Cannabis Universitaty  (II)

4 noviembre 2024 10:50 pm

Compartir:

Francisco A. Cifuentes S.

Los calambres del alma

Siempre ha existido cierta tendencia por la cual la persona se va por la línea del llamado principio del placer en términos freudianos; pero en su desenvolvimiento social se va a enfrentar con el denominado principio de la realidad. En esta tensión muchas personas desde la antigüedad, encuentran placer en el uso de las drogas como rito ancestral, motivación religiosa y trascendental, como uso para resistir las arduas jornadas y evadir el sueño y la necesidad alimenticia. Y, por último, como costumbre y cultura; hasta hallar los casos en los cuales se convierte en necesidad crónica, con manifestaciones patológicas en las que irrumpen síntomas psicológicos, físicos y químicos que convierten el asunto en vicio y enfermedad.

Inicialmente se puede argüir placer, distensión, recreación, utilización creativa y práctica contracultural. Pero no siempre es así; pues la persona sigue persiguiendo una sensación que le suspenda la pesadez y el absurdo del vivir en una sociedad cada vez más compleja y problemática. Hasta terminar en un delicado placebo; porque los problemas individuales, de franca y profunda condición existencial, como los hechos de la confusa realidad, siguen existiendo por encima del consumo como evasión.

Es decir, las angustias existenciales y espirituales no tienen fin mientras exista el ser humano; pueden cambiar sus motivos y manifestaciones; pero esa especie de falla congénita, bíblica y temporal seguirá allí; es una herida y un hueco que nunca se llena o se cura, mientras la embriaguez pretende ser la solución y cada día incita más y más hasta desear, a partir de un solo instante, experimentar la vivencia del infinito. Por eso se llega a vivir cierta suspensión de la realidad y una aspiración a las vivencias irreales, que en la práctica nada solucionan; por eso se presenta una fugacidad permanente o un deseo de finitud que nunca se alcanza. Este contraste crónico lleva a comportamientos en los cuales puede dislocarse la personalidad, atrofiarse el yo, disminuir el superego controlador y llegar así al desquiciamiento total.

La bruma cannábica

Este fenómeno psicológico, personal, grupal y ambiental se caracteriza por la configuración de un espacio donde prima el humo y los efectos mentales del consumo de cannabis, que se convierte totalmente en tóxico y nebuloso donde los individuos ya no colocan atención a otra labor que no sea el mismo acto de fumar; manifestándose una especie de ensoñación permanente que va aminorando la capacidad de los sentidos para conversar temas de alguna complejidad, para escuchar otro tipo de conversaciones que no versen sobre lo mismo, que baja sustancialmente el ritmo del estudio, la lectura, la realización de ejercidos operacionales y físicos que requieran aplicación y rendimiento. En esta bruma cannábica los ojos rojos, diminutos y párpados caídos ya se van desconectando de un mundo tan rico y variado como es el ambiente educativo, investigativo, cultural y recreativo que mayoritariamente se vive dentro de la universidad.

Esto posiblemente les encanta a ciertos individuos y les da algún placer; igualmente le da alguna identidad personal o grupal; pero evidentemente los tipifica como bastante diferentes a las mayorías que actúan con mayor libertad, disciplina y concentración para el desarrollo de las responsabilidades académicas.

Lugares de resistencia y sublevación

Las banderas y las consignas de los movimientos estudiantiles y juveniles han variado sustancialmente, frente a las épocas donde existía una influencia mayoritaria de las tendencias izquierdistas de la línea Moscú, la línea Pekín y la pro cubano. En la actualidad, además de algunas preocupaciones políticas y reivindicativas tradicionales, han surgido los temas ambientales, animalistas, sexuales, musicales, relacionados con los grafitis, los tatuajes y el consumo de SPA.

Por eso, en el caso que nos ocupa, ante la ausencia de grupos políticos o de colectividades homogéneas, estos espacios los han venido llenando una especie de congregación difusa, no estrictamente definida y estructurada desde el punto de vista organizativo e ideológico; donde priman ambientes, costumbres y hábitos de vida, identificados como contestatarios, no tradicionalistas y que aglutinan algunas personas, pero no son masivos, no se rigen por elecciones democráticas ni por estatutos; más bien son espontáneos, aprovechan las coyunturas, los liderazgos son fugaces y su estancia es cíclica.

En este sentido estos lugares de consumo de SPA pueden considerarse espacios de resistencia a lo tradicional y de confrontación con lo establecido y las normas; donde hay momentos y breves períodos de sublevación ante alguna medida de las directivas que ellos no consideran conveniente a sus usos y costumbres. Por esto se considera un fenómeno de acción cultural y política, aunque no esté bien definido a la usanza tradicional de los partidos y movimientos sociales. Algunos teóricos los clasifican dentro de la denominación de Nuevas Tribus Urbanas y otros los clasifican entre los Nuevos Movimientos Culturales Juveniles de corte urbano, moderno y postmoderno.

El Quindiano le recomienda

Anuncio intermedio contenido