A las directivas de las universidades, a las oficinas de Bienestar Institucional, a la Oficina de Asuntos Disciplinarios y a las directivas académicas de las Facultades de Ciencias Básicas y Ciencias Humanas y Bellas Artes llegan permanentemente quejas, derechos de petición y demandas relacionadas con los problemas ocasionados por el alto consumo de cannabis dentro de la institución y sus alrededores; por los altos niveles de decibeles de la música que se coloca en el lugar denominado Mesitas y en los eventos del 4-20 (celebración estudiantil del día del consumidor de cannabis). Estas comunicaciones las envían estudiantes, profesores, trabajadores, padres de familia, vecinos del sector y ediles como reposa en los archivos de la institución. Para dirimir o aclarar estas críticas la institución se ve abocada a navegar entre dos corrientes confusas: de un lado abogando por el respeto a la libre autodeterminación de las personas y el reconocimiento y el respeto de las minorías y, por otro lado resaltando la autonomía universitaria para tratar estos asuntos, vigilando la protección de los niños, niñas y adolescentes; velando por la seguridad dentro de su multi campus, trabajando en pro de los ambientes saludables; insistiendo en la necesidad de acogerse a los retos misionales de la universidad, negociando pacíficamente los conflictos y buscando consensos en temas, derechos y deberes fundamentales.
En las anteriores misivas, en las consultas psicológicas y en las intervenciones de padres de familia en los espacios denominados Universidad en Familia y Mesa de Expertos en SPA, que funcionan en Bienestar Institucional, prácticamente todos los padres y madres escuchados evidencian una gran crisis dentro de los hogares a raíz del asunto en mención; por problemas de entendimiento, enfermedad, desánimo, mal comportamiento, bajo rendimiento académico, deserción escolar y obstrucción en la graduación óptima de sus hijos y distorsiones en su proyecto de vida.
Los atajos a la profesionalización y el ascenso social
Durante el trabajo de campo realizado por el Grupo SPA, las labores de la estrategia Centro Escucha, los saloneos, las consultas y las encuestas que se han venido aplicando, se observan los siguientes fenómenos que atañen específicamente al rendimiento académico y su relación con el consumo de SPA: la mayoría de los usuarios de las Mesitas de Básicas son personas que pertenecen a 1º, 2º. y 3er semestre de carrera: es decir, aún son demasiado jóvenes, incluso adolescentes, para desempeñarse con plena responsabilidad de juicio y acción dentro de un ambiente tóxico.
Muchos cuentan libremente que están regados en la malla curricular, otros están repitiendo, algunos necesitan acuerdos académicos para continuar, varios llevan 7, 8, 9 y hasta 13 años dentro de la institución sin alcanzar ningún grado académico y existe total evidencia de personal expulsado o simplemente extraño a los miembros de la comunidad; estos dos últimos casos tomando los espacios de la universidad como refugio ante el rechazo familiar, engañando a los padres y tutores acerca de una falsa condición de estudiantes, mostrando una manera de evadir el control policivo a sus actividades delictivas, incitación permanente al consumo y franco ejercicio del microtráfico.
Los nuevos guetos: Autoaislamiento y degradación
En varias ciudades y lugares del mundo existen grupos humanos muy distintivos por sus condiciones sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas que se fueron configurando en la medida que sufrieron el rechazo social, la desterritorialización y una nueva territorialización según sus características, construyendo nuevas identidades, mentalidades, mitos, leyendas e idearios que los agrupan.
Tradicionalmente ha sido el caso de judíos, gitanos, los resguardos indígenas, habitantes de barriadas en las afueras de las urbes, moradores de frontera citadina y rural, indocumentados, delincuentes, drogadictos y personas con trastornos mentales, enfermos de lepra y de SIDA.
Pero en la actualidad existen espacios y personas que van delimitando un centro o corredor de conductas y comportamientos similares y que paulatinamente se van alejando de la sociedad y sus ritmos familiares, laborales y educativos, por elección propia, como estilo y opción de vida. Se conocen casos en el Japón, los EE. UU, algunos países de Europa y muchas barriadas en las ciudades del llamado Tercer Mundo. Pero en estos casos ya no es por falta de condiciones básicas de existencia, sino como determinación individual para estar entre iguales y poder consumir drogas, escuchar cierta música, tener otro tipo de relaciones sexuales, usar una vestimenta típica, comunicarse en una jerga específica e ir adoptando unos códigos de comportamiento exclusivos de esa micro comunidad.
En ciertos casos, aún dentro de la comunidad y el campus universitario, espontáneamente se van perfilando unos sitios y unas personas que comparten aquellas características; pero donde no se ve que prime el ejercicio artístico, las afinidades políticas y, menos la dedicación a la investigación, el estudio o el servicio social. Allí tampoco existe la práctica de un rito religioso o costumbre gastronómica especial.
Por lo tanto van apareciendo unas condiciones que los distancian cada día más de las características y necesidades de las otras personas, grupos y mayorías que están dentro de los salones de clase, los laboratorios, los auditorios, los campos deportivos, las oficinas, las cafeterías y sitios de estudio y sano esparcimiento; descuidando el estudio, la alimentación, la salud física y mental, la presentación personal, mostrando una comunicación bastante restringida, utilizando la mayoría del tiempo solo para el consumo de SPA y, en consecuencia autoaislándose y degradándose.
Curiosamente estas personas no están pidiendo más educación, investigación, dotación, calidad o conexión con la sociedad. Sólo están dedicados a habitar y ejercer sus condiciones típicas y que se les respete y reconozca el espacio y su dedicación al consumo, como máxima necesidad y elemento identitario. Y esto, si bien se puede admitir o tolerar en aras de un respeto a la individualidad, las características y los derechos de los colectivos, las identidades y las diferencias; no es menos cierto que constituye un fenómeno bastante apartado de la misión de una institución académica de nivel superior; donde se aprecia el deterioro constante de la persona, la degradación del ser y sus costumbres.
El eslabón encontrado
El fenómeno del narcotráfico tiene dentro de sí toda una cadena de cultivo, tratamiento, comercialización, apropiación y acumulación ilegal, exportación y consumo. De la naturaleza al consumidor existen muchos pasos, todos mediados por las fases de un mercado, por condiciones de explotación de campesinos y otros trabajadores, por los tramites ilegales, por características abiertamente delictivas en el mercado de las drogas, apropiación de terrenos públicos, devastación de la naturaleza, trata de personas, cultivo y exportación ilegal, comercio de armas, lavado de capitales, generación de las violencias más crueles, uso delictivo de menores y generador de nefastas consecuencias físicas, mentales, individuales y colectivas ambientales que tienen en jaque la naturaleza y la sociedad contemporánea.
A este crónico panorama no están escapando las instituciones públicas de educación de todos los niveles, máxime cuando dentro y alrededor de ellas se encuentra el eslabón clave de la cadena descrita anteriormente: el estudiante consumidor, como usuario principal, a más de algunos profesores y trabajadores del sistema. Si no hay consumo, no hay producción, oferta y comercialización. Pero lo más grave es que cada vez que la persona accede a una porción de drogas ilegales, está abiertamente alimentando la cadena de las violencias que distorsionan los anhelos nacionales y regionales de paz; pero, además, está contribuyendo sustancialmente a la degradación del ser, la naturaleza y el medio ambiente. A esto es necesario agregarle que este comercio es el aceite de muchas maquinarias políticas locales, regionales y nacionales y su concomitante cadena de corrupción, que han penetrado tanto a la derecha como a la izquierda, con problemas graves para la gobernabilidad, por el choque de intereses y la ilegitimidad.
Sintéticamente, es así como un fenómeno supuestamente contracultural y que surge adherido a las banderas de la libertad, la paz, la no violencia y el amor por la naturaleza, ha terminado revirtiéndose en un fenómeno que socava la persona, la sociedad y especialmente la educación, de una forma masiva y evidentemente degradante.