Armenia, 26 años después…

20 enero 2025 9:21 pm

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La noche del 25 de enero de 1999, llegó muy temprano. Una fuerte réplica al terremoto de los 1 y 19 minutos, se dio a las 5 y pico de la tarde. Todo era oscuridad y la polvareda se había extendido por la ciudad.

Hoy, 26 años después, ha habido recuperación, pero falta mucho, demasiado, diría yo. Sigo creyendo que la reconstrucción no ha llegado todavía como debe ser. Hay sectores donde se manifiesta la falta de labor durante estos 26 años. El sector del parque Uribe permanece casi igual, también sucede lo mismo con el barrio Santander y otros sectores al sur de la ciudad.

Hoy, 26 años después, no hay empleo, no hay empresas, no hay industria.  Me gustó la columna de Armando Rodríguez Jaramillo, publicada el martes 14 de enero, pues allí destaca todo lo que no se ha hecho.

Según Armando Rodríguez Jaramillo, “…el impulso a la manufactura siempre ha sido desechado por la dirigencia política del departamento, tal vez porque los buenos años del café hicieron pensar que no eran necesarias otras opciones. Incluso, luego de creado el departamento, la frase «Quindío sin chimeneas» se volvió un estribillo político que hizo carrera”.

En 1974, José Alberto Gómez Ceballos escribió el libro Industrializar el Quindío ¿Una utopía? Su tesis la resume así el autor: «El Quindío necesita industrializarse. El Quindío puede industrializase». Los años pasaron y las cifras hablan por sí solas: en 1980 la manufactura representó cerca del 40 % del PIB departamental y en 2023 fue tan solo el 4,4% del mismo [DANE]. En pocas palabras, en tiempos de la Cuarta Revolución Industrial, los gobiernos locales no tienen entre sus prioridades la manufactura, actividad económica que podría generar numerosos puestos de trabajo en agroindustria, cueros, muebles, confecciones, metalmecánica y muchas otras actividades.

Es decir, no tenemos nada después de 26 años. No hay industrias que hagan fluir a Armenia y el Quindío.

Hoy, 26 años después, hay muchos niños y jóvenes sin futuro. Sin estudio. Otros logran terminar sus carreras en las diferentes universidades de Armenia y deben emigrar, porque si se quedan aquí, nada hacen. No logran triunfar en sus profesiones, pues no consiguen un buen empleo y tampoco les sirve su título para sus proyectos.

Hoy, 26 años después, Armenia y el Quindío tienen rutas diferentes, pues Alcalde y Gobernador siguen por distintos caminos.

Según Armando Rodríguez Jaramillo, “…las relaciones entre el gobernador y alcalde de Armenia convertidas en algo así como un anatema político. Es inimaginable pensar que el gobernador de turno y el alcalde de la capital se reúnan a concertar proyectos de desarrollo que beneficien al 60% de la población del departamento. Desde que hay elección popular de mandatarios territoriales, los de Quindío y Armenia caminan por sendas diferentes como si el bienestar de los armenios no fuera un asunto de interés público”.

Hoy, 26 años después, nos hablan de Quindío turístico, pero este es un grave problema que se vive constantemente, pues quienes manejan el turismo, poco o nada saben del tema. Si analizamos qué ver en Armenia, nos quedamos con el Museo Quimbaya, los parques Fundadores, de la Vida…

“Desde los noventa los gobiernos locales se concentran en promover al departamento como destino turístico para dar a conocer sus paisajes y parques temáticos, los pueblos y la calidez de los quindianos, y también las bondades del Paisaje Cultural Cafetero. Pero a la par con esta mercadotecnia, poco se ha hecho por fortalecer la infraestructura básica que requiere el sector. En particular, me refiero a una red de carreteras que soporte el intenso flujo de turistas y visitantes, que, dicho sea de paso, ha creado una preocupante gentrificación”.

No tenemos una política verdadera con respecto al turismo. Vamos mal. Y nadie ha enderezado el camino.

Es un desastre el mal llamado «turismo». No les vayan a echar la culpa a los visitantes. Nuestros dirigentes no dirigen, no lideran, porque son políticos a quienes poco o nada les importa pensar en el futuro de la región.

Sé que muchos de nuestros dirigentes han viajado por el mundo y han conocido pueblos turísticos con muchas soluciones que aquí, no son capaces de implementar. 

Hoy, 26 años después, Armenia es un mercado en cada cuadra y esquina del centro, pues la plaza de mercado minorista que construyeron, no sirvió. Han pasado muchos años y los vendedores de verduras y frutas decidieron instalarse donde sí les compren sus productos, porque a esa plaza de mercado minorista, no llegan a adquirir producto alguno. Es un sitio totalmente inadecuado.

Hoy, 26 años después, Armenia carece de vías amplias y adecuadas que faciliten la movilidad de cantidad de vehículos y motos que se tragan la ciudad. Armenia se quedó con dos Avenidas: Avenida Bolívar y Centenario. La Guillermo Valencia quedó a medias. Desde la glorieta de la locomotora al norte, hasta la calle 10. Y luego, se convierte en una sola vía hacia el sur.

Hoy, 26 años después, seguimos estancados en el pasado. No hay vías elevadas, no se piensa en nuevos pasos, utilización del tren, el metro para el futuro. Seguimos con dirigentes cuya mentalidad es de pueblo.

Hoy, 26 años después, me pregunto: ¿Qué pasó con el FOREC? ¿Cuánto dinero llegó de países amigos? ¿Cuáles fueron los países que más aportaron? ¿Qué países hicieron donaciones en especie? ¿Quiénes obsequiaron elementos y dónde están?

Se hubieran hecho vías, avenidas, no habría tanta pobreza ambulante. Si se hubiera pensado en la gente, otro sería el cuento.

Hoy, 26 años después, las avenidas y vías en Pereira triplican las de Armenia. Han reformado manzanas enteras y la ciudad se ve espectacular. La industria y las empresas se han fortalecido. Además, casi en silencio, tienen un Megabus que recorre la ciudad de norte a sur, además del Megacable, mejorando ostensiblemente la movilidad. Mientras tanto,  Armenia sigue con su Tinto y siendo un pueblo grande y desmejorado.

Hoy, hace 26 años, en Armenia hubo un terremoto, pero reconstruyeron a Pereira.

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