En el Quindío “se siembra un dedo y nace un abrazo”. –Guillermo Vélez
Conocí la obra de Memo Vélez muy tarde. Fue un momento interesante cuando vi sus cuadros y sus grabados que alguien conservaba porque a su paso por Armenia en 2005 me encontraba en otra parte. Luego me vi repasando un enorme volumen de los impresionistas norteamericanos, pero no pude encontrar semejanza sutil o cercana en ellos con la obra de Guillermo Vélez para darme una idea de su inspiración. Fue entonces cuando pensé creer que esta obra del quindiano debería verse a la luz de William Blake o Frida Kahlo para completar la faena de conocer un pintor con un poeta, o tal vez sea al revés. Esto lo dice desde luego un neófito en la pintura, ansioso de hallar huellas propicias y asociadas con el bardo.
Entonces aparece El Gesto Desnudo[1] donde, entre completos detalles biográficos, testimonios de varia naturaleza y policromías a color por todas partes, la escritora quindiana Catherine Rendón iluminó mi camino. Es tan abundante esta crónica biográfica de una vida que parecería imposible reseñarla. Cada línea sobre el pintor, o sobre el poeta, es una metáfora que no deja lugar a un respiro. No existe en el Quindío, que sepa, un intento de volcar la obra de un artista nuestro como un regalo a la comunidad que lo había ignorado o que, por lo menos, no lo conoció del todo.
Se requiere de una voluntad disciplinada, una gran tenacidad y una pasión literaria de marca mayor para evocar, en 275 páginas, la vida y obra de Vélez Mejía. Por supuesto, este esfuerzo de Catherine comprende la importancia de una investigación minuciosa con la idea de que la cultura quindiana atienda la importancia de una obra como un crédito artístico posiblemente inadvertido. Articular la pintura con los versos es una parte creativa del libro; pero lo que otros deben hacer enseguida consiste en ofrecer la perspectiva de una poesía (el poema “Tengo” es una novedad) como el adecuado conjunto literario de un pintor, como es el caso de Héctor Rojas Herazo.
Si Memo predica de entrada que “la irreverencia es mi norma”, parecería obvio advertir que se hace difícil acompañar su historia con semejante pronóstico que ofrece, en entrada, cierta dosis de anarquía. Pero la joven escritora —que ha deambulado con éxito por varios escenarios latinoamericanos y ha sido aquí la voz del Encuentro Luis Vidales—, nos permite acercarnos no solamente a ese Portugal donde vivió un tiempo el pintor, sino también al poeta lusitano Fernando Pessoa quien, con el peruano Cesar Vallejo, ilustran el trémulo y desenfado trabajo pictórico de Velez Mejía.
En las numerosas cartas originales que acompañan el libro de Catherine Rendón, enviadas a su esposa y a Pistolita, su hija, Guillermo Vélez revela el alcance de su sensibilidad como un reflejo de sus lienzos y la expresión de sus rostros. Es allí, precisamente, en el juego de las fisonomías, donde se puede evocar el grito de Münch como la indignación por ciertas costumbres, desacatos y corrupciones que constituyen el marco donde Vélez se expresa en un mundo que lo aceptó, quizás a pesar de él mismo. Estas cartas son, en el mundo personal del poeta, un torbellino de metáforas en las cuales la inspiración del artista se muestra en toda su magnitud.
Noviembre 2024
[1] Rendon, Catherine, El Gesto Desnudo, Guillermo Velez, Corónica Editorial, Armenia, 2023.