La exconsejera presidencial Sandra Ortiz, hoy quisiera ser mensajera con bicicleta y no transportista de valores en camioneta. Ese domicilio le salió caro y de propina está a punto de perder su libertad.
Según Sneyder, llevarle billete, dádivas como dice la Corte, al presidente del Senado Iván Name, la dejó sin cargo, desprestigiada, imputada y lo más importante, sin carro oficial con escoltas. En Colombia el símbolo del estatus es la camioneta Toyota con blindaje, suministrada por la UNP. Si el doctor Augusto Rodríguez, diera gusto a los que le piden carro con mil excusas de inseguridad, habría que presentar otra reforma tributaria.
El gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego, se aprovechó de los excluidos para robarlos. Delinquió y pecó. El que peca y roba mata de sed a los niños y niñas que aún esperan agua potable. No lluvias ácidas de invierno.
Petro construyó su propio Das en la UNGRD. Allí nacen, pero no mueren los halcones de esta administración. ¿Cuánto se robarán con la declaratoria de desastre a causa del duro invierno? El doctor Carlos Carrillo brinda confianza y hay que creerle. No es de buenas maneras, pero no se le puede acusar de apropiarse del dinero público. A quienes no se les puede creer es a tantos eslabones que actúan en la cadena para llevar los auxilios a los damnificados. El señor Carrillo por miedo a que se pierda el dinero puede caer en el extremo de no ejecutar con prontitud el presupuesto. Los que han perdido todo en esta emergencia esperan ligero las ayudas. Demasiados controles lo pueden ahogar. No basta con ser honrado, dice la norma. También hay que ser eficiente.
Desde Bogotá apartaron del presupuesto nacional miles de millones para los indígenas guajiros y se los desviaron a los congresistas y altos funcionarios para aprobar las leyes que necesitaba el gobierno, no el pueblo.
Todas las leyes de la pasada legislatura son ilegales y producto de un concierto para delinquir. Las mayorías se consiguieron con coimas. No fueron frutos de consensos ni discusiones. Golpe duro a la democracia por parte del gobierno nacional. Quien obtiene sin merecer pronto lo verá desaparecer.
Las pruebas son: Sandra Ortiz, alta consejera presidencial; Name, presidente del Senado; Calle, presidente de la Cámara; Pinilla y Olmedo, capos de la UNGRD; seis congresistas vinculados por la CSJ y otros seis suspendidos en el partido conservador por votar contra las directrices de la colectividad.
La primera ficha que desapareció de la Caja de Nariño fue la alta consejera Sandra Ortiz. Rico o pobre. Educado o sin formación, si tiene oportunidad de acceder a dineros públicos no se deje tentar, ni aumentar la cuenta de ahorros. Si lo descubren su familia sufrirá graves consecuencias y el resto de su vida será miserable.
Pedir boleta para visitarlo en la cárcel, hacer fila para ingresar y agacharse semidesnudo para demostrar que no lleva nada adentro es humillativo. Quien primero se informa de su caleta es el abogado. Por ahí comienza a perder lo tumbado porque le cobran duro por la defensa. Los buenos juristas son costosos y los malos caros.
Cuentan que cuando la doctora Ortiz se sentó frente al despacho que la citó por primera vez le comenzaron temblores, nervios, náuseas, pánico y algo más. Para no tener que usar el desfibrilador esa diligencia se pospuso.
Mañana 29 de noviembre, cuando regrese al búnker a la imputación de cargos el asunto será peor. Le queda difícil colaborar delatando porque la ley exige que sea de la cadena de mando hacia arriba. Por encima de ella solo está el presidente. Esa razón llegó por otra vía y los subalternos se tienen que inmolar para salvar al jefe. Hay que cargar el muerto para no ser el muerto, dicen los códigos no escritos del bajo mundo. Sus allegados avisan que no aceptará cargos y se declarará inocente. Será un juicio complicado porque los beneficiados con las dádivas Name y Calle, están por cuenta la Corte. Allí probablemente serán condenados y le queda difícil a un juez ir en contravía de sus superiores los magistrados.
Sería absurdo que la CSJ condenara a los congresistas Calle y Name, por recibir dinero de la doctora Sandra Ortiz, y a ella la absuelve un juez inferior. Solo los salva una prueba sobreviniente muy categórica. Un milagro. No sabemos si Colombia aún es el país del Sagrado Corazón.