En la vida política de nuestra nación se nota un profundo divorcio entre el compromiso por sacar al país adelante y el actuar de las personas que en este momento manejan los hilos del poder. Hay una preocupante ignorancia a nivel del Congreso de la República, diría yo que más grave en la Cámara baja donde los proyectos, en su mayoría, son aprobados de manera irresponsable pues ha sido evidente que, con contadas excepciones, el motor de esos votos positivos a propuestas mal elaborados, descontextualizadas y mediocres dependen de la llamada “mermelada”, por un lado y por el otro de la falsa creencia de que hacer oposición política es lo mismo que comportarse como una serie de borreguitos sumisos alrededor de una mal interpretada ideología. Está claro, en este momento el direccionamiento del gobierno pertenece a una propuesta de contenido filosófico de izquierda y eso no tiene porque ser malo. Mucha gente le tiene miedo a “la izquierda” y la verdad, eso no debería ser así siempre y cuando los lideres y personajes empoderados para orientar los cambios tendientes a un equilibrio en el cual se reduzcan importantemente las brechas sociales logrando un entorno digno y justo, sean personas desprovistas de “veneno”, “revanchismos anacrónicos y comportamientos politiqueros y arribistas. Pero no, aquí estamos soportando a un gobierno cuya inteligencia, sin que duda la tiene, está enfocada en un modelo, descalificador, calculador y malintencionado. El famoso “chu, chu, chu”del señor Petro es el resumen de una elaborada planeación aniquiladora. ¿Por qué nos quieren conducir al atraso? La respuesta a ese interrogante parece escalofriante pues en la destrucción de las fuentes de ingreso del país en todos los escenarios, el soterrado intento por acabar con la educación privada, dar al traste con el sistema de salud, las antinaturales propuestas que afectan a la vida desde su inicio, a la familia y a las buenas costumbres y el oxígeno a los grupos criminales que ahora cogobiernan se cimenta una oscura intención que curiosamente varios ciudadanos parecieran no captar: y claro, lo mejor para llevar al caos es aprovechando la fuerza de la ignorancia y las necesidades de una parte del pueblo que engañado con promesas y “logritos” tibios, sigue pensando que la polarización y el odio son los mejores insumos. Es una pesadilla este ambiente. El presidente dando mensajes inmorales de impunidad y amenaza constante con temas como el de Benedetti, en un carrusel costosísimo como lo es mantener un silencio: ¿será que está secuestrado el poder? o que pasa ¿Qué se estará fraguando? ¿será que un Diosdado a la colombiana se está entrenando? Esto que vivimos no es propiamente una oposición constructiva, no es un gobierno proactivo, no es un liderazgo sano. Hay que tener cuidado pues de verdad, la democracia está muy manoseada y el futuro de Colombia está peligrando. [email protected]