LOS FAVORES SE CONVIERTEN EN DEUDAS

12 febrero 2025 11:08 pm

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Aldemar Giraldo Hoyos

La reaparición en escena de Armando Benedetti me suena a politiquería, a oportunismo, a deuda pendiente y a favor pagado; no existe otra explicación para que Petro lo nombre jefe de Despacho; así, se fractura la relación entre el mandatario y su núcleo más cercano; no en vano, sus ministros, amigos y oposición critican esta deplorable decisión.

Cuando los políticos utilizan su poder e influencia para beneficiar amigos, familiares o aliados políticos, surge algo muy conocido por nosotros: la corrupción; si esos favores son realizados de manera secreta, se genera desconfianza y falta de transparencia en la toma de decisiones gubernamentales; así mismo, los favores políticos pueden crear desigualdad, ya que algunos individuos o grupos pueden recibir tratamiento preferencial en comparación con otros.

El pago de favores políticos, por ejemplo, el nombramiento de alguien sin méritos y con deudas pendientes, puede tener impacto en la democracia y la justicia, pues lleva a la concentración de poder y la manipulación de la voluntad popular; igualmente, los favores políticos generan injusticia, pues algunos individuos o grupos pueden recibir tratamiento preferencial en la administración de justicia.

Algo muy grave es que este “percance” pude desestabilizar el sistema político (y así ha sucedido) y generar conflictos y tensiones entre diferentes grupos y actores políticos; no es necesario entrar en detalles, ya que hemos visto hervir la olla hasta los bordes y el “caldo” ha corrido peligro. Aunque no lo creamos, el pago de la deuda de Petro pude tener consecuencias para la economía y la sociedad, desigualdad social y pérdida de confianza en las instituciones.

Una de las principales consecuencias ha sido la renuncia de varios ministros y funcionarios del gobierno, incluyendo la ministra de Cultura, Juan David Correa y la ministra de Ambiente, quienes se opusieron al nombramiento de Benedetti, debido a las denuncias de violencia de género en su contra; además, ha generado un gran rechazo entre las organizaciones feministas y de derechos humanos en nuestro país y su designación es considerada un retroceso en la lucha contra la violencia de género.

El ”clima”, en este momento, no es el mejor; el presidente no ha sabido manejar la situación y no ha tomado medidas firmes para abordar las denuncias de violencia de género. Según mi parecer, ha puesto por encima intereses personales y politiqueros, algo que criticaba cuando era senador. Igual que en la alcaldía de Bogotá, se va a quedar sólo y mirando para el páramo.

Como decía mi abuela: “Mirando los tragos y el desayuno, ya uno sabe qué va a ser el almuerzo”.

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