¿Patriotas o patrioteros?

26 septiembre 2024 10:27 pm

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Roberto Estefan Chehab

Estamos saturados de patrioteros: se jactan de patriotas, alardean y hacen ruido, pero son peligrosamente anárquicos y disociadores. Con inusitada frecuencia aparecen propuestas orientadas con sus curiosas maneras de creer cómo debería ser una patria ideal y están dispuestos a luchar por sus ideas revolucionarias porque se quieren mostrar como adalides de la justicia social y el equilibrio. Como en toda actitud que caracteriza a las personas de egos hipertrofiados, no dejan de ser ambivalentes, contradictorios y superficiales. No es su motivación un serio y profundo sentimiento altruista y mas bien al revés, necesitan sentirse admirados. Es obvio que los asuntos nacidos desde la egolatría empiezan una vida tortuosa, mediocre y peligrosa que pareciera ellos no captan: claro, al no ser la profundidad y el serio análisis lo que los respalda, caen en el nicho de la ignorancia y la mediocridad cosa que también defienden. Y entonces, convierten a “la política” en su oficio predilecto, mientras que la inmensa mayoría de sus compatriotas amanecen y anochecen laborando arduamente para subsistir, ellos, los patrioteros se dedican a representar a ese pueblo que los ha delegado para gobernar, legislar y ejecutar: el pueblo, que somos todos, no tiene tiempo, ni conocimiento, ni ganas de regir su propio destino; con lograr sobrevivir a la cotidianidad, la premura, la angustia del día a día es suficiente. Y entonces, el camino para la patriotería está abierto para toda clase de “vivos”, generalmente motivados por la ambición, el resentimiento o ambas cosas y entonces salen a proponer y defender exabruptos disfrazados de flexibilidad, “mente abierta”, “modernismo” y otros “clichés” de esos que se inventaron para respaldar la pobreza argumentativa. Casi nunca se rodean de verdaderos grupos de expertos rigurosamente formados y experimentados cuando van a lanzar alguna de sus “brillantes ideas”, pues no les interesa la seriedad y ajustado consenso, más bien los ignoran pues son peligrosos para sus pupitrazos; con sentarse a debatir en un pequeño grupo de poder ¿sesgado? para lograr una votación favorable a su idea, arremeten contra los principios, los valores, la familia, la niñez, la naturaleza, y… lo grave es que ¡se salen con la suya! Los ciudadanos honestos se convierten en los malos, los criminales se tornan en intocables, las bases de la sociedad se dinamitan y el caos se va apoderando del contexto: por ahora ¿quién, de manera responsable puede entender una propuesta de permitir que los niños a partir de los nueve años puedan decidir su sexualidad o su genero (asuntos distintos y muy complejos) o que tal la ley que aprobó la interrupción del embarazo en la semana 22 (léase “asesinato”)? Y, seguir adornando barbaridades con el eslogan de ser la potencia mundial de la vida. Qué horror. Ahí les dejo ese par de ejemplos entre muchos exabruptos salidos de la patriotería. [email protected]

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