro de la ética aristotélica: el carácter se forma a través del hábito o la costumbre. Por ejemplo, es a través de la repetición de acciones virtuosas que éstas se vuelven un hábito y se forma el carácter.
Con el tiempo uno va entendiendo que el capitalismo privilegia sus propios valores en detrimento de la solidaridad y la justicia social. No olvidemos que el capitalismo es un sistema social y dinámica económica, de riqueza y poder que influencia, construye y modifica constantemente, la vida en todo el planeta. Se privilegia siempre la iniciativa y el lucro individual por encima de cualquier beneficio colectivo y sostenibilidad ambiental. La riqueza no se redistribuye por generación espontánea; la inequidad se perpetua y amplia como lo demuestra la historia económica de la humanidad.
En resumen, etimológicamente, “ética” querría decir, desde sus dos posibles etimologías, “carácter”, “morada” o “costumbre”. Por otro lado, “moral” significaría “costumbre”, pero habría también un sentido en el que significaría “carácter”. En otras palabras, etimológicamente los dos términos no difieren mucho uno del otro, tienen significados muy semejantes. No parece haber habido un sentido diferenciado de los términos “ética” y “moral” en el mundo clásico (de hecho, los griegos poseían sólo el término “ética”). Actualmente, se acepta una distinción entre ambos conceptos: mientras que “ética” suele referirse a la disciplina filosófica que estudia las costumbres, “moral” por su parte, pasó a referirse al objeto de estudio de la ética, más que al estudio mismo, es decir, pasó a usarse más con respecto a las costumbres y a las reglas y valores que las rigen.
Considero que hay una media proporcional entre las actuaciones morales y las reflexiones éticas; que la búsqueda de autenticidad no riñe con el respeto a algunas convenciones sociales necesarias para la convivencia en sociedad. Con el tiempo uno entiende que se hace imperativo compartir unos valores específicos y concretos que guíen nuestro actuar y que es posible encontrar en nuestra historia reciente esos valores y principios que podemos considerar legado y patrimonio de la humanidad.
En un próximo artículo hablaremos de la evolución histórica del concepto de cultura ciudadana, en Colombia y el mundo, así como de los autores y marco legal.
Álvaro Pedraza Osorio (filósofo)