Guillermo Salazar Jiménez
Con motivo del aumento del salario mínimo decretado por el gobierno nacional, expresó Rusbel Caminante, escuché de varios empresarios y dirigentes gremiales que dicho aumento iba en contra de la economía del país y, particularmente, a desmejorar la vida financiera de los colombianos. Juanita Lectora comentó: También les escuché afirmar que los trabajadores eran sus amigos y por ello los defendían contra aquel desmedido aumento salarial. Con esos amigos, ¿cómo va a mejorar la vida de los trabajadores?, agregó, si lo fuesen defenderían la necesidad de superar las dificultades económicas y apoyar las medidas tendientes a mejorar el futuro de millones trabajadores colombianos
Con argumentos facilistas convencen a los obreros formales e informales, dijo Rusbel, como si el aumento de los productos dependiera exclusivamente del nuevo salario. Aquellos suben cada año o mes sin depender del porcentaje del salario mínimo; toman otros factores como el clima, transporte, vías o paros para regular los precios de la canasta familiar. Cierto Rusbel, apuntó Juanita, los que se dicen amigos los envolatan, contrario a la verdad y lo que sería mejor para los trabajadores. Con esos amigos se trastorna el rumbo y dejan a gobierno y sociedad transitar solos el camino del futuro económico de Colombia.
Rusbel Caminante los consideró como amistades peligrosas porque defienden sus intereses particulares; nunca se rebajan sus salarios de entre 60 y 80 millones mensuales en el año 2024; al contrario, aceptaron con placer, el aumento porcentual fijado del 2025. Es más, declaró Juanita, aunque improbable, sería interesante ensayar la idea de conformar una junta de líderes trabajadores para fijar el nuevo salario de los dirigentes gremiales. También justo, completó Rusbel, que los grandes monopolios apoyen con aportes económicos a las medianas y pequeñas empresas para consolidar las políticas gubernamentales y desmentir las afirmaciones según las cuales aquel aumento salarial promoverá su cierre o despido de personal.
Juanita Lectora recordó a los antiguos romanos que sospechaban de la palabra amistad, referida a complicidades y relaciones oscuras con intereses particulares. Leyó sobre Cayo Salustio, político, senador romano e historiador del siglo I a.C, aliado, como amigo, de Julio César, quien lo nombró administrador de la rica provincia africana del rey Juba I. Salustió, completó Juanita, explotó las riquezas de esta provincia a base de extorsiones y robos, tanto que fue denunciado pero salvado por su amigo Julio César a cambio, según historiadores, de altos beneficios producto del saqueo. Con estos amigos se desfalcó el patrimonio del pueblo romano.
Con los amigos empresariales referenciados el trabajador colombiano está en pésimas manos, Rusbel Caminante expuso que los amigos se usan entre si permanentemente; sin embargo, el reto consiste en aprender a distinguir cuándo somos útiles o cuándo estamos siendo utilizados y con qué propósitos. Con aquellos dirigentes, completó Rusbel, resulta mejor ser leal con los desconocidos que con esos amigos, porque como afirmó George Bulwer, poeta y político británico, “Es difícil decir quién hace el mayor daño: los enemigos con sus peores intenciones o los amigos con las mejores.”