Culto a la belleza dentro de una vida perpetua

9 octubre 2024 10:20 pm

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Aldemar Giraldo Hoyos

Es trágico el momento en el cual una mujer empieza a percibir su cuerpo como un objeto imperfecto que debemodificar y retocar constantemente para alcanzar la aceptación y el éxito; y espantosa la actitud de nuestra sociedad que dicta cánones de belleza de forzosa aceptación por parte de hombres y mujeres; se empieza a vivir de la imagen y para la imagen, ocasión aprovechada por la industria cosmética para emprender feroz vuelo.  Da la impresión de que los comerciales de productos “de belleza” nos hacensentir insatisfacción y deseos inalcanzables para asegurar sus ventas a futuro.

En la película “La sustancia” (género de horror corporal) de Coralie Fargeat, asistimos a un drama de terror, en el cual una sustancia transforma el cuerpo de una persona en una mejor versión de ella bajo la promesa de juventud, belleza y perfección; con gran dolor nos lleva a analizar temas cercanos a la naturaleza humana y su declive; la singularidad de un cuerpo que se convierte en esclavitud, en  modificaciones y alteraciones creadas y condicionadas por la imagen femenina “perfecta” que instaura la sociedad en ellas.

Nos negamos a envejecer y hacemos hasta lo imposible para impedir que la colectividad nos vea mayores o viejos; es común que se acentúe una gran insatisfacción con nuestro cuerpo y recurramos a engaños, aditamentos, prendas o camuflajes de los rasgos que dejan entrever el paso del tiempo (la edad); recuerdo a mi padre cuando se pintaba las canas con “negrumina” antes de buscar trabajo; en este mundo, la vejez y la fealdad cierran las puertas laborales.

El final de la cinta no es feliz; después de haber creado a Sue, una versión más joven que nació de ella misma, la vida de Elizabeth comenzó su declive; la joven, deslumbrada por el éxito rompió las reglas de juego y ocasionó daños físicos a su creadora, esta, en medio de la crisis y alimentada por la esperanza y la ambición no puso fin al experimento; así, es asesinada por Sue, quien al carecer de la versión original con vida se autodestruye en un baño de sangre.

A través de la película podemos apreciar la manera como los medios de comunicación invalidan a las mujeres, especialmente, aquellas que han sobrepasado los 20 años y tratan a las demás como un producto para sexualizar. Al mirar detenidamente la realidad caemos en la cuenta de que nos mantenemos asistiendo a “castings” para alcanzar nuestras actividades laborales y sueños; si somos viejos nos convertimos en muebles de adorno para museos de provincia y si nuestras mujeres no son bellas o no aparentan serlo, su declive empieza más temprano que tarde.

Como decía mi abuelo Roosevelt: “La vejez es como todo lo demás; para triunfar hay que empezar desde joven”.

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