Carlos Alberto Agudelo Arcila

SUSTITUIR ESCALERAS DE aserrín por gargantas inmóviles tras el pan carbonizado.

CON ARENA DE la playa, levanta basílicas de sal.

PALOMAS EN LA esquina; el verde del semáforo detiene millones de hombres al borde del rojo.

AVISOS SIN ANUNCIOS: luces apagadas, plumajes desnudos, motores fundidos. La ronda desaparece en la nada.

HÍGADOS Y ÚLCERAS para la zarzaparrilla, la que merece todo.

EXPORTAR MUGIDOS A india: las vacas sagradas agradecen el envío aéreo.

SOSTÉN CUBOS DE hielo mientras asimilas el tributo del primer muerto en la vida.

MORALISTAS MASAJEAN UVAS, eyaculan vino.

AL AGONIZANTE: PELUCHES y voces de algodón.

DUELEN PAISAJES: el cabello de la niña enredado por el terremoto.

GRIS DESPREVENIDO: penumbra atacada por el sol, silencio que zanja la lluvia, yo en mi sombra.

LOMBRICES CULONAS DILUYEN penas bajo sombras femeninas.

DIOS EN EL rincón del polvo, el origen.  

MORDER manzanas por años, brindar con el jugo gástrico del cadáver.

EL DÍA ANTERIOR llega con la lluvia, filtra montañas y viene a mí.

DIÁLOGO DE CRUCIFICADOS entre la canción de la laguna y el canto inmóvil del canario.

BEBO LA VIDA, ballenas azules escapan entre mis dedos ebrios.

EL ADVENIMIENTO DANZA con la muerte en las diagonales del milenio.

DESTINO DE ESTORNUDOS: el aguacero pule holgazanes mientras la sombra canta al cadáver.

REPASAR LOS CINCO dedos con puños cerrados, cuando un río de sangre baja, alma adentro.

PUNTILLAS CLAVAN ROCÍO en la tempestad, hasta que sus aguas se disuelven.