Jeffrey Sosa-Calvo, egresado del programa de Licenciatura en Ciencias Naturales y Educación Ambiental de la Universidad del Quindío y PhD en Entomología de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, ha logrado importantes hallazgos en su carrera investigativa dedicada a la relación simbiótica entre hormigas y hongos. Eso le ha hecho que su investigación más reciente, «The coevolution of fungus-ant agriculture», haga parte del volumen 386 de la revista Science, una de las tres más prestigiosas en el ámbito científico mundial.
Arrieras
Las hormigas del género Atta (conocidas como “hormigas arrieras”) llevan millones de años desarrollando una relación mutualista con los hongos que cultivan en sus colonias subterráneas para alimentarse. Para ello, cada día las hormigas obreras de la colonia recorren largas distancias hasta la planta indicada, pues son capaces de detectar qué tipo de vegetación es útil o no para «alimentar» al hongo que crece en sus huertas. Dentro de sus colonias, luego de llevar gran cantidad de materia vegetal, las hormigas mastican y mezclan con su saliva lo recolectado, resultando en una masa que sirve de alimento para el hongo. A su vez, el hongo produce «gongilidias», que son estructuras de las cuales las hormigas se alimentan, y de estas estructuras depende la supervivencia directa de la reina y las larvas de la colonia.
Plagas
Sin embargo, como cualquier agricultor, las hormigas también enfrentan uno de los mayores problemas: las plagas. El hongo que cultivan suele ser atacado por otra variedad de hongo conocida como Escovopsis. Es por eso que las hormigas han desarrollado un complejo sistema de defensa microbiana en sus propios cuerpos; ciertas bacterias crecen en ellas y, a su vez, segregan sustancias antimicrobianas que actúan como antibióticos. Las hormigas distribuyen estas sustancias sobre su cultivo de hongos para protegerlo de la plaga.
Para el doctor Sosa-Calvo es interesante el hecho de que las hormigas llevan millones de años protegiendo sus cultivos de plagas. Si se pone en perspectiva, el ser humano lleva solo entre nueve y trece mil años aplicando la agricultura a su forma de vida. En este periodo de tiempo, el ser humano ha desarrollado tecnologías cada vez más avanzadas en el cuidado y prevención de plagas. Sin embargo, estas se vuelven cada vez más resistentes, poniendo en peligro producciones mundiales, como es el caso del banano. “Quizá todavía tenemos mucho que aprender de las hormigas en cómo cultivar nuestros productos y manejar las plagas que puedan afectarlos”, menciona el investigador.
Revista
La publicación en la revista Science es el resultado de años de extenso trabajo y dedicación por parte del investigador Jeffrey Sosa-Calvo. El trabajo de campo siempre llamó su atención más que cualquier otra cosa. Tuvo la oportunidad de participar en muestreos de hormigas en bosques y plantaciones de café en el Eje Cafetero, pero como menciona: “Nunca pensé que podría ir a recolectar en varios países de Centro y Suramérica”. Agrega que “Tuve la fortuna de que mi asesor de doctorado valorara mucho el trabajo de campo y me dijo que debería viajar y recolectar para encontrar colonias de hormigas necesarias para mi tesis doctoral y varios proyectos que estábamos realizando”.
En el marco del mes del egresado uniquindiano, el reconocimiento al doctor Jeffrey Sosa-Calvo cobra especial relevancia. Su trayectoria como investigador y su reciente publicación en la revista Science destacan el impacto que los egresados de la Universidad del Quindío pueden tener en el ámbito científico internacional.