PRELUDIO DE LA SOLEDAD
Jairo Baena Quintero
Poemas
Carátula y 3 ilustraciones internas, del autor
Impresora Dutor Ltda. Armenia, 1968
Prólogo del escritor Humberto Jaramillo Ángel
Solapas: Texto del poeta José Jota Orozco Ramírez
124 págs.
“No sé si fuiste rosa que danzaba,/o espiral de neblina contra el viento…” Dividido en cuatro partes: Aurora de la poesía, 23 poemas; Acuarelas del Quindío, 14; Estampas de mi tierra, 11; Imágenes del agua, del amor y de la angustia, 17, para un total de 65 poemas escritos en versos y estrofas diferentes cuyos fondos temáticos y tramas musicales, bien por utilizar el matemático ritmo del soneto para construir el poema, o bien por adaptarse a la vivacidad del romance y la elegancia de la elegía para encausar su clásico sentido de la musicalidad, los poemas de Baena se integran entre sí proporcionándonos un literario mural provinciano del paisaje quindiano.
En el poema Canto a Armenia, nos dice que sus habitantes “eran una raza de titanes nobles/de amorosa virtud en la mirada, /y en cada surco de sus altas frentes/batallas y victorias consagradas”. Nuestros otrora azorinianos pueblos, en Preludio de la soledad son pretéritas presencias de pequeños poblados protegidos por la perennidad poética de 60 años atrás y desmantelados, en este siglo, por el desmedido urbanismo de las falsas fachadas y las arracimadas hordas turísticas que, al verlas circulando una-y-una-y-otra-y-otra-y-una-y-otra-y-otra-y-una-vez por las mismas calles de alguno de nuestros pueblos, con sus celulares incrustados en las manos y los sentidos, nos hacen tropezar la memoria contra los versos de la desconsolada canción del ibero Luisito Rey: “Mi pueblo ya no es mi pueblo/es una ciudad cualquiera/con los edificios altos/ y con grandes carreteras./Aunque todo esté muy bello/yo lo quiero como era/mi pueblo ya no es mi pueblo/es una ciudad cualquiera”, con poemas encabezados por dedicatorias a más de 70 personas.
De generosas iconografías metafóricas y alto sentido de la amistad y la admiración que caracterizaban la extrovertida personalidad de Baena Quintero. Textos dedicados a Humberto Jaramillo Ángel, Bernardo Pareja, Guillermo Sepúlveda, Jorge Robledo Ortiz, Otto Morales, Noel Estrada, Carmelina Soto, Carlos Gómez Cuartas, Euclides Jaramillo, Alfonso Osorio, Mario Sironi y Manuel Mejía Vallejo, entre otros. En ocasiones, a familias completas. Es anecdótico este componente onomástico sobre todo cuando, hoy por hoy, alto porcentaje de nuestros escritores pueblerinos evitan reconocerse y demostrar algún afecto o admiración literaria a sus compañeros de oficio. A Jairo se le admiraba por su fraternidad con cuantos le rodeaban, aunque pertenecieran a partidos políticos antagónicos al suyo. Su Canto a Montenegro, el más extenso del libro, tiene veinte cuartetos. El autor extiende sus versos para elogiar con afecto los pueblos del Quindío como los observaba en su época. La gente y sus pequeñas historias, sin ir más allá de la provincia en poemas cuya materia se desarrollaba desprendida de los movimientos nacionales y foráneos de aquellos años. El Nadaísmo, en este caso.
Todos dedicados a sus amigos cercanos y su familia, ningún libro de poesía en nuestra región tiene tal particularidad, reflejando el afecto que Jairo sentía por otros poetas y escritores de la región, generosidad siempre exaltada en sus textos y en publicaciones periódicas que dirigió. Las acuarelas del Quindío pueden leerse, si es usted de aquellas personas que leen con el suave soporte emocional de la música de fondo, escuchando el Preludio nº1 en Do Mayor de J.S. Bach. No fue extensa la creación poética publicada por Baena a lo largo de su vida de músico, pintor, dibujante y periodista. Tal vez sus hijos conserven poemas y otros textos inéditos del montenegrino.
A Jairo Baena le recuerdo con agradecimiento y entusiasmo, como mi profesor de dibujo en el colegio Jorge Robledo, de Calarcá, donde con su orientación los estudiantes de segundo bachillerato fundamos el Centro Literario Fernando Arias Ramírez. Quincenalmente, Baena Quintero invitaba a sus amigos escritores para que dialogaran con los jóvenes adolescentes del grupo que él dirigía, enseñándonos a valorar desde aquellos juveniles años la producción literaria de nuestros coterráneos. Recuerdo visitas y lecturas de Noel Estrada Roldán, Guillermo Sepúlveda, mi padre Jaramillo Ángel, Argelia Osorio, Rodolfo Jaramillo, Evelio Arbeláez y Héctor Ocampo Marín. Inolvidables las extensas introducciones de Baena, hablando de sí mismo y de los invitados a quienes presentaba como sus fraternos amigos de letras, mientras los estudiantes que íbamos a participar con la lectura de nuestros textos, esperábamos impacientes, advirtiendo que se terminaba el tiempo para las literarias sesiones. En ocasiones, concurrían el rector y el vicerrector del colegio para darle mayor formalidad académica a nuestras reuniones.
Fernando Arias fue el primero en asistir a las literarias sesiones del citado Centro, porque llegó al colegio a inaugurarlo. Jairo me nombró presidente. (Gran amigo de mi padre, claro…) Baena Quintero dedica a Fernando Arias uno de los poemas del libro, in Memoriam: “Porque sabemos las gentes/cuánto ha perdido la patria/alno escuchar, ya, tu voz/porque tu pluma se apaga”. Fue un año de diálogos sobre literatura y poesía (1968). Varias veces, a mí como presidente Jairo me entregó una hoja con preguntas que él mismo escribía para que se las formulara, como mías, a los invitados.
Romances, elegías y poemas en diversas estrofas y ritmos donde la palabra busca adjetivos elegantes para mostrar el carácter de una persona o pormenores de alguno de nuestros pueblos, Montenegro, Armenia, Tebaida, Barcelona, como temas de sus elogiosos versos, cada texto con el respectivo homenaje puede ayudarnos a comprender rasgos intelectuales de las personas a quienes Jairo los dedicó. Entre estos, a mi padre. En Preludio de la soledad, hermoso título, el poeta incluye 16 sonetos de ajustado acento en sus endecasílabos, tintineando con mesurada melodía y floridas frases cuyas entonaciones son ejemplar modelo no solo de esta variedad lírica, que ya nadie escribe, ni valora, ni lee, entre las nuevas generaciones de poetas quindianos, olvidada y desterrada de colegios, universidades y talleres de literatura, tres de los cuales pueden hacer parte de una destacada antología del soneto quindiano, sino también de otras formas poéticas que contiene este volumen. Limitando la extensión del verso, juguetea literariamente con un curioso poema hecho con bisílabos, Melvita: “Sueño/frágil/tuvo/siempre/tu alma/núbil/limpia/buena”. Pocos poetas, 57 años atrás aquí en el Quindío, se atrevían a retozar con ritmos y formas poco usuales del considerado arte menor.
La cadencia armónica de gran parte de sus poemas, donde la rima consonante enlaza los sonidos con musicalidades perpetuando el eco de cantos bien modulados, está guiada por el minucioso compás del metro y la rima, predominantes entre numerosos poetas de su generación donde, con su modernismo romántico no desprendido por completo de falencias propias del chisporroteo carnavalesco greco-quimbaya con las palabras, duelo estético entre adjetivos y sustantivos del cual no escapó Jairo Baena en este su primer libro, sobresalía Baudilio Montoya. Jairo, 28 años más tarde con su libro Límites del corazón, 1997, desarrolla con más vigor su estética del poema y del verso. Cada estrofa la convierte en partitura de adjetivos y verbos entrelazados en una danza de resonancias donde el compromiso social y la solidaridad humana, por fortuna, no se dejan de lado, como en el poema Mi pueblo: un río, dedicado a un político liberal de la época: “Soy río, bravo río/turbulento río/de peones obreros y centellas…/de chapoleras con pañuelos rojos”. “Soy el río del pueblo que defiende/la libertad del pan sobre la tierra”. El recurso de aliteraciones y asonancias en sus versos, refuerza la sonoridad como instrumento vibrando con intención de melodía gracias a encabalgamientos tenues de poemas con estructuras de romances y elegías, creando un vaivén melódico que dota al soneto de ritmos envolventes. Concierto de palabras donde métrica, ritmo y rimas, componen un atractivo libro.