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No confundamos

16 octubre 2024 10:20 pm
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Columna del Colegio de Abogados del Quindío 

Por: Fernando Elías Acosta González *

Dio mucho de qué hablar el ‘famoso’ acuerdo del Concejo de Armenia por medio del cual se autorizó al alcalde para celebrar contrato de concesión, con el fin de agilizar algunos de los servicios de tránsito de la ciudad. La discusión estuvo para “alquilar balcones”. Pocas veces en los últimos tiempos del devenir de esa corporación administrativa (no legislativa, como erradamente nos enseñaron en el colegio), una iniciativa presentada por el ejecutivo local había levantado tanta ‘roncha’; originado posiciones y puntos de vista tan candentes.

En Colombia, donde casi todo “huele a corrupción” y la desconfianza hacia el Estado y la administración pública es casi generalizada, cada que los mandatarios buscan sacar adelante este tipo de propuestas en las que de por medio hay mucho dinero, surgen inmediatamente los comprensibles interrogantes: ¿cuánto se van a robar? ¿A quién le están haciendo el mandado? ¿Por qué no atender prioridades más urgentes y necesarias? ¿Si apenas es empezando…?

Aunque en el enunciado del acuerdo utilizaron el término ‘fotodetección’, seguramente para suavizar las reacciones, sectores ciudadanos “entraron en pánico” al enterarse de que en el futuro los conductores de la capital quindiana estarán en la mira de una fotomulta, definida por las autoridades de tránsito y transporte como “la detección electrónica de presuntas infracciones (admiten prueba en contrario) a través de sistemas automáticos, semiautomáticos y otros medios técnicos y/o tecnológicos”.

No hay que confundir. Como dice el refrán: “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. Quienes férreamente se opusieron al proyecto de acuerdo al interior del cabildo, no lo hicieron “porque sí” (frase que hizo célebre uno de los veteranos corporados), sino bajo el pleno convencimiento de que contenía serias falencias e inconsistencias. No leí, escuché ni vi que dijeran, por ejemplo:“nos oponemos rotundamente a las fotomultas”.

Dice la conocida frase que “el que nada debe nada teme”. Si su vehículo está en regla, si porta los documentos necesarios y además respeta al pie de la letra las normas de tránsito, ¿cuál es el miedo? ¿A qué le teme? Desafortunadamente calles y avenidas de la ciudad están inundadas de desadaptados sociales que creen que esto es una selva y pueden hacer lo que les venga en gana. Como peatones y conductores, hemos sido testigos directos, y en ocasiones sus víctimas, por su actuar irresponsable y agresivo.

Así como es imposible ponerle un policía a cada ciudadano, también lo es ubicar un guarda de tránsito en cada esquina, en cada calle, en cada avenida, en cada barrio. La evidente descomposición social también se extiende a la movilización vehicular. Aquí no es simple incultura, sino bárbaros al volanteque le importa “un pito” causar un accidente, ocasionar una tragedia. El creciente fenómeno de degradación en este campo, obliga a las autoridades a tomar alternativas, y las tecnológicas son parte de ellas.

¿Se necesitan realmente las fotomultas en Armenia? Para justificar el planteamiento del necesario interrogante, voy a citar apenas dos situaciones concretas de la muchísimas que ocurren en el perímetro urbano en los cuatro puntos cardinales de la ciudad: la primera tiene que ver con un fenómeno muy preocupante, de alto riesgo y en permanente aumento, que en un comienzo estuvo protagonizado de manera  irresponsable por los denominados domiciliarios en moto, que por “ganar tiempo”, se pasan los semáforos en rojo, pero como el mal ejemplo también es ‘contagioso’, ya no son sólo ellos sino muchos más los queestán violando flagrantemente el Código Nacional de Tránsito en ese sentido. 

Sin embargo, lo peor y más lamentable aún, es que esa osadía ya la están imitando algunos conductores de carro, que sin el menor pudor sacan la cabeza a echar un vistazo que no venga nadie y cruzan en rojo. Para completar el delicado panorama y más grave todavía, son aquellos conductores de buses urbanos que también lo están haciendo, poniendo en serio riesgo la integridad y la vida de los pasajeros. Ah, y no me lo contó la señora de la tienda, lo he visto una y otra vez con “estos ojos que se han de comer los gusanos”, como decía mi abuela que en paz descanse.

La segunda situación ocurre al norte de Armenia, al frente de la Estación de Servicio Oro negro. Existe un cruce en el que hay un aviso visible de “prohibido retorno” y todos – sin excepción – quienes van a regresar, violan la medida por mera pereza de ir hasta el retorno que queda un poco más arriba. Allí ha habido varios accidentes de tránsito por esa situación, pero desafortunadamente no pasa nada. Si usted fuera alcalde, ¿qué haría? Y no es que me esté convirtiendo en defensor de oficio del mandatario de los armenios.

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