UN TURISMO REAL, NO SÓLO COMPETITIVO

10 diciembre 2024 10:10 pm

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En el turismo como en otras actividades, entre ser competitivo y acreditar las condiciones necesarias para sostener puntaje superior en un ranquin hay una gran diferencia. Así, cuando se habla con natural optimismo de la posición destacada del Quindío en el índice de competitividad turística es cierto que se reconocen posibilidades actuales de avance, pero no hay motivo para concluir que esa sea la realidad en la llamada industria sin chimeneas. Todavía falta por hacer. Hay condiciones positivas, en calidad y en cantidad, pero debe pensarse mucho más en oportunidades y en retos que conformarse con hechos consolidados. Es lo que se desprende del estudio más reciente sobre competitividad turística divulgado por el Centro de Pensamiento sobre esa materia, donde este departamento y varios de sus municipios aparecen en posiciones muy promisorias.

¿Qué es la competitividad en cuestiones de turismo? En líneas generales se define, digamos, como la capacidad de un destino, digamos que Armenia o Cartagena, de crear, mejorar y ofrecer servicios para sostener los recursos locales y mantener una buena posición en el mercado y frente a los competidores. En el aspecto humano, se insiste en que es preciso desarrollar y retener talento para mantener una ventaja competitiva. De ahí que se insista en invertir en la formación de los empleados y directivos y en la creación de un entorno laboral que propicie la creatividad y la colaboración. Esto lo dicen los expertos. De ahí que sea un error vincular personal carente de capacitación y experiencia, sólo para atender las urgencias de la temporada en que se incrementa el número de visitantes nacionales y extranjeros. Esa es una forma bastante frecuente frustrar las posibilidades de mejorar el turismo. La gente descubre cuándo se le garantiza un buen servicio, o cuándo se le engaña con una atención abusiva y carente de calidad.

Pero además hay otros factores que también inciden en la ampliación de la distancia entre las posibilidades competitivas y la realidad patente del turismo. La lista es larga y puede verificarse mediante la observación y la experiencia. Por ejemplo, falta muchas veces, cuando se organizan fiestas populares, tan frecuentes en nuestros pueblos, respetar las tradiciones y los valores folclóricos genuinos y evitar que lleguen negociantes codiciosos del espectáculo que, además de poner en peligro los presupuestos municipales, se caracterizan por la práctica inaceptable de explotar y propagar el mal gusto, el desorden anticívico, el ruido insoportable y los desbordamientos que sólo estimulan el consumo desaforado de licor y la degradación de los festejos.

De igual modo influyen, para que se pase de la competitividad a la realidad de un turismo próspero, las prácticas de buen gobierno en los municipios, la organización de la actividad urbana con vías transitables y ordenadas y medidas de movilidad, la disposición de estrategias de seguridad ciudadana con el apoyo de la fuerza pública, además de muchas otras formas de gobierno eficiente. Circular con aceptable comodidad por nuestros pueblos impone superar obstáculos exagerados, abundancia descontrolada de motos, irrespeto por las señales de tránsito, cierre innecesario y arbitrario de calles, falta de estacionamientos y parqueaderos, en fin, una concurrencia de condiciones anárquicas que ahuyentan a los visitantes y los disuaden de repetir sus viajes al mismo lugar con que soñaban pero que se les volvió torturante.

Es positivo registrar la buena posición del Quindío en la clasificación de competitividad turística. Pero eso muestra posibilidades, indica expectativas. Falta encontrar estrategias adecuadas para pasar de lo ideal a la plena realidad.

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