Todo próximo gobierno será peor, dice la calle.
La coca no es la mata que mata, dice el poeta Petro. Siembra «baby”, siembra. No siembres arroz porque nuestro gobierno subsidia cocaleros no arroceros. El arroz engorda y la coca es legal, es el mensaje.
Con las reformas políticas el presidente Petro perdió donde los demás partidos fracasaron. No es legítima la justificación de convocar a una consulta porque el economista Petro es la cabeza de un gobierno disfuncional. Sin mayorías legislativas y con modales irritantes el jefe de Estado terminó bloqueado. No tiene posibilidades de desvare porque se le acabó el tiempo. Ni coronando la consulta le alcanza. En junio se acaba la legislatura y la historia dice que en el último año el ausentismo parlamentario es la nota predominante. Todos se van para sus regiones a buscar la reelección y votos para el candidato presidencial de sus preferencias. Siempre consideró que su hoja de ruta era someter al legislador olvidando que senadores y representantes fueron elegidos por la misma gente que votó por él.
Primero debió acudir a una consulta médica para conocer su salud mental. Pedir que le bajen sus altos niveles de megalomanía y le den una pequeña dosis de humildad. Cuando alguien es tan poderoso y todo le sale mal es porque algo está fallando.
Poner a la registraduría a organizar una consulta cuando está preparando las elecciones parlamentarias y presidenciales, sin dinero, es un trabajo exagerado.
Los presidentes ya no son un libro abierto. Son su página de Internet.
Cuentan los libros que en 1958 los partidos liberal y conservador se pusieron de acuerdo para repartirse el poder y el país cada 48 meses. Hoy va usted, dentro de cuatro años nosotros, y así sucesivamente nos alternamos esta rica y bonita finca llamada Colombia. Los firmantes del acuerdo argumentaron que se trataba de acabar con la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. Por lo visto, los malos tiempos para la democracia han empeorado.
Al lado de Odebrecht y » Papá Pitufo» hay un presidente cuadrando caja. Demuestra la historia que la pruebita les quedó gustando y por eso están dedicados a repetir el experimento.
Hasta 1958 en Colombia solo había conservadores y liberales. Los comunistas eran de países muy lejanos y como no existía Internet, pensaban que esa moda no llegaría a estos contornos.
En nuestro país se acabaron los liberales y los conservadores. Hoy la mayoría es izquierda o derecha. Nos cambiaron el nombre sin llevarnos al notario. Rediseñaron el sistema para que gane un derecho o un izquierdo. Liberales y conservadores son enanos del circo, muy bien pagados.
Por medio de las elecciones le han quitado a la gente su poder de decisión. A través del voto crearon una camisa de fuerza y los candidatos contratistas obligan a votar por el uno o por el otro.
Cepeda, actual presidente del Congreso, es objeto de protección especial porque son pocos los que existen de su especie. Lo mismo sucede con Gaviria, jefe del partido liberal. No sale de su casa museo en el norte de Bogotá porque tiene la obligación de someterse a pruebas de ADN, para que no lo vayan a clonar por equivocación.
En el centro está Fajardo, un señor que montó un negocio grande con un partido chiquito para vivir de la millonaria reposición de votos.
Después de la primera vuelta estos tres muñecos adhieren a cualquiera de los dos bandos y abren las puertas para mantener sus partidos de garaje donde puedan estacionar sus valiosas consignaciones. Públicamente dicen que no hacen acuerdos con «corruptos» y debajo de la mesa firman los contratos.
Siguiendo con la historia, se dice, grosso modo, que liberales y conservadores terminaron amándose y odiándose. Pero entre tanta calentura tuvieron un hijo llamado comunista, parido en Benidorm, España, donde habían firmado el concubinato por allá en 1956. Luego, germinó el descontento en Colombia para dar nacimiento a las Farc, ELN y M19.
Cambiaron de nombre, pero no de mañas y vicios. Viejos magos, mismos trucos.
Estamos en el país de la desesperanza y la gente pidiendo cédula para ir a votar. Con el cuento de defender la democracia nos tienen tramados. Para los políticos la democracia es un botín y para el pueblo su balón de oxígeno. Los candidatos siempre dicen que los motiva la vocación de servicio a la comunidad.
Los presidentes inician su periodo secuestrado por los contratistas que los patrocinan. Empresarios, traquetos, contrabandistas y contratistas financian a los izquierdos y derechos para presumir de demócratas y respetar el principio de igualdad. Especialmente, para que no los investiguen por sus patrocinios obscenos y contratos pecaminosos.
Sin dinero no se puede hacer política. Ahí está la magia y la mafia.
A hoy no vemos que izquierdos o derechos se lleven ventaja. Fajardo, Cepeda y Gaviria escuchan ofertas. El 24 de julio de 2026, esa Colombia boba cumplirá 70 años. Las velitas las soplaremos el 31 de mayo del próximo año en las urnas eligiendo al que nos va a robar.