Guillermo Salazar Jiménez
“El miedo lleva a la desconfianza y la desconfianza a la inseguridad”, Juanita retomó este primer párrafo que leyó para recordar los resultados del estudio sobre la confianza entre personas e instituciones en el mundo presentado por Our World in Data que congrega investigadores de la Universidad de Oxford –Ver Julián de Zubiría, El Espectador, enero 22 de 2025-. En Dinamarca, Noruega o Finlandia, citó Juanita Lectora, siete de cada 10 personas, es decir el 70% de la población, confía en la mayoría de sus conciudadanos; 6 de cada 10 en China afirmaron de igual manera. Triste reconocer que los colombianos es un país donde la desconfianza reina entre nosotros, pues apenas el 4.5% dicen que confiaban en los demás.
Rusbel Caminante opinó sobre los orígenes de la desconfianza entre los colombianos, pensó que la realidad de una sociedad violenta, injusta y corrupta crea un imaginario de sálvese quien pueda y el temor de ser robado o agredido a la vuelta de la esquina. La duda entre quien es amigo o enemigo, quien te explota o roba acrecienta aquel sentimiento de desconfianza que se transmite entre familias y comunidades para romper los lazos de solidaridad e integración social. La educación juega también un papel definitivo en cambiar aquel negro sentimiento, adicionó Rusbel, pero necesita de acciones que enfrenten aquella realidad de espanto. Por ello, la esperanza del cambio reside en la educación, el 79% de los jóvenes colombianos entre 18 y 24 años confía en las universidades públicas y el 67% en las privadas. En contraste, afirmó Rusbel, aquel estudio consideró en su orden que los encuestados desconfían, en gran medida, de “los partidos políticos, los influenciadores digitales, los líderes cristianos no católicos, el Congreso de la República y los medios de comunicación.”
Juanita lectora complementó la idea: Si la desconfianza crece entre nosotros no será posible tejer un proyecto de sociedad y un país diferente. Los opositores a las reformas propuestas eluden este problema, lo agravan con críticas malsanas apoyados en medios entregados al poder. Recordó que enfrentar la pobreza, desigualdad, violencia y corrupción requiere construir nuevos lazos culturales capaces de unirnos para avizorar un futuro promisorio. Con Milan Kundera, poeta y novelista checo, afirmó: ¿Cómo alguien que no conoce el futuro podría comprender el sentido del presente? Si no sabemos hacia qué futuro nos lleva el presente, ¿cómo saber nuestra adhesión, nuestra desconfianza o nuestro odio?
La mayoría de los jóvenes colombianos desconfían de una sociedad que nos los protege ni comprende, consideró Rusbel Caminante, tampoco les brinda las oportunidades necesarias para aspirar a una vida digna. Se tornan en sujetos recelosos frente a las reformas sociales propuestas, temen al cambio porque la vigencia de los problemas mencionados es de tal magnitud que los acostumbró a desconfiar de todo y de todos. Los jóvenes son prácticos, agregó Rusbel, pareciera unirse en torno del dicho: ojo que no ve, hombre que no cree. Concluyó con el grafiti leído en el muro de la universidad, “Quien algo te da, algo de ti querrá.”