El columnista Pablo Jaramillo Arango, persona familiarizada con la política dado que es hijo del exgobernador Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas y doctor en Estudios Políticos y Jurídicos, escribió en la Nueva Crónica del Quindío el artículo Los jóvenes debemos tomar las riendas del Quindío [01-10-2024, https://acortar.link/PvMrPt] donde señala: «En el caso del Quindío, la falta de renovación en los liderazgos locales ha permitido que las viejas estructuras políticas, muchas veces marcadas por la corrupción y el clientelismo, se mantengan al mando de la toma de decisiones».
Para el columnista deben emerger «nuevos líderes comprometidos con el departamento y que estos líderes provengan, en gran medida, de la juventud quindiana». Expresa que «los jóvenes deben asumir su papel como agentes del cambio», que «la juventud, con su energía, creatividad e innovación, tiene la capacidad de transformar la realidad política de un territorio», que «los jóvenes del Quindío no están predestinados a repetir los errores de las generaciones anteriores. Tienen la oportunidad de escribir una nueva historia para su departamento, una que se base en la transparencia, la participación ciudadana y el compromiso con el bienestar común». Y concluye: «La invitación, entonces, es clara: el futuro de su departamento está en nuestras manos. No dejemos que las viejas mafias políticas determinen nuestro destino. Es el momento de actuar, de liderar y de demostrar que una nueva generación está lista para asumir la responsabilidad histórica de guiar al Quindío hacia el camino correcto».
Al leer estos planteamientos me pregunto: ¿Será que las anteriores generaciones no aportaron nada bueno y que nuestro futuro solo debe ser pensado por los jóvenes? ¿Cuál es la nueva historia por escribir? ¿Qué modelo político propone? ¿Cuál es ese camino correcto para guiar al Quindío?
De igual forma, en el artículo nombra de forma recurrente a filósofos, politólogos y sociólogos como Max Weber, Alexis de Tocqueville, Robert Dahl, John Locke, Hannah Arendt, Maquiavelo y Antonio Gramsci. De John Locke menciona que «el ser humano nace como una tabula rasa, y que es la experiencia lo que lo moldea», de Hannah Arendt que «La política no es solo un medio para obtener poder, sino un espacio de deliberación y creación conjunta del futuro» y de Hannah Arendt que «la democracia es un sistema que solo puede funcionar cuando la participación política es plural y activa». Alusiones que ratifican la importancia de tener en cuenta conocimientos y experiencias previas al momento de administrar un territorio y pensar en su futuro, y que la democracia requiere de una plural participación política, razones que me lleva pensar como improcedente que el futuro del Quindío y el cambio de su política clientelar y corrupta está en las manos de los jóvenes que con su creatividad e innovación transformaran la realidad política. Y no es que estas sean proposiciones falsas, es que contienen verdades a media.
Creo que las decisiones sobre el futuro de un territorio y sus habitantes son de responsabilidad intergeneracional. No olvidemos que en esta comarca coexistimos varias generaciones desde las primeras edades hasta los años de la senectud, y que vivimos en una época donde la esperanza de vida aumentó y la pirámide poblacional se alteró como lo evidenció el DANE en los censos de 2005 y 2018 en el Quindío, donde la población entre 0 y 14 años bajó del 27,9% del total al 17,7%, la que está entre 15 y 64 años creció de 64,5% a 69,5% y la mayor de 65 años pasó de 7,6% a 12,8%. Si esto se dio en sólo trece años: ¿Qué tanto se habrán modificado los indicadores demográficos a la fecha?
En el artículo Animales, dioses e idiotas [4-05-2024, https://acortar.link/uOmqps], publicado en la revista mexicana Milenio, la filóloga y escritora española Irene Vallejo [1979] menciona a Joseph Henrich [1968], antropólogo evolutivo de la universidad de Harvard, que sostiene «… los logros de nuestra especie no son fruto de una inteligencia innata o habilidades mentales especializadas. El motivo es que crecemos aprendiendo de otras personas. Cada generación construye sobre los cimientos de las estrategias y sabiduría acumuladas por generaciones previas». Heinrich afirma que somos aprendices adaptativos por lo que «la innovación depende de nuestra habilidad para colaborar más que de nuestro intelecto, y el gran reto es evitar la fragmentación y la disolución de nuestras comunidades».
Por consiguiente, los grandes logros, avances y descubrimientos son el resultado de hallazgos previos, colaboración y saber compartido a lo largo del tiempo, por lo que siempre estamos parados sobre hombros de gigantes que nos precedieron y de los que aprendemos. Iluso sería pensar que el futuro, y particularmente el de los quindianos, dependerá exclusivamente de la creatividad e innovación de los jóvenes. Enfrentar este desafío requiere del conocimiento y experiencia de los mayores y de las habilidades, recursos y nuevas miradas de la juventud, en especial cuando los problemas a enfrentar, más allá de la vulgarización y corrupción de la política, son los del desarrollo humano en su conjunto, pensar solo en los primeros sería poner el foco en el poder político.
Armando Rodríguez Jaramillo
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