Se inician las vacaciones escolares, el fin del año o semestre académico y los exámenes finales. Los
estudiantes ¿aprendieron o solo aprobaron? ¿Qué significa realmente aprender? ¿Será que si aprendieron? ¿Sacar buenas notas y ganar el año es aprender?
Esta es la gran confusión entre aprobar con buenas notas y ganar el año, se sepa o no se sepa, es la alegría, orgullo y el premio de los padres de familia, de los profesores, de las administraciones.
Aprender, aprehender, desaprender y reaprender significa pensar, comprender, aplicar, actuar, contextualizar, relacionar nuevos conocimientos, es cambiar de acuerdo a la comprensión profunda y duradera como lo afirma John Dewey, “Es la vida misma” y no una nota un número o letra.
Aprender, aprehender, desaprender y reaprender desde la experiencia, es lograr que los estudiantes aprendan a investigar, al asombro, a preguntarle a la pregunta, a leer mundo, practicar, aplicar, actuar y reflexionar la experiencia del saber, realmente para la vida.
Maestros, directivos, padres de familia, comunidad, deben practicar y fomentar la inspiración a pensar críticamente, a explorar, a cuestionar y a relacionar el sentido de lo aprendido.
Es común oír, mi hijo ganó el año, sacó excelente en matemáticas, biología, español, etc., y perdió ética, odia la matemática, no sabe leer y su amor por la naturaleza lo perdió, es decir, no vivió realmente la experiencia de aprender con la participación de todos, familia, maestros, sociedad, instituciones, contexto.
El maestro solo no lo puede hacer, pero si tienen el valor y el poder de iniciar el verdadero sentido de aprender, aprehender, desaprender y reaprende.
Con un buen acompañamiento de todos estos personajes, que desechen las notas, las estadísticas, las calificaciones de información memorizada, como cumplimiento de demostración, se imponga el pensar por sí mismo, el cuestionar, la responsabilidad, la confianza, el amor, el respeto, la honestidad, la humildad intelectual y darle sentido a lo logrado y aplicado en un contexto, cuestionando y resolviendo los problemas de la vida diaria, actuar con razonabilidad a convivir y respetar al otro y lo otro, cambiarán todas las expectativas, de los estudiantes, de la sociedad, de los medios, con la realidad de la semilla sembrada para seguir a Vygotsky, que nos ilustra cuando dice que el aprendizaje, “Es un proceso social y significativo que va mucho más allá de los exámenes”.
Una formación real se identifica cuando se observa la capacidad de cada persona para enfrentar las crisis del mundo, que valore los errores, las preguntas más que las respuestas memorísticas de información. Este enfoque necesita un cambio o transformación real en cada persona llámese estudiante, maestro, padre de familia, administradores de educación. Los primeros puestos lo ocuparan no las notas, sino los cambios y la aplicación de los saberes en la convivencia social, familiar, gubernamental, que originen la capacidad de asombro, curiosidad, investigación, leer críticamente, responsabilidad, perseverancia, reflexión, que crea conciencia de sí mismo y de los demás, auto-motivación, auto-crítica, autoevaluación, resiliencia para confrontar las crisis y los conflictos reales del diario vivir.
Aprendizaje es un acto de crecimiento, que nos cuestiona para ir en busca de soluciones y de cambios.
Para sacar adelante el proceso de calidad ecológica, por ejemplo, frente a la realidad pública, académica, social, ambiental y cultural en que vivimos, tenemos que asumir este reto y el compromiso con seriedad, para seguir creciendo y mejorando.
Nuestra realidad es compleja y muy preocupante, la falta de amor por la naturaleza y la exclusión, son reglas que ordena la institucionalidad. Esto es intolerable y desde esta premisa debemos pensar nuestro compromiso como escuela ecológica que educa y forma hábitos de vida; no podemos ser indolentes frente a la inconciencia mercantil, inequitativa y despreocupada por el derecho al amor por la naturaleza.
La situación climática que estamos viviendo, regional y universalmente es androgénica, creada por el animal humano, el individualismo y la falta de conciencia y cooperación nos llevan a desperdiciar oportunidades valiosas para evolucionar como sociedad humana y vida ecológica.
Es el deber de la pedagogía, la filosofía, la ética, la moral y la conciencia social, para la reconstrucción consciente y resiliente. La resiliencia afrontarla desde una perspectiva filosófica, ética, moral y el cómo aplicarlas en las comunidades sociales. La resiliencia sin aprendizaje, sin acción realista y aplicación de lo aprendido, es una pobreza como animal inteligente que sigue mirando situaciones difíciles y viviendo por vivir,
Los tiempos que vivimos parecen más a una máquina de guerra que a un mundo civilizado, pero también pone de frente muchas alternativas que nos dan pistas para resistir y construir espacios de creatividad fecunda. Las instituciones y la comunidad, como escuelas formadoras, es uno de estos espacios, porque la escuela que se deja interrogar por la sociedad y un contexto cultural que diversifica las formas de educarnos; es una riqueza inmensa que se debe saber leer, comprender, contextualizar y potenciar.
Nosotros como personas comprometidas con el proceso de educar, más allá de la escuela, somos una masa crítica capaz de proponer y realizar imaginables y renovadas formas de culturizar y hacer tomar conciencia para aprender amar y respetar la madre naturaleza.
En esto tenemos que apoyarnos para seguirle las huellas al camino alternativo por donde transita Colombia y el mundo.
Esta razonabilidad, nos obliga a pensar la pedagogía de otra manera, hay que trabajarla, realizarla, desarrollarla en el ser y en la sociedad, estructurando y transformando. El problema no será entonces de unos cuantos, sino la educación conformada por la comunidad institucional y la sociedad en general. Esto no es desorden, es enriquecer el proceso de repensar, reconceptualizar y recontextualizar más allá del mismo proceso que ordena ciertas políticas rígidas
Hay que introducir la novedad, la tarea de interrogar e involucrar la comprensión por medio de la pregunta, no es tarea fácil, es compleja y produce malestar en su vivir, pero, lo que nos debe distinguir en su proceso pedagógico, es su concepción crítica que sustenta su razón de ser.
Esta es la necesidad urgente en el educar. Las instituciones han perdido el sentido de formar el carácter ético, moral y de razonabilidad, pero siguen graduando personas que no saben pensar, entender, leer la historia, la economía, el arte, la literatura y la ciencia, donde es mejor dar información que formar el valor de respeto, de honestidad, que sepa un saber y de pedagogía, con empatía, amor por la vida.
El ser educado está en todas partes, en la calle, en los medios, en las redes sociales, desgraciadamente la cultura actual se dedica a trasmitir, fascinar y engañar. La escuela y la sociedad debe generar propuestas y ejemplos, salir del consumismo egocéntrico y al servicio de quienes no gustan del desarrollo intelectual, social; que menosprecian al ser humano con moral, ética y dignidad, que aprende, trabaja, conversa, ama y construye comunidades.
Las enfermedades de la irracionalidad y la racionalidad pura, el patrocinio de la ignorancia, están ganando terreno, se pierde no solo la democracia, sino la esencia de lo que nos hace humanos
Él ahora nos llama a construir una didáctica del encuentro para proyectarnos como sujetos de acción con una posición política, pedagógica, filosófica, económica, ecopedagógica que nos dé identidad y coherencia personal, familiar y social, para que nuestra posición pase de una reacción contestaría a abordar la lucha por el cambio desde el saber pedagógico, filosófico, científico, ecológico que tenemos, es decir, empoderarse en el conocimiento, repensar la práctica, aprender, aprehender, desaprender y reaprender, donde la actividad por el saber y actuar, sea la manera de afrontar las políticas desde lo pedagógico, ecológico, es lo que se debe aprender.
Hay que intentar una mirada distinta, una lectura colectiva que ponga de relieve la experimentación como condición para la transformación, que nos permita decir que está pasando en nuestra situación ambientalista, social, cultural, si llevamos el real sentido humano en el corazón desde lo pedagógico, epistemológico y filosófico, nuestra comunidad regional y nacional, será ejemplo de educación y formadora de ciudad educada y educadora, que para lograrlo necesita de la participación de todos, como lo dice el proverbio africano. “PARA EDUCAR UN NIÑO TIENE QUE PARTICIPAR TODA LA TRIBU” y que la academia se unte de pueblo.