Samaria Márquez Jaramillo
Leer y escribir no son estereotipos que hagan pensar en seres solitarios imposibilitados de dosificar la toxicidad de su empeño en cambiar lo que les rodea, mientras las cuentas de cobro se amontonan en su mesa de trabajo y pisotean sueños blancos de escritores en ciernes… Yo también tuve ingenuidad y cometí textos “ficcionales” donde quedaba pintada tan parecida que “estaba que hablaba…” Y tuve miedo de tantos otros… Hasta que leí de Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. También me echaron el cuento de las musas seguido del siguiente veredicto: “Si no estas inspirada por las divinidades abstractas del Parnaso, tu ejercicio creativo será infértil”. Hoy, aprovechando la hospitalidad de Miguel Ángel Rojas promulgo una ¡noticias de última hora!: Las musas no existen. Son un invento de los griegos. Un invento muy bonito, pero al final invento. La creatividad es una cualidad natural de nuestra especie, no depende del capricho de unos seres imaginarios. Lo que es innegable es que los libros contienen la sabiduría de hombres y mujeres que han hecho viajes dentro y fuera de sí mismos y se han corregido en el camino. Además, la ficción les permitió sumergirse, acorazados, en el devenir humano. ¿Cuáles son sus deseos? ¿Cuáles son sus miedos? ¿Cómo se enfrentan a las grandes preguntas de la vida? Las obras de ficción les permitieron visitar la mente de otra persona y ver el mundo desde perspectiva ajena.Como dice el proverbio popular: “Si quieres entender a alguien, camina un kilómetro en sus zapatos”. Conocer profundamente a los buenos personajes de la literatura permitirá mirar al prójimo con más empatía y compasión, porque se habrá visto destellos de él o ella en las páginas de una obra literaria. Juan sin miedo fue uno de mis personajes preferido cuando aprendí a leer y sentía ramalazos de terror. Hace poco reencontré el cuento de Juan sin miedo y pensé: ¡qué afortunada soy desde que dejé de sentir miedo!
También en algún momento de mi vida vi la película Con M de muerte, uno de los films menos conocidos de la época de esplendor de Hitchcock y ya sentada al borde de la cama, la luz encendida y la puerta cerrada, evoqué mi terror infantil cuando recorría los renglones de Juan sin miedo, quien se enfrentó a soldados, fantasmas y otras situaciones que me hacía temblar el labio inferior, antes de decidirme por los lápices de colores con los que luego pinté mi vida.
Pasarón los años y también transcurrieron por mi mente infinidad de novelas en las que mata el encierro, mata el sedentarismo, mata el tabaco, mata el alcohol, mata el aburrimiento, mata salir, mata el virus, nos matan dentro y fuera de las cuatro paredes. Mata pensarnos cobardes. Mata ser valiente e imprudente. Vivir mata. Así que envalentonada por personajes de ficción me hice preguntas de doble filo, luego me deshice de cartas viejas y tomé la decisión de releer aquellas narrativas que me enseñen a reconocer que fueron intentos fallidos mi afán de extraer de la realidad, formas para resolver la vida mientras que estaba bien claro, escrito y leído que la vida no necesita ser resuelta.
Entonces, la lectura y la escritura me impregnaron de experiencias de vida tales como vicisitudes de los sueños, periplos del amor, el actuar depredador del ser humano contra el ser humano, la soledad, la decepción, la incomprensión, la desilusión, las esperanzas abortadas, los pueblos trasplantados, Caín en festín en las guerras. Leyendo dejé de pensar que todo lo mío sucedería un día después… Mientras nunca pude saber después de qué…

Juan Gabriel Vásquez Velandia es un escritor colombiano. Considerado uno de los novelistas latinoamericanos más importantes de su generación, se ha destacado como periodista y traductor. Hasta la fecha ha publicado siete novelas, dos volúmenes de cuentos y dos libros de ensayos. Nacimiento: 1 de enero de 1973 , Premio Alfaguara de Novela, Premio Literario Internacional IMPAC de Dublín