Una posesión y dos caras

10 enero 2025 10:36 pm

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Edmundo González y Nicolás Maduro juran que ganaron las elecciones presidenciales del mes de julio del año pasado. El actual mandatario tiene a su favor el veredicto del polémico Consejo Nacional Electoral y el opositor las actas de escrutinio que han sido publicadas por diferentes medios de comunicación. El ambiente alrededor de un nuevo periodo presidencial ha estado caldeado y la comunidad internacional se divide entre el reconocimiento al parlamentario en el exilio, el apoyo al chavismo o una posición intermedia.

El Gobierno colombiano, en nuestra consideración, ha actuado correctamente. La prudencia que se exige del presidente Petro en otros temas la ha mostrado con el actual régimen del vecino país. Desde el comienzo el ejecutivo ha intentado mediar en la problemática social y política que se vive en la tierra natal de Simón Bolívar, pero también ha sido concluyente en que no se reconocen los resultados oficiales de los comicios. El dialogo siempre es el camino central en cualquier controversia.

Ahora bien, la condición colombiana frente a la realidad venezolana no es la misma que la de otras naciones. Más de 2000 kilómetros de frontera comparten ambos Estados, por lo que sus intereses recíprocos afloran. La seguridad, por ejemplo, en zonas limítrofes requiere de un dialogo permanente entre autoridades, lo que no resulta posible sin relaciones diplomáticas.

En el pasado los cierres de las vías trasnacionales tuvieron repercusiones no sólo en la prevención de delitos, sino también en el comercio. Venezuela ha sido un socio histórico en temas económicos, al tiempo que la exportación del año 2024 de productos colombianos tuvo un incremento del 47% y sumaron US$ 885,5 millones. Estas cifras avaladas por la DIAN y Analdex compelen a una responsabilidad extrema en la comunicación intergubernamental. Una ruptura no le conviene a nadie y menos a Colombia.

Ello no significa, como pretenden aducir algunos, que el presidente Petro esté legitimando una dictadura porque nadie ha visto que esté defendiendo el mandato de Maduro. Los trinos de los últimos días de la cuenta presidencial en la red social X han sido críticos de la captura de ciudadanos con fines políticos. Los cruces con Diosdado Cabello, ministro del interior venezolano, demostraron la sutil distancia entre ambos líderes.

La migración de ciudadanos venezolanos a Colombia también demanda que la comunicación no esté rota. Al cierre del 2024, nuestro país tenía más de 2.8 millones de migrantes con esta nacionalidad en este suelo, por lo que el manejo solitario de una cifra tan alta de personas resulta imposible. Los reencuentros familiares, eventuales retornos y la garantía de derechos sólo son posibles cuando existe un mínimo de información entre Estados.

El pasado demuestra que la ausencia de contacto diplomático y consular sólo deviene en un daño para pueblos hermanos. No estamos de acuerdo con la inexistencia de separación de poderes y la persecución a opositores políticos, pero estamos diferencias deben ser canalizadas correctamente y no a partir de una decisión que genera más daño que beneficios para Colombia. Quien no conoce su historia está condenado a repetirla y en este caso el presidente Petro ha acertado, pese a las críticas de múltiples personas, en no intervenir en los asuntos venezolanos y sostener, a partir de la diferencia, contactos con los representantes del país vecino. A partir del 10 de enero otra será la historia venezolana y Colombia deberá continuar trabajando con quien tome posesión de la dignidad presidencial.

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