Carlos Alberto Agudelo Arcila

DIOS SONRIENTE PORQUE Él es la flor, el río, la piedra, el siervo, el león, la humanidad entera… y la sombra de la sombra más allá de nuestra comprensión.

EL CADÁVER DEL dios muerto en el pensamiento nietzscheano simboliza el fracaso de aquellos quienes no comprenden al verdadero dios: el Superhombre inexplorado en nosotros. Este nos invita a trascender las limitaciones y forjar el propio destino. Sin embargo, otros se aferran con firmeza a sus creencias muertas, resignándose a vivir en una espiritualidad atrofiada.

GENÉTICA DE DIOS en la gota de sudor, de agua, de aceite, de tinta, de néctar, de petróleo, de cianuro, de vapor… portadoras de vida y muerte, espejos de lo sagrado y lo profano, elementos del complejo tejido de la existencia.

COMO SI CON solo creer en Dios se garantizara ser una buena persona. En realidad, esa creencia puede otorgar al creyente la potestad de ser hipócrita. Así, la fe se transforma en salvajismo espiritual.

LA PREGUNTA NO debe ser: ¿Cree en Dios? sino: ¿Practica a Dios?

ABRIR LA PUERTA y aterrorizarnos al encontrar a Dios bajo la tempestad, con una sombrilla inundada de huecos en sus manos llagadas.

EL CONCEPTO DE Dios debe transformarse en pregunta cuya respuesta conduce a una profunda incertidumbre existencial.

DESPUÉS DE LA enfermedad, me quedó la idea de Dios como una úlcera incurable, símbolo de mis búsquedas sin respuestas.

AL BORDE DE la muerte, Satanás me susurró: “No eres digno de mí. Regresa y busca el lugar donde Dios se esconde. Quizás allí descubras por qué nunca antes me habías buscado”.

MI CONSTANTE EXPLORACIÓN existencial me enseñó a jugar la ruleta rusa de la fe ante lo desconocido: ¿Dios?

DIOS ILUMINA SU propio abismo infinito, sombras de misterios existenciales emergen en el horizonte del vacío.

DIOS, SILENCIO absoluto. Dios sin límites, al habérsele conferido un poder omnipotente por parte de quienes lo pensaron, más allá de la culpa.

DIOS LE AUMENTA peso al creyente, de lunes a domingo, y no hay escapatoria en esa partitura del creer.

SI A DIOS se depositara en una mochila, quien la abriera hallaría una joroba.

¿QUÉ HILARÍA DIOS, además del aguacero, en un jueves vallejiano?

LO ABSURDO DE creer o no creer en Dios me apasiona; en cualquier momento creo y dudo a la vez sin importarme contexto alguno.

QUÉ IRONÍA, Dios haber creado planetas desérticos y desiertos en millones de pensamientos, donde la esperanza germina como espejismo.

SE PUEDE SER de verdad auténtico, a las tres y cinco de un tiempo cualquiera, al imaginar a Dios, estando uno desnudo.

LAS IGLESIAS SON charcos de hipocresía donde el fanático se ahoga… No veo a Dios sumergirse en esas aguas para salvarlo.

AL CONFIRMAR LA existencia de Dios, se puso pálida. Cuando se miró en el espejo, su reflejo desapareció.
NADIE ESTÁ EXENTO de creer en Dios.