José A Soto
“¿Saben que es lo más incómodo para nuestro cerebro? Pues cometer errores.
Tenemos que aprovechar los errores porque ahí empieza a ocurrir una neuroquímica que es maravillosa para poder llevar a nuestro cerebro a otro lugar.
…Entonces lo que hace tu cerebro es darse cuenta de que esos cambios que está haciendo son positivos. Así que de todos los descubrimientos que hay en neurociencia, para mí este avance es fundamental, saber cómo podemos hacer que nuestro cerebro aproveche el fallo, cómo podemos darle seguridad en la incomodidad y cómo aprovechar las ventanitas que se nos abren a nivel cerebral para que transforme estructuras. Y con eso trabajo todos los días, y las personas ven los cambios”. Ana Ibáñez, Neurocientífica.
De manera sutil se ha ido acercando. En pequeñas apariciones, destellos, pequeñas muestras de su grandeza. Lentamente como el caballo del malo.
Soltar, dejar ir, es una condición de aceptación que difícilmente asumimos: se trata de hacer nuestra parte, y dejar el resto a la fluidez que necesitan los acontecimientos para que sucedan como corresponde, de acuerdo con “los tiempos perfectos de Dios” o con los avatares o previsiones del destino.
En nuestro afán soberbio de controlarlo todo, olvidamos que hay situaciones que no nos concierne resolver ya sea porque no están a nuestro alcance (muy frecuentemente) o porque no es una tarea para nosotros.
En la formación deportiva se habla mucho de la confianza que debe tener el atleta para realizar diferentes acciones de juego en lo colectivo, o ejecuciones rutinarias cuando se trata de acciones individuales. Pero es gracioso oír a algunos entrenadores o padres decir a sus dirigidos que confían plenamente en sus capacidades, las del deportista, y sin embargo se pasan todo el tiempo dando instrucciones sobre como ejecutarlas. Todo es muy contradictorio, pues cuando hay confianza se deja hacer, cuando hay desconfianza se dan instrucciones. Todo para que no se equivoquen.
Frases como: “si no lo hago yo, no queda bien hecho” o “ustedes no sirven para nada, si no fuera por mí esto ya se habría caído”, son demostraciones evidentes de falta de confianza muy propias del mundo laboral. Dejar hacer, permitir el fallo, hacen parte del proceso de aprendizaje, la equivocación muestra la ruta para la mejora, contribuye a la capacidad de tolerancia al fracaso y a la frustración. No lo olvides, el obstáculo es el camino.