DE GRANO EN GRANO LLENA LA GALLINA EL BUCHE

14 febrero 2025 11:15 pm

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Por: William López Soto

Imaginen, por un momento, a la gallina. No se apresura, no se agobia, no intenta devorar todo de una vez. Con paciencia, con constancia, recoge un grano, luego otro, y otro más, hasta que su buche se llena. Así es la vida, amigos míos. No se trata de alcanzar la plenitud en un solo instante, sino de construirla paso a paso, con pequeños actos, con detalles que, aunque parezcan insignificantes, son los cimientos de nuestra grandeza. Como decía Confucio: «El hombre que mueve montañas comienza llevando pequeñas piedras».

En nuestra sociedad, donde la prisa y la inmediatez parecen ser las reglas, olvidamos el valor de lo gradual. Queremos todo ya, sin darnos cuenta de que la verdadera satisfacción, la auténtica sabiduría, se cultiva con tiempo y dedicación. Cada grano que recogemos es una lección, un momento de aprendizaje, una experiencia que nos acerca a la comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Como el bambú japonés, que tarda años en brotar, pero, cuando lo hace, crece con una fuerza imparable, nuestra vida también requiere de esa paciencia, de esa confianza en el proceso.

Y aquí, en este punto, les pregunto: ¿cuántas veces hemos despreciado esos pequeños granos, esos instantes que parecen no tener importancia? ¿Cuántas veces hemos subestimado el poder de un gesto amable, de una palabra sincera, de un esfuerzo constante? La gallina no duda, no se detiene a cuestionar el tamaño del grano; simplemente lo toma, porque sabe que cada uno es esencial. Así debemos ser nosotros: agradecidos por cada experiencia, por cada oportunidad, por cada desafío que nos hace crecer.

Recuerden las enseñanzas de Lao-Tsé: «Un viaje de mil millas comienza con un solo paso». Cada grano es ese paso, ese inicio, esa semilla que, con cuidado y amor, se transforma en algo mayor. No subestimen el poder de lo pequeño, porque en lo aparentemente insignificante se esconde la magia de la vida. Un grano de amor, un grano de esfuerzo, un grano de paciencia, un grano de fe… y así, poco a poco, se construye la plenitud.

Cuando sientan que el camino es largo, que el esfuerzo es demasiado, recuerden a la gallina. Ella no se cansa, porque sabe que, al final, su constancia será recompensada. Así es la vida, queridos lectores. Un acto de amor hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia el universo que nos rodea. Un acto de fe en que, grano a grano, estamos construyendo algo hermoso.

Que cada grano que recojan sea un acto de conciencia, de gratitud, de amor. Porque, al final, no se trata de llenar el buche, sino de disfrutar el proceso, de saborear cada instante, de entender que la vida es un regalo que se construye con paciencia y dedicación.

Con cariño y gratitud

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