Émerson Castaño
En el año 2021, se envió una denuncia diciendo en uno sus párrafos lo siguiente: “Ejemplos de las coimas, la que entregó el empresario dueño de Vipcol en la finca Bethel (William Alberto Rodríguez Diaz), dentro del jacuzzi nuevo, junto a la piscina nueva, frente al gimnasio nuevo, junto a la lujosa casa recién remodelada y a la tecnología oficina nueva que construyó el gobernador. Jacuzzi en donde se encontraban, su jefe de finanzas (su hijo Pablo Jaramillo Arango) y una ex funcionaria del gobierno departamental…”.
La persona que denunció esto debió haber sido testigo de lo que estaba ocurriendo en el momento. Tanto así que, dicha denuncia se envió como anónimo a los diferentes organismos de control (Fiscalía, Procuraduría y Contraloría) para que tomaran medidas y evitaran un daño mayor. El denunciante añadió lo siguiente: “el desenfreno y la corrupción de la que hace gala en la Gobernación del Quindío es impresionante. El desmedido poder del gobernador, está blindado, según el mandatario, porque dice que es el mejor amigo del director Seccional de Fiscalías del Quindío, Justino Hernández.”.
Como era de esperar, la denuncia quedó en el olvido. Tal vez porque en ese momento nadie se atrevió a investigar a Roberto. Además, la pandemia había impactado profundamente a la sociedad, llevando a las personas a preocuparse más por su sobrevivencia que por el saqueo al departamento del Quindío planeado desde el piso 19 del edificio gubernamental.
Nada de lo denunciado se ha podido demostrar, y no porque falten pruebas, sino porque los organismos de control nunca demostraron interés, a pesar de ser los competentes para investigar. Lo que sí es verificable es la avalancha de contratos otorgados a la empresa Vipcol. Por ejemplo, el contrato número 627 del año 2020, por valor de $4.366 millones 534.721, seguido por otro contrato en 2021 de $6.860 millones777.587, y otro en 2022 (contrato No 3110), que alcanzó el sorprendente valor (con adición) de 10.000 millones de pesos. Todas las licitaciones las ganó William Alberto. Los entes de control tampoco se atrevieron a tocar a los grandes empresarios del Quindío. El gobierno de Juan Miguel Galvis le concedió otro contrato a Don William (CPS 008 de 2024) por un valor de $7.406 millones 581.753.
Mientras tanto, se iba consolidando otra operación mayor a través de la Empresa para el Desarrollo Territorial –PROYECTA–, que apuntaba a una ambiciosa movida corrupta inicial.
Terminó el año 2021 sin que prosperara la denuncia contra el entonces gobernador. Se reestructuró la Promotora de Vivienda y Desarrollo del Quindío, que pasó a llamarse Empresa Para el Desarrollo Territorial, simplemente para facilitar el desvió de fondos. Las actas de inicio de obra estaban listas para arrancar la operación más brutal de saqueo en la historia del Quindío y del país: el 8 de febrero de 2022 se firmó el acta de inicio de la obra “Reposición de la capa de pavimento del Pueblito Viejo Municipio de Aguadas-Caldas”.
Si el ex gobernador Roberto Jairo Jaramillo aceptó su relación con Mario Castaño ante la Corte Suprema de Justicia, es lógico suponer que estaba al tanto de toda la operación de corrupción al interior de PROYECTA. Ese mismo día del 8 de febrero de 2022 se firmaba otra acta de inicio de obra (No. 001 de 2022) con el objeto de “Rehabilitación De Vía Terciaria Mediante la Construcción De Placa Huella En El Sector Productivo De La Vereda Remolinos Zona Rural Del Municipio De Calima EL DARIEN- Valle Del Cauca”.
Ese día se firmaron múltiples actas de inicio. Otro contrato se destinó a favor del municipio de San José de Caldas (contrato de Obra No. 028 de 2021). La euforia del entonces gobernador era desbordante. Él hizo creer a más de uno que su gobierno obtendría los mejores resultados de gestión, lo cual lo “proyectaba” como un fuerte candidato “presidencial”. Un día de 2022, Roberto Jairo Jaramillo, en compañía del alcalde local y Pierre García Jacquier, arribó a Quimbaya para inaugurar una obra. Pero aquel día, algo en el aire parecía indicar que no todo era lo que parecía, y las sombras del pasado aún acechaban a aquellos que, como ellos, se creían impunes.