Por Álvaro Hernando Camargo Bonilla.
A la llegada de los españoles citados como Pixao, Pyjaos y Pinaos, los indios Pijao se dividían en dos grandes grupos enemistados entre sí: los de la sierra y los del llano; los del llano fueron: Coyaima, Natagaima, Guauro y Tamagale, tribus que mantenían en constante guerra con los de la sierra, diferencia discordia aprovechada por los españoles, que les permitió establecer alianza con los del llano, para combatir a los de la sierra.
Los denominados indios de la sierra, se ubicaban en las cabeceras del río Namay y entre los ríos Barragán y Quindío, vertientes al valle del Cauca; los del llano estaban aliados con la Corona.
El territorio ubicado entre la jurisdicción de Santafé y la Gobernación de Popayán, fue habitado por diversos grupos indígenas que fueron perturbados por la barbarie española, en cabeza del primer conquistador que paso por sus tierras, Sebastián de Belalcázar, secundado por Giraldo Gil de Estupiñán, Francisco de Trejo, Juanes de Gaviria, Julián de Zarate, Fernán Pérez, Miguel Losada, Martín Calderón, Francisco de Aguilar, Juan de Ampudia, Domingo Lozano, Francisco de Belalcázar, Diego Bocanegra, Bartolomé Talaverano, Bernardino de Mojica, Melchor de Salazar, Pedro de Velasco, Hernando Arias, Pedro Sánchez Castillo y Telmo Rosero, entre muchos más que usurparon su territorio a causado del asentamiento y fundación de pueblos como Neiva (1539), Cartago (1540), Ibagué (1550) y Buga, y (1559)-
El guerrero Calarcá
Los Pijao socialmente se organizaban en asociación tribales, elegían un jefe guerrero, como es el caso Calarca, jefe de la confederación de las tribus de Otaima, Cacataima, Mola, Anaytoma y Amoyá, principales guerreros en contra de los ibéricos, y quienes efectuaron el famoso asalto Ibagué.
A pesar de la inferioridad en armamento y técnicas de guerra, los Pijao no flaquearon y mantuvieron en constante bloqueo, ataque y asalto a los españoles, en especial, en los territorios de las localidades de Buga, Cartago, e Ibagué, puntos estratégicos en donde convergían los principales caminos reales de Timaná y Quindío, utilizados por los invasores para comunicarse y comerciar del reino de la Nueva Granada a las Provincias del Perú; caminos que se tornaron inseguros ante el asedio indígena Pijao.
Por el tiempo comprendido desde el año de 1569 a 1603, los Pijao se declararon en estado de guerra, y atacaban en emboscadas sorpresivas en los bosques (“operación avispa”), cuyo propósito se constituía en asaltar, robar, y dar muerte a españoles e indios a su servicio, para luego huir a las montañas en donde se tornaban invencibles, pericia que dificultó y dilato la conquista y ocupación del territorio Pijao.
En las rutas de tránsito de Oriente a Occidente (caminos del Quindío y Guanacas), les perpetraron sangrientos asaltos a los españoles, causando la muerte a un número considerable de españoles e indígenas a su servicio. Varios fueron los casos, de los cuales se denotan los de Pedro de Silva, hijo de Vasco de Silva, Gobernador de Popayán; Pedro de Mendoza, hijo de Vasco de Mendoza, gobernador de Popayán, Sancho García de Espinar, también Gobernador de Popayán, a quien además les robaron ocho mil pesos y numerosas joyas, además, del asesinato de cuatro esclavos negros; a Sebastián de Magaña, vecino de Cartago, a quien además, le robaron dos mil pesos de oro.
En Pindaná de los Cerrillos
En el año de 1603. atacaron y asesinaron en Pindaná de los Cerrillos, cerca de Cartago, a Jerónimo de Silva que venía en compañía Cristóbal Rodríguez, a quienes después de asesinarlos, les cortaron las cabezas, las que se llevaron para beber chicha en ellas, además, del robo de una cantidad considerable de joyas de oro y piezas de plata y mucha ropa que llevaban; a Diego de Castillo, le mataron siete soldados en el camino del Quindío.
Viene Juan de Borja y aniquila a los pijao
Esta fatalidad adversa a los intereses de la conquista española, hizo que se acudiera a una estrategia de guerra más contundente para poder consolidar la conquista del territorio de influencia de los Pijao que a juicio de los ibéricos se constituía fundamental, para el reparto de conquista, comunicación, comercio y explotación de minas de oro y plata.
Para la consolidación total de la conquista Pijao y otras indígenas, fue nombrado en 1605 Juan de Borja. como presidente, gobernador y capitán general de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá, quien tomó posesión del cargo, el 2 de octubre de 1605, se posesionó del mando el dos (02) de octubre del año 1605, apenas llegó, organizó un ejército de españoles, mestizos y mulatos, y otras de indios colimas y Coyaima, y emprendió la campaña el 27 de enero de 1607, cuando partió con 450 hombres a la guerra contra los indios Pijao, acompañado de casi un millar de hombres y mujeres que partieron rumbo al valle del río Magdalena, y de ahí a la provincia de Amoyá, y en el sitio del Chaparral, sitio donde dio la primera batalla a los pijaos, comandados el guerrero Calarcá, quien atrevido, arrogante y valiente enfrentó a los invasores, con la participación de guerreros, mujeres y niños, quienes se encargaban de prender fuego a los cuarteles de los españoles con flechas que, untadas de trementina y envueltas en algodón, disparaban encendidas sobre los toldos y tambos de palma en que acampaban.
Cédula Real comisionando a Juan de Borja para la guerra contra los pijao.
“Don Juan de Borja, a quien he proveído por mi Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada y Presidente de mi Audiencia Real de él: entre el Distrito de la Provincia de Popayán de dicho Nuevo Reino hay unos indios de guerra que llaman Pijao, que de mucho tiempo a esta parte han hecho y hacen muchos daños, muertes y robos, así en las ciudades circunvecinas como en los caminos que van a la dicha Provincia de Popayán y la de Quito, a los pasajeros viandantes, de manera que siempre ha habido muchos peligros y malos sucesos en aquel paso, sin que se atrevan a ir por allí, sino es tropas de gente, y aunque en diferentes ocasiones y tiempos diversas personas han hecho algunas entradas al castigo de estos indios con la gente que se ha podido recoger; y últimamente me escribe la dicha mi Audiencia, en carta de cuatro de Junio de 1604, que dos Capitanes, con el mayor número de gente que pudieron juntar, entraron a la tierra adentro a talarles los sembrados y demás comidas, y que dio orden para que el Gobernador de Popayán y otros pueblos de su distrito hiciesen otra entrada por su parte, y por la de aquella ciudad entró también el Capitán Pedro de Herrera con ochenta hombres, nunca se ha hecho cosa de consideración, y los daños van creciendo, y las ciudades de sus fronteras y comarcas despoblándose y acabándose, y los indios tomando cada día más atrevimiento y osadía; y porque conviene acudir al remedio de esto y al castigo y pacificación de aquellos indios, he acordado el sometéroslos, y encargaros y mandaros, como lo hago, que habiendo llegado al dicho Nuevo Reino de Granada, os intereséis e informéis muy particularmente de las personas prácticas y entendidas de él, del estado de la guerra de los indios Pijao, y de la orden que se podría tener para hacerla, reducirlos, pacificarlos y sujetarlos, sacándolos de las montañas donde se acogen para hacer a su salvo los dichos daños; y que por los medios que os parecieren más convenientes y necesarios, ordenéis y proveáis lo que fuere- menester en cualquier distrito, aunque sea de la Audiencia de Quito, y gastando todo lo que para esto fuere necesario, excusando por los caminos fáciles y convenientes que pudieres que no se toque en mi Real Hacienda, pero tomando de ella lo que no se pudiere excusar; y porque también me ha escrito la misma Audiencia que otros indios Carares, que están alzados al río Grande de la Magdalena, inquietan e impiden aquel paso, salteando y haciendo muchas muertes y robos, os cometo así mismo la pacificación de estos indios, para que la hagan como la de los Pijao, y de lo que en ello se hiciere, me avisaréis y daréis cuenta particular en todas ocasiones.
Fechada en Ventocilla á veinticinco (25) de abril de mil seiscientos y cinco años (1605)
—Yo el Rey—Por mandado del Rey Nuestro Señor, Gabriel de Hoa.”
Fuente: FRAY PEDRO SIMÓN. LAS CONQUISTAS DE TIERRA FIRME SEGUNDA PARTE. 4. * NOTICIA. CAPITULO I. pág. 278. BOGOTA, CASA EDITORIAL DE MEDARDO RIVAS. 1891.
Jesús Cuervo y Alejandro Caicedo, Camino de Santa Isabel. Su historia, conveniencia y practicabilidad y ventajas sobre los demás que atraviesan la Cordillera Central (Bogotá: Imprenta Zalamea Hermanos, 1888),