Del negacionismo político al cortoplacismo crónico

13 enero 2025 11:24 pm

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La planificación en Quindío está en deuda con el progreso, pues este territorio ha estado al vaivén de los planes de desarrollo que gobernadores y alcaldes deben formular para periodos de cuatro años donde los proyectos que vienen de administraciones anteriores tienen pocas posibilidades continuar, pues cada mandatario trae sus iniciativas bajo el brazo. Esta realidad, que nos lleva a actuar por impulsos ante los desafíos de la modernidad, ha normalizado entre nosotros cierto negacionismo político, entendido este como un rechazo sistemático a hechos respaldados por evidencia histórica y verdades verificables que busca influir en la opinión pública para favorecer determinados intereses de grupo o para evadir una verdad incómoda. De ahí que no solo tengamos una limitada cultura de la planificación, sino que también excluimos del debate público asuntos cruciales bajo el rútulo de inabordables para condenar al olvido. Entre los negacionismos que padecemos, mencionaré tan solo cinco que considero álgidos para el desarrollo del Quindío y que la dirigencia política se niega a abordar:

El primero corresponde a las relaciones entre el gobernador y alcalde de Armenia convertidas en algo así como un anatema político. Es inimaginable pensar que el gobernador de turno y el alcalde de la capital se reúnan a concertar proyectos de desarrollo que beneficien al 60% de la población del departamento. Desde que hay elección popular de mandatarios territoriales, los de Quindío y Armenia caminan por sendas diferentes como si el bienestar de los armenios no fuera un asunto de interés público.

El segundo se refiere al Área metropolitana y las relaciones entre Armenia y municipios como Calarcá, Circasia, Montenegro y La Tebaida, para solo nombrar los más próximos a la capital. En 1997 se hizo el primer intento de presentar un proyecto ante la Registraduría del Estado Civil para crear un área metropolitana. Posteriormente, en 2004, se avanzó hasta realizar la correspondiente consulta popular que condujo a un enfrentamiento político entre la gobernadora Amparo Arbeláez y el alcalde David Barros, desde entonces este ha sido un tema tabú en el Quindío.

El tercero está dado por la Represa multipropósito y el acueducto regional. De construir una represa para asegurar el abastecimiento de agua de la población y las actividades productivas se habló en el Plan de Desarrollo Agrícola Integrado del Quindío [1987]. Luego el Corpes de Occidente hizo en 1998 el estudio preliminar del acueducto regional que se abastecería de la represa y surtiría por gravedad a Circasia, Armenia, Calarcá, La Tebaida, Montenegro y Quimbaya. En 2007 se hicieron los estudios de prefactibilidad y diseño conceptual del Embalse Multipropósito entre la Gobernación y ESAQUIN con la Unión Temporal Embalse Quindío -UTEQ. En 2009 FONADE contrata con Selfinver Banca de Inversión una consultoría para la Estructuración del proyecto Embalse Multipropósito del Quindío y la afectación económica de un eventual racionamiento de agua para Armenia, Circasia y La Tebaida. En 2012 se realizaron los estudios técnicos definitivos y de viabilidad para aumentar la cobertura de acueducto en Armenia, Salento, Calarcá, La Tebaida, Montenegro, Circasia y Quimbaya con sus respectivas áreas rurales. Finalmente, FONADE contrata los Estudios para la Viabilidad y Estudios Técnicos Definitivos del Proyecto del Embalse del Quindío, cuyos resultados se entregaron en 2014.  

Con estos antecedentes, el Congreso sancionó la Ley 1803 del 01 de agosto de 2016 con la que la Nación se asoció a la conmemoración de los cincuenta años de creación del departamento del Quindío e incluyó en ella la construcción del Embalse Multipropósito. Pese a los estudios realizados y a contar con una ley para su financiación con recursos de la nación, ni los gobiernos locales ni los congresistas ni la dirigencia política han gestionado este proyecto desde 2016, como si no existiera el riesgo de padecer racionamientos de agua.

El cuarto tema es la industrialización, pues el impulso a la manufactura siempre ha sido desechado por la dirigencia política del departamento, tal vez porque los buenos años del café hicieron pensar que no eran necesarias otras opciones. Incluso, luego de creado el departamento, la frase «Quindío sin chimeneas» se volvió un estribillo político que hizo carrera.

En 1974, José Alberto Gómez Ceballos escribió el libro Industrializar el Quindío ¿Una utopía? Su tesis la resume así el autor: «El Quindío necesita industrializarse. El Quindío puede industrializase». Los años pasaron y las cifras hablan por sí solas: en 1980 la manufactura representó cerca del 40 % del PIB departamental y en 2023 fue tan solo el 4,4% del mismo [DANE]. En pocas palabras, en tiempos de la Cuarta Revolución Industrial, los gobiernos locales no tienen entre sus prioridades la manufactura, actividad económica que podría generar numerosos puestos de trabajo en agroindustria, cueros, muebles, confecciones, metalmecánica y muchas otras actividades.

Por último, está el Turismo. Desde los noventa los gobiernos locales se concentran en promover al departamento como destino turístico para dar a conocer sus paisajes y parques temáticos, los pueblos y la calidez de los quindianos, y también las bondades del Paisaje Cultural Cafetero. Pero a la par con esta mercadotecnia, poco se ha hecho por fortalecer la infraestructura básica que requiere el sector. En particular, me refiero a una red de carreteras que soporte el intenso flujo de turistas y visitantes, que, dicho sea de paso, ha creado una preocupante gentrificación.

La actual red de carreteras secundarias y terciarias, a cargo del departamento y los municipios, se construyó entre los años setenta y ochenta por iniciativa del Comité de Cafeteros en convenio con el Departamento para fortalecer el café. De ahí que sea absurdo, cuarenta años después, pretender que, sobre estas carreteras de bajas especificaciones y sin el mantenimiento adecuado, transiten miles y miles de carros y buses con turistas, razón por la cual hay enormes congestiones en Salento y Filandia, situación que también empieza a suceder en otros municipios sin que haya un plan para modernizar esta deficiente red vial.

En resumen, estos son los cinco ejemplos del negacionismo político a los que hago referencia: persistir en el divorcio total entre el gobernador y alcalde de Armenia, ignorar que el escenario adecuado para planificar a Armenia y los municipio circunvecinos es el área metropolitana, desconocer que la represa multipropósito es vital, en pleno cambio climático, para el abastecimiento de agua de la población que habita los cascos urbanos y zonas rurales, desestimar una política de industrialización como estrategia económica y omitir que el futuro del turismo pasa por tener una red de carreteras de modernas especificaciones articulada con las dobles calzadas que nos atraviesan.

Colofón: el negacionismo político de las últimas décadas no solo ha generado resistencia al cambio, sino que lentamente se ha transformado en negacionismo grupal de espaldas a la realidad y en favor de posiciones facilistas y menos exigentes que llevan a enfrentar los problemas estructurales con paños de agua tibia. Es ignorar asuntos fundamentales del desarrollo negándose a buscar soluciones políticas de consenso entre el departamento y los municipios, al tiempo que escoge transitar por un mundo de cortoplacismo con proyectos e iniciativas breves, de limitado compromiso y responsabilidad, que no van más allá de un plan de desarrollo y que muchas veces quedan inconclusos. En definitiva, la cuenta de cobro por lo que el negacionismo deja de hacer le será endosada a la siguiente generación.

Armenia, 14 de enero de 2025

Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: [email protected]  /  X: @ArmandoQuindio  /  Blog: www.quindiopolis.co

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