ARANCELES DE TRUMP: ¿ESTRATEGIA DE PROTECCIÓN O RIESGO ECONÓMICO?

13 febrero 2025 11:14 pm

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Yeison Ricardo Cardozo Calle*

Desde su primer mandato, Donald Trump ha utilizado los aranceles como una herramienta de coerción en su política comercial, con el objetivo de reforzar la competitividad de la economía estadounidense bajo la premisa de «América Primero». Ahora, como presidente en su segundo mandato, ha intensificado su estrategia proteccionista con medidas arancelarias dirigidas a China, México y Canadá. Sin embargo, lejos de consolidar una barrera efectiva para fortalecer la industria nacional, estas acciones pueden desencadenar efectos adversos en la estructura productiva y comercial de EE.UU.

Los aranceles son impuestos aplicados a bienes importados con el propósito de encarecerlos y fomentar el consumo de productos nacionales. En teoría, esta política busca estimular la producción interna y reducir el déficit comercial. No obstante, en la práctica, los aranceles pueden generar represalias comerciales de los países afectados, encarecer insumos esenciales y reducir la competitividad de la industria doméstica. La balanza comercial, que mide la diferencia entre exportaciones e importaciones, evidencia que EE.UU. ha mantenido déficits persistentes con sus principales socios comerciales, lo que ha motivado la escalada de estas políticas proteccionistas.

Datos recientes revelan que, en 2022, Estados Unidos exportó bienes por un valor de US $151.000 millones a China, mientras que las importaciones alcanzaron los US $551.000 millones, generando un déficit de US $400.000 millones. Con México, la dinámica es similar: en 2023, las exportaciones estadounidenses sumaron US $233.971 millones, mientras que las importaciones desde México fueron de US $434.348 millones, resultando en un déficit de US $200.377 millones. En el caso de Canadá, EE.UU. exportó US $354.355 millones en 2023, mientras que las importaciones ascendieron a US $418.618 millones, con un saldo negativo de US $64.263 millones. Estos datos reflejan la magnitud del problema que Trump busca abordar mediante el proteccionismo arancelario.

En este contexto, el presidente anunció un arancel general del 10% a todas las importaciones de productos chinos. Además, amenazó con un arancel del 25% a productos provenientes de Canadá y un 10% a las importaciones del sector energético que vengan del vecino país del norte. De igual forma para México, ha anunciado un arancel del 25%, aunque su aplicación en ambos casos ha sido temporalmente pausada luego de conversaciones con su par mexicana y Trudeau. Su argumento central es la protección del empleo manufacturero, la reducción de la dependencia de bienes extranjeros, su lucha contra las drogas (fentanilo) y la migración. También ha anunciado aranceles globales del 25% al acero y aluminio (200 empresas colombianas se verían afectadas), al igual que a productos de la industria farmacéutica, petrolera y de los semiconductores provenientes de la Unión Europea. Sin embargo, estas medidas pueden tener efectos colaterales, como el aumento en los costos de bienes esenciales y una reducción en el poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses.

El impacto inmediato de los aranceles se traduce en un incremento en los costos de producción para sectores industriales que dependen de insumos importados. Industrias como la automotriz, la tecnología y la manufactura podrían enfrentar una escalada en sus costos operativos, lo que obligaría a trasladar estos aumentos a los consumidores. Asimismo, los países afectados por los aranceles han comenzado a reaccionar con medidas de represalia, lo que podría restringir la demanda de productos estadounidenses en estos mercados.

Las respuestas de la comunidad internacional no se hicieron esperar. Canadá ha anunciado la imposición de aranceles del 25% sobre productos estadounidenses valorados en 155 mil millones de dólares canadienses, medida que está suspendida por ahora. Además, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha instado a los ciudadanos a priorizar la compra de productos nacionales y reconsiderar viajes a EE.UU. en un intento por mitigar el impacto económico de los aranceles. En México, el gobierno luego de conversaciones con Washington se comprometió a enviar 10.000 a la frontera para frenar la migración y el narcotráfico con rumbo al norte. En el sector de bienes de consumo, algunas provincias canadienses, como Ontario y Columbia Británica, han eliminado de sus tiendas bebidas alcohólicas de origen estadounidense como una medida de presión adicional.

Otro aspecto a considerar es la inflación derivada de estas políticas comerciales. El encarecimiento de bienes importados puede reducir el poder adquisitivo de los consumidores y desacelerar el consumo interno, lo que representaría un riesgo para el crecimiento económico del país. Experiencias previas han demostrado que aranceles impuestos por administraciones anteriores han tenido un impacto directo en sectores como la agricultura y la industria tecnológica, afectando su competitividad y reduciendo la capacidad exportadora de EE.UU.

Si bien la administración Trump sostiene que su estrategia arancelaria fortalecerá la economía y protegerá los empleos nacionales, diversos economistas advierten sobre los efectos adversos del proteccionismo. En un mundo globalizado, la imposición de barreras comerciales puede derivar en una menor eficiencia en la asignación de recursos y una reducción en el dinamismo del comercio internacional. La historia económica ha demostrado que estrategias proteccionistas agresivas suelen generar represalias que limitan el crecimiento y la estabilidad de las economías involucradas.

Trump cree que su la política arancelaria podría reducir el déficit comercial y fortalecer la industria estadounidense. Sin embargo, sus posibles consecuencias incluyen un incremento en los costos de producción, inflación y una disminución en la competitividad de EE.UU. en el escenario global. A medida que el país enfrenta desafíos económicos y tensiones geopolíticas, será fundamental evaluar si estos aranceles cumplen con su objetivo de revitalizar la economía o terminan convirtiéndose en un riesgo estructural que comprometa su crecimiento a largo plazo, o en palabras del abuelo Lisandro: pegarse un tiro en un pie.       

*Economista

Magíster en Territorio, Conflicto y Cultura

@Geopolistan

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