Por Carlos Alberto Garzón Espinel
Arquitecto urbanista
El Paisaje Cultural Cafetero Colombiano (PCCC) enfrenta un reto fundamental: si bien cuenta con el reconocimiento como Patrimonio Mundial de la UNESCO y está reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación, su integración efectiva en los instrumentos de planificación municipal no ha alcanzado los niveles esperados. La experiencia de los últimos 13 años desde su declaratoria muestra que la incorporación del PCCC en los planes de ordenamiento territorial requiere una revisión profunda de los mecanismos actuales, evidenciando la necesidad de un cambio de paradigma en la gestión territorial.
Reto 1: Incorporar el Paisaje Cultural como un eje fundamental de planificación
El desafío va más allá de la preservación: requiere concebir el paisaje cultural como un eje estratégico para el desarrollo sostenible y regenerativo. Sin embargo, esto requiere una actualización profunda de las normativas locales, respaldada por directrices nacionales claras y operativas.
Es crucial concretar el Valor Universal Excepcional (VUE) del PCCC en una definición integrada que capture su esencia. Una posible formulación podría ser:
“El PCCC es un ejemplo excepcional de la interacción sostenible entre el ser humano y su entorno, donde el equilibrio entre la preservación de las tradiciones y la innovación tecnológica ha permitido la consolidación de un paisaje dinámico, cambiante y, a la vez, fiel a su esencia cultural y natural.”
Sin embargo, es igualmente importante expandir la visión más allá de los cuatro valores[1] tradicionalmente reconocidos desde la perspectiva del gremio cafetero. Esto permitirá incorporar una gama más amplia de valores que reflejen la riqueza multidimensional del territorio y las diversas perspectivas de todos los habitantes de la región. Entre estos valores destacan:
● Valores sociales y culturales que sostienen el tejido comunitario
● Valores ecológicos que garantizan la sostenibilidad ambiental
● Valores simbólicos y espirituales que fortalecen la identidad regional
● Valores productivos que sustentan la economía local
● Valores históricos que preservan la memoria colectiva
● Valores estéticos que enriquecen la experiencia del paisaje
Estos valores se materializan en atributos tangibles e intangibles que varían según las unidades de paisaje, lo que exige un enfoque diferencial y contextualizado para cada territorio dentro del PCCC. Esta perspectiva amplia no solo asegura la protección del paisaje cultural, sino que también promueve su integración efectiva en el desarrollo territorial, respetando y potenciando la diversidad inherente a la región.
Reto 2: Integrar intereses multisectoriales sin comprometer el Paisaje
El PCCC se encuentra en una encrucijada de diversos intereses sectoriales que compiten por el uso del territorio. La presión por la expansión urbana y suburbano, el desarrollo turístico, las actividades agrícolas y las necesidades de conservación ambiental generan tensiones que requieren una gestión cuidadosa y estratégica.
La clave radica en implementar procesos de planificación participativa que:
- Faciliten el diálogo entre todos los actores involucrados y gestionen los conflictos.
- Establezcan objetivos comunes de desarrollo sostenible y calidad del paisaje
- Generen compromisos verificables para la protección del paisaje
- Creen mecanismos de prevención, seguimiento y ajuste de las intervenciones para anticipar, mitigar o compensar su impacto y procurar su integración armónica y coherente al paisaje.
La experiencia ha demostrado que cuando los diferentes sectores comprenden que el equilibrio entre desarrollo y conservación genera beneficios a largo plazo, se pueden alcanzar soluciones innovadoras que fortalezcan tanto la economía local como la preservación del paisaje cultural.
Reto 3: Aprovechar las herramientas tecnológicas para la gestión del paisaje
La revolución digital ofrece oportunidades sin precedentes para la gestión efectiva de los paisajes. Las herramientas tecnológicas actuales permiten:
- Análisis detallados del territorio mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG)
- Simulaciones de impacto ambiental y paisajístico en tiempo real
- Modelación de escenarios futuros con inteligencia artificial
- Monitoreo continuo de cambios en los atributos del paisaje, afectando por tanto sus valores y objetivos de calidad.
Sin embargo, su implementación en la gestión del PCCC sigue siendo incipiente por no decir nula. La adopción efectiva de estas tecnologías no solo mejoraría la toma de decisiones, sino que facilitaría la planificación de intervenciones que respeten y potencien los valores del paisaje en el PCCC que se materializan en diferentes atributos.
Conclusión: Hacia un ordenamiento territorial sostenible
La integración efectiva del PCCC en el ordenamiento territorial requiere un enfoque transdisciplinario donde arquitectos, urbanistas, ingenieros, gestores culturales y comunidades locales trabajen de manera coordinada. El PCCC trasciende su dimensión física para convertirse en un símbolo de identidad regional y un motor de desarrollo sostenible y regenerativo.
El éxito en la gestión de este paisaje cultural dependerá de nuestra capacidad para:
- Articular efectivamente las diferentes escalas de planificación
- Implementar mecanismos de participación inclusivos
- Aprovechar las tecnologías disponibles
- Mantener un equilibrio entre conservación y desarrollo con límites bien definidos y concertados
El compromiso con la preservación y potenciación del PCCC no es solo una responsabilidad técnica o administrativa; es una inversión en el futuro de la región y un legado para las próximas generaciones.
¿Qué otros retos consideran fundamentales para lograr esta integración? Comparta sus experiencias y reflexiones en los comentarios.
[1] ¿Cuáles son los valores de excepcionalidad del PCC?: (tomado de https://paisajeculturalcafetero.org.co/preguntas-frecuentes/ )
A. Esfuerzo humano familiar que ha pasado de generación en generación, para producir un café de excelente calidad
B. Cultura cafetera para el mundo
C. Capital Social estratégico
D. Conservación y equilibrio entre tradición y tecnología para garantizar la calidad y sostenibilidad