LA GUACA/ Una cachucha para el Nuncio

2 marzo 2025 8:08 pm

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El Consejo Diocesano de Laicos en el Quindío estuvo muy activo con motivo de la visita al departamento del Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Paolo Rudelli. En el acto de entrega oficial de la oficina para el Consejo Diocesano de Laicos, uno de los laicos, Orlando Beltrán, hizo entrega al Nuncio de la cachucha oficial de los laicos en el Quindío. “Esta es una de las prendas de nuestra identidad”, le dijo Beltrán al Nuncio, que recibió la ‘gorra’, pero no se la puso. Ah, claro, se tomó la foto con ella, con la cachucha en la mano y todos los asistentes al acto, pero no se quitó de su cabeza el solideo, el casquete de seda de color púrpura que lució durante la visita, el mismo que tenía el propio obispo de la Diócesis de Armenia monseñor Carlos Arturo Quintero Gómez. No se quitó el solideo, decimos, para ponerse la cachucha gris que le obsequiaron. Los cardenales y obispos, y, por ende, el Nuncio Apostólico, se quitan el solideo solo ante Dios, ante el Santísimo Sacramento y ante el Papa. El solideo de los sacerdotes cristianos tiene un simbolismo similar al de la kipá de los judíos en sus ceremonias. Algunos asistentes al acto de los laicos del Quindío se preguntaron ¿por qué monseñor Paolo Rudelli no se puso la cachucha que le dieron los fieles católicos de Armenia?, pues ahí está la respuesta, no se pueden quitar, así no más, el solideo que usan para sus ceremonias oficiales. Puede que,en privado, en su cuarto, cuando se ponga el pijama, monseñor Rudelli tome la cachucha de los laicos del Quindío y se la ‘mida’, pero dudamos que algún día la luzca. 

El traspiés de las Tribulaciones de la memoria

El pasado 27 de febrero el notario tercero de Armenia Juan Carlos Ramírez Gómez presentó su libro Tribulaciones de la memoria, en un bonito y concurrido acto que tuvo lugar en el auditorio del Museo del Oro Quimbaya en Armenia. Todo salió bien, excepto la llegada de un ilustre invitado, el abogado, exconsejero electoral Óscar Jiménez Leal, uno de los más cercanos amigos del escritor Ramírez Gómez. Jiménez Leal hizo público su traspiés y su lamento por no asistir al acto: “Señor Doctor JUAN CARLOS RAMÍREZ GÓMEZ. Apreciado amigo: Cuando me aprestaba con gran entusiasmo a confirmar mi asistencia a la presentación de tus TRIBULACIONES de la Memoria, un imprevisto e infortunado desliz tronchó la noble intención, y heme aquí: inmovilizado, custodiando la odiosa férula que protege el peroné fracturado. Como podrás advertir, padezco con anticipación los efectos de una curiosa “tribulación”, no de la memoria, pero sí del tobillo derecho de mi voluminosa humanidad; desafortunado incidente por el que me veo privado, en contra de mi voluntad, de participar presencialmente en la comunión intelectual que se formará alrededor tuyo en tan memorable ocasión. No obstante el percance, juzgo oportuno resaltar que no llegas inédito a este intelectual encuentro, puesto que desde los 90s, entregaste a la comunidad jurídica del país una importante monografía sobre El Contrato Administrativo y en el año 2007 nos regalaste con la obra Derecho Notarial y Registral en Colombia, ambos publicados por la prestigiosa Editorial Temis para acrecentar el acervo jurídico de la Nación y, que, de contera te permitieron ganar el riguroso concurso de mérito para acceder a tu actual y envidiable desempeño laboral. Mas, es justo destacar la perfecta simbiosis lograda por el autor entre el lenguaje jurídico utilizado, en donde predomina la argumentación sobre la forma, para darle la misma agilidad y frescura con que guías al lector por la senda de la placidez literaria, como lo has demostrado con la dramática pero bella crónica sobre el Terremoto de Armenia o el  excelente ensayo sobre la Génesis y evolución históricade tu tierra natal ora con los textos con  los cuales nos delita con alguna frecuencia en las redes sociales, en donde combinas con maestría el género costumbrista, tan denostado por algunos, con el estilo de la escuela greco – caldense o greco-quimbaya, de todo lo cual formas una estupenda simetría, convertida en una prosa vibrante, elocuente y vigorosa, llena de matices que satisface los exigentes cánones estéticos. Espero con ansiedad tener en mis manos tu nuevo alumbramiento literario, que sin duda engrosará el patrimonio cultural de nuestra región. Recibe un afectuoso abrazo de felicitación de tu amigo de siempre, Oscar Jiménez Leal”.

El América en el Centenario

Recientemente, el equipo América de Cali le pidió al alcalde de Armenia prestado el estadio Centenario para un partido de fútbol, tras un traspiés en el Pascual Guerrero, que no podía utilizarse. El alcalde James Padilla negó la solicitud, luego de analizar diversos actos de violencia entre hinchas del América y del Quindío, que dejaron un muerto cerca a los puentes de la 26 o calle de La Cejita en la capital quindiana. ¿Fue correcta la decisión del alcalde Padilla?, se preguntan los amantes del fútbol y los opinadores de la región. Para muchos, fue lo correcto, para evitar más enfrentamientos, aunque el partido que se iba a jugar no tenía al frente al Deportes Quindío. Sin embargo, surgen otros interrogantes: ¿Qué pasaría si el América estuviera en la categoría B, como el Quindío y tuvieran que jugar en el estadio Centenario? Y ¿Qué pasaría si el Deportes Quindío estuviera en la A y tuviera que jugar en el Centenario con el América? ¿Se prestaría o no el estadio? La respuesta es sí, porque esta es la sede del equipo de Armenia, juegue contra el equipo que sea. De manera que el problema no es que el América o el Nacional o cualquier otro equipo con hinchadas belicosas jueguen en el estadio Centenario. El problema pasa por la capacidad que se debe desarrollar para brindar seguridad e la ciudad, no solo en el fútbol, sino en cualquier otro evento. El fútbol es un deporte masivo y se ha convertido, para muchos, casi en la única diversión, la pasión, el más elemental idioma de la recreación, que un alcalde no puede reprimir negando el espectáculo en su patio. Lo que hay que mejorar son las condiciones de seguridad, un tema que pasa por la alcaldía, pero también por los organismos de control ciudadano, como la Policía.

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