¿Impulsividad o maledicencia?

30 enero 2025 10:02 pm

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Liderar a una comunidad no debe ser motivo de vanidad, más bien es un inmenso compromiso con el servicio y la entrega. Las personas no pueden organizarse individual y egoístamente y esa es la razón de confiar, al menos la orientación del proceso, a un individuo, ojalá, suficientemente preparado, con valores sanos, respetuoso de la dignidad del ser humano; bien intencionado, sereno y sano, que involucre a todos los gobernados: idealmente alguien a quien valga la pena emular por su mística y su ejemplo. Ser figura pública no puede conllevar a un baño de narcisismo, ególatra e impulsivo: eso es devastador, destructivo y totalmente irresponsable. El narciso se ahoga en su propia ceguera interior, vive engañado y termina destruyéndose, pero llevándose por delante a cualquiera que esté bajo su dirección. La libertad de pensamiento es un derecho inalienable. Es muy íntimo y personal. Se puede comulgar con una ideología, pero lo que no se debe hacer es volver esa convicción personal una religión que, además se imponga ciegamente a los demás, descalificando así el derecho de la gente a divergir. Y si se suma el agravante de la corrupción y la agenda oculta y engañosa, el dirigente está acometiendo en contra de la comunidad de manera ruin y criminal. ¿Por qué el Catatumbo está viviendo semejante tragedia? La respuesta inmediata: por falta de presencia del Estado: por descuido, por permisividad, por irresponsabilidad. Eso se veía venir y llegó ¿Qué pasó con el trino del señor Petro a las 3 de la mañana, jugando a “torear” al presidente de los Estados Unidos? Nadie sabrá en qué condiciones emocionales y físicas estaba nuestro presidente, pero es claro: “se le fueron las luces” de una manera preocupante e imperdonable pues con la impulsividad del momento estuvo a punto de causar una verdadera catástrofe en la historia, el futuro inmediato y la viabilidad de nuestro Estado de derecho. Aquí, pareciera que todo se toma como un chiste y de caricatura en caricatura se va diluyendo la gravedad de los hechos. Y ¿si en el fondo no fue un acto impulsivo sino premeditado? ¿Y Si era necesario distraer a la opinión pública con una cortina de humo alrededor de la situación de orden público-generada por Farc, Eln, Maduro y colaboradores y el mismo comportamiento errático de nuestro gobierno en el Catatumbo? Pues terrible la respuesta puesto que estaríamos ante unos hechos de mala fe, calculados con frialdad para continuar con un nuevo y espeluznante capítulo de la serie “EL CHU CHU CHU”. Porque nadie duda de la inteligencia del presidente Petro, pero si hay mucha inquietud en que esa inteligencia esté al servicio de un proyecto maquiavélico muy lejano del propósito de hacer el bien, logrando cambios positivos que fortalezcan la democracia y mejoren la calidad de vida de los colombianos. ¿La dignidad se defiende con indignidad? No creo. [email protected] 

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