Los derechos humanos están muy bien, pero ¿y los deberes humanos?

17 diciembre 2024 9:58 pm

Compartir:

En la esfera de las discusiones sobre derechos humanos, se ha consolidado una narrativa que enfatiza con razón la necesidad de proteger y garantizar las libertades y dignidades individuales frente a los abusos del poder, la discriminación y la violencia. Sin embargo, a menudo se pasa por alto un concepto igual de esencial: los deberes humanos. ¿Qué hay de las responsabilidades que cada uno de nosotros tiene para con la sociedad, el medio ambiente y las generaciones futuras?

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 marcó un hito histórico al establecer un marco universal para proteger a los individuos frente a la opresión y la injusticia. Sin embargo, el filósofo francés Jacques Maritain, quien influyó en su redacción, advertía que los derechos implican necesariamente deberes. Si tenemos derecho a la libertad, también tenemos el deber de no abusar de ella en detrimento de otros. Si tenemos derecho a la educación, también debemos comprometernos a usar ese conocimiento en beneficio de la comunidad.

En sociedades contemporáneas, a menudo obsesionadas con la defensa de los derechos individuales, se corre el riesgo de caer en el individualismo extremo, que debilita los lazos sociales. Un ejemplo evidente es la crisis ambiental. Los derechos a disfrutar de un medio ambiente sano están consagrados en muchas constituciones, pero pocos asumen el deber de proteger ese entorno. Esto no es solo una omisión, sino una desconexión peligrosa entre la proclamación de derechos y la asunción de responsabilidades.

La noción de deberes humanos no es nueva. En muchas culturas, especialmente en las tradiciones indígenas y orientales, existe un equilibrio natural entre derechos y deberes. Por ejemplo, las cosmovisiones indígenas del continente americano enseñan que el ser humano es custodio, no dueño, de la tierra. En estas perspectivas, el derecho a vivir en un entorno sano va de la mano con la obligación de cuidarlo para las generaciones venideras.

El pensador colombiano Estanislao Zuleta lo expresó de manera contundente: una sociedad ética no se mide únicamente por su capacidad de garantizar derechos, sino por la responsabilidad con la que asume sus deberes. Esto incluye deberes hacia otros seres humanos, hacia la naturaleza y hacia la construcción de una convivencia armónica.

Por supuesto, esto no significa trasladar la responsabilidad de los derechos humanos a los individuos, eximiendo al Estado o a las instituciones de su obligación de garantizarlos. Pero sí implica una reflexión profunda: los derechos no son ilimitados, y su ejercicio pleno exige reciprocidad y compromiso.

En este sentido, quizás sea hora de proponer una “Declaración Universal de Deberes Humanos” que complemente a su homóloga de los derechos. Tal documento podría incluir principios básicos como el deber de respetar las diferencias culturales, proteger el medio ambiente, contribuir al bienestar común y actuar con integridad en las relaciones personales y sociales.

En un mundo marcado por desafíos globales como el cambio climático, la desigualdad y los conflictos, el equilibrio entre derechos y deberes no es solo deseable, sino esencial. Al final del día, los derechos y los deberes son dos caras de una misma moneda: la dignidad humana. Si aspiramos a un futuro más justo y sostenible, debemos recordar que no solo somos titulares de derechos, sino también responsables de los deberes que estos implican.

La pregunta, entonces, es: ¿estamos preparados para asumir esa responsabilidad?

El Quindiano le recomienda

Anuncio intermedio contenido