DIALOGO EN LA TORMENTA ENTRE MEDITAVIRUS Y GEORGE TAURUS

19 febrero 2025 10:53 pm

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Francisco A. Cifuentes S.

Aunque los chinos milenarios de estirpe confucionista han dicho que “pasada la tormenta viene la calma”, realmente estamos viviendo una larga tormenta y aún no vemos aparecer la calma tan esperada por los ciudadanos del mundo: Trump y Putin entran en negociaciones para terminar la Guerra en Ucrania, parece que a espaldas de Zelensky, la OTAN y la Unión Europea. El mismo presidente de los EE. UU hace una propuesta para acabar con la guerra en Gaza, también sin la participación de los árabes y musulmanes implicados. Y con varios gritos y ademanes insultantes asusta a Canadá y a América Latina colocando en el ojo del huracán a Groenlandia, el Golfo de México y el Canal de Panamá.

Por estos lares de provincia está cayendo un aguacero “de madre y señor mío” como decían las abuelas a propósito de lluvia, truenos y borrascas. Esto, no solo en lo político y económico, sino en el clima real de la ciudad de Armenia. En este escenario aprovechamos para intercambiar opiniones dos “contertulios del alma” que se atreven a lanzar gritos al cielo y leer poesía del maestro William Ospina para detenerse en este verso:

“¿Entonces es delirio todo esto? / ¿A quién puedo llamar que me salve? / No es de este mundo. / Todos están aceptados y absueltos. / Son demasiado humanos, son demasiado justos, y yo no logro hablarles con mi estruendo de élitros. / y no aprendí a cruzar las puertas, y no sé defenderme”. (versos de un poema a Kafka).

George Taurus es un amigo que estudio física, se enamoró de la filosofía y la literatura, pero sí sabe de negocios. Por eso me atrevo a retarlo en la siguiente conversación:

— Viejo Taurus en este momento Trump le está demostrando a su pueblo y al mundo que “es necesario partir del sentido común de la política y ejercer la política como sentido común”. Todo esto para decir que se requiere dinero para sostener la persona, la familia y el país, respetar la familia tradicional, darles trabajo a los connacionales, cobrar las deudas de la guerra, entablar negociaciones para ver resultados y ganancias, no regalarle dinero al que no esté con uno y los intereses de la nación y salirse de las organizaciones internacionales donde se gasta mucho dinero de parte de los EE. UU. ¿Cómo la ves hermano?

— Vea mi estimado Meditavirus, esto tiene tanto de ancho como de largo. No es nuevo en la política internacional y sino cuál fue la concepción y el papel de Henrry Kissinger en el tablero de la geopolítica mundial. Es decir, esto es a lo que se llamó la Realpolitik.

A raíz de esto estuvimos dialogando acerca de la larga guerra de E: U. en Viet Nam y posteriormente en Afganistán, con sendas pérdidas de dinero, tiempo, posición y hombres. Y creemos que es justamente lo que el Imperio del Norte no quiere repetir ahora tanto en Ucrania como en Gaza y por lo tanto es necesario pararlas ya y sacar de inmediato las ganancias del conflicto, sobre todo las económicas.

 — Claro, dice George. Recordemos que Trump es principalmente un negociante y un agente inmobiliario y por lo tanto necesita hacerse cargo del negocio de la reconstrucción física de Ucrania, como de construir una Riviera en la Franja de Gaza hoy destruida.

— Pero a esto casi que el mundo entero lo está calificando de oportunismo inhumano, genocidio y después reubicación de los restos de una nación en trizas, atentado contra la paz mundial y desconocimiento de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario. (Esta es la exclamación de Meditavirus).

En efecto aquí se trata de lo que popularmente se conoce como “hacer política y hacer negocios sin hígados y sin escrúpulos” así en politología se hable de realpolitik o en la historia del pensamiento se traiga a colación algunas de las recomendaciones de El Príncipe de Maquiavelo. Es decir, aquí el tema no es exactamente ideológico, de una posición humanitaria, pacifista y caritativa. No, se acaban las guerras ya porque es necesario entrar a reclamar los réditos y para eso se prestó dinero, se vendieron armas y aviones, se prestó plata para el funcionamiento de la administración y los soldados se vistieron y comieron … para matar y ganar; de lo contrario, cuál es el inventario y EE. UU va por él. Continúa Meditavirus inquiriendo sobre hechos y personajes que dan lástima en el teatro de las operaciones:

— ¿Cómo queda el líder de Ucrania, las familias de los soldados muertos al lado y lado de las fronteras agredidas? ¿Cuál es el nivel de contaminación producto de las innumerables detonaciones de bombas de toda índole y de los incendios forestales acaecidos?

— Nada más y nada menos como lo que siempre fue, un actor de teatro y un cómico representando papeles en la historia que van de la comedia a la tragedia, como diría el viejo Marx.

— Es decir, un alfil en el juego de ajedrez de occidente o un simple peón. Ese es más o menos parte de la representación de “el teatro del absurdo” en los términos de Samuel Becket o “el teatro de la crueldad” en la propuesta escénica de Alfred Jarry. De esto saben los europeos, aunque los políticos no sean sensibles a las artes.

— Además, cuando hay aviones de combate en el aire, drones atacando, tanques incendiados, represas destruidas y Saporiya a punto de estallar, nadie vuelve a hablar de las famosas declaraciones y acuerdos de Rio, París o Tokio. Todo es discurso, la guerra es realidad y el resto se lo dejamos a los científicos y a los activistas. Estos no saben ganar y en la contienda militar funcionan otros valores.

En este punto de la conversación se produce un silencio, vuelven a preparar café y tal vez mediten acerca de las implicaciones de los aranceles para el producto insigne de la Zona Cafetera y hasta de pronto se alcancen a imaginar la masa informe de recolectores por ahí desocupados deambulando por el Centro Administrativo de Armenia. Encienden un Marlboro dizque para calentarse y animar la parla, pero también llegan pensamientos difusos acerca del efecto del contrabando y de Papá Pitufo en varios gobiernos hasta salpicar la izquierda. Después de saborear el tinto retorna al ataque el amigo Taurus:

— Los muertos ya fueron enterrados así sea en fosas comunes y otros tantos simplemente quedaron incinerados en los campos de batalla, mientras las familias lloran a los jóvenes que dieron su vida por la patria y su soberanía.

— Ah, todo son cantos a la bandera, himnos de glorias trasnochadas, territorios devastados y cheques en blanco frente a los bancos de las reconstrucciones; justo como pasó posterior a la Segunda Guerra Mundial donde se las cobraron por ventanilla a Japón y Alemania, entre otros vencidos.

— Justamente hoy la gran noticia es que EE. UU y Rusia reanudan relaciones (porque con Israel nunca se han roto, excepto Colombia) mientras muchas personas y Estados en el mundo siguen reclamando que Putin y Netanyahu comparezcan ante la Corte Penal Internacional.

Y aquí sigue lloviendo a cántaros, pero entre los goterones se alcanza a vislumbrar una parte del lánguido atardecer que nos dice que allá en Buenaventura el sol puede estar aun calentando la Costa Pacífica. Aquí apreciamos esos distantes rayos de luz que se resisten a la oscuridad. “Llueve, llueve en el suburbio”, pero en el norte estamos a salvo para seguir salpicando de dudas la cruda realidad mundial. Continúa esta vez Meditavirus:

— ¿Bueno estimado Taurus, en todo esto donde queda la ética? ¿Qué pasa con los banqueros, los políticos o los jefes de Estado que proveen millones para la guerra o con los científicos que fabrican cada vez las bombas más modernas y letales? ¿Cuál es el cuento de la humanidad y de la ciencia? ¿Esto ya no tiene discusión?

— Haber compañero Meditavirus, esto aparentemente ya está claro en el campo de las ciencias sociales y humanas por un lado y por otro en el estatuto de la ciencia. O sea que cualquier decisión del ser humano está sujeta a una voluntad, a una toma de posición ética, a una postura política o a un trabajo determinado para una comunidad o para un Estado. Recordemos aquí todas las disertaciones de Anna Arendt a propósito del juicio en Jerusalén que se le realizó a Eichman donde este simplemente decía que cumplía unas órdenes para un partido y para un Estado, por encima de su calificación como malas, a lo que se dio en bautizar por parte de la filósofa como “la banalidad del mal”. Por tanto, en estos tiempos esto no cuenta para erigir la tríada que ahora detenta el poder mundial.

— Ah, claro. Por eso ya se santificaron los tres reyes y se está admitiendo de inmediato que el mundo ya no es unipolar o bipolar, sino tripolar con E.U., China y Rusia en el pódium de la geopolítica internacional. — Esa es la triste historia, pero es real y esta activa y gran parte del mundo, tanto líderes como ciudadanos la aplauden y, a propósito, deseo recordarte que un valor se pondera más en la medida que se le siga aplaudiendo y, esto está sucediendo ahora mismo en la política, en el famoso “arte de gobernar” y en el milenario “arte de la guerra”. Esto es determinante queramos o no queramos, exista o no El Tratado Ético Político de Espinoza, se lea o no la Ética para Amador de Savater o aún se consulte a Kant acerca de la razón y la ética para el buen vivir y el mejor gobernar.

A estas alturas de nuestro paseo dialéctico tratamos de arañar alguna fundamentación para un futuro más justo y empezamos a solazarnos con la felicidad que produce la buena y sincera conversación, el goce estético y lo sublime de la lectura de poesía y la escucha de la música clásica. Volvemos a reclamar una acción climática global y decisiva donde los países pobres no sacrifiquemos el trabajo y la riqueza mientras los poderosos nos colocan cuotas para mermar el calentamiento global que ellos ocasionan mayormente. Y regresamos por esta vía a la necesidad inaplazable de continuar en el terreno de la educación como «misioneros de la democracia, la justicia y la libertad” y, según el pedido de George Taurus, volver la pluma pública en favor de los debates sanos y profundos con el fin de contribuir en la disminución de la ignorancia, la blasfemia, el nihilismo y el sentimiento de derrota generalizado. Grandes tareas, pero no siempre inútiles. Ahora la tormenta en esta querida provincia del universo está menguando, la charla va llegando a su fin, pero por asuntos domésticos debe quedar en punta. Aspiramos a que algún lector la continúe con su propio punto de vista; pues el papel del intelecto es “ejercer la crítica” en el sentido filosófico alemán de analizar o de “diseccionar las cosas y los fenómenos con el pensamiento”, más allá de la diatriba y la enajenación ideológica. Por lo tanto, cerramos la conversación con unos versos del poema Tiempo del bardo, novelista y ensayista William Ospina, que han dejado de citarlo ya a raíz de su “posición rodolfista” en la última contienda electoral colombiana, que aún está dando mucho que decir. No se merece ese ostracismo literario. Veamos:

“Es verdad que el delirio va gastando sus mieles, Que a veces la bandera traiciona más que el hombre, Pero seamos sinceros, la noche azota el yunque, No hay quién convenza al río con cuentos de nostalgia”

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