La importancia de los partidos políticos. Los verdaderos

10 septiembre 2024 10:30 pm
Compartir:

Hans-Peter Knudsen*

En columnas anteriores me he referido a la necesidad de definir unos mínimos no negociables de convivencia pacífica, a la importancia de proyectos de Estado de largo plazo (y no de periodos gubernamentales) y al peligro de la “liderodependencia” que lleva a la sociedad a esperarencontrar cada cierto número de años la persona iluminada capaz de afrontar lo divino y lo humano,  en quien descargar nuestra responsabilidad de todos los días como ciudadanos integrantes de una sociedad diversa.

Difícilmente podremos lograr lo anterior sin la existencia de verdaderos partidos políticos que representen líneas ideológicas con visiones claras sobre modelos de sociedad, sobre el papel del Estado, sobre la aproximación al concepto de mercado y sobre concepciones para el logro del bienestar colectivo.

Los partidos políticos son importantes para una sociedad porque son quienes ofrecen a los ciudadanos alternativas ideológicas que les ayudan a alinear sus creencias y valores con propuestas de Estado y de gobierno. Pero no solamente esto. Los partidos políticos logran la representación de grupos de ciudadanos que coinciden en su visión de sociedad, son LOS intermediarios válidos entre ciudadanos y gobierno, son el escenario adecuado de participación política, son los encargados de estructurar y organizar los gobiernos de turno  (incluso en retos tan importantes como la formación de coaliciones), son los garantes del balance de poder actuando como pesos y contrapesos y son los llamados a estudiar, investigar y difundir su pensamiento, su ideología, sus principios y sus valores. En ese componente fundamental de la difusión deben jugar un papel preponderante, un tanque de pensamiento y acción, la escuelas de formación política y los programas de liderazgo para las generaciones de relevo.

Esos partidos políticos, los verdaderos, tienen que ser serios, rigurosos, ejemplares, ilustradores y actualizados. 

Su seriedad y rigurosidad comienzan con la claridad absoluta de su ideología, como conjunto de principios y valores que guían la visión del partido sobre cómo debe organizarse la sociedad, la economía y el gobierno y del correspondiente programa político que traduzca su ideología en propuestas de políticas públicas concretas. 

Igualmente vital para un partido político es su base social,compuesta por afiliados y simpatizantes, así como las redes y alianzas que vaya construyendo con el tiempo. En un mundo altamente interconectado como el actual no es posible pensar en partidos políticos encerrados y desconectados.

Al lograr claridad meridiana en los puntos anteriores un partido político puede avanzar en su estructura y organización, definiendo una jerarquía interna, unos reglamentos y estatutos y unos mecanismos democráticos internos para elegir líderes y definir estrategias.

A lo largo de su existencia un partido político verdadero deberá trabajar en su viabilidad y sostenibilidad. Esta solo se logra a través de verdaderos Liderazgos transitorios (en mi concepto una poderosa razón para el anquilosamiento de los partidos y su falta de credibilidad y respaldo se debe a esos liderazgos eternos que terminan generando el mensaje de no haber sido capaces de formar las generaciones de relevo, a todo nivel) con personas representativas de los principios del partido y capaces de movilizar sus bases. 

Requerirá, también, procesos de formación, capacitación y desarrollo de candidatos aptos para competir en elecciones a diferentes niveles. Una verdadera cantera de figuras competentes para representar las ideas del partido de manera efectiva a nivel local, regional y nacional, siguiendo una estrategia electoral que incluya campañas de comunicación, movilización de votantes y alianzas políticas. 

Naturalmente la viabilidad y sostenibilidad de un verdadero partido político pasa por su financiamiento. Es esencial contar con los fondos para financiar las campañas, las actividades de organización y la difusión de las ideas. Esta financiación debe identificar y fortalecer las fuentes de orígenes lícitos y éticamente compatibles, garantizando la transparencia financiera que mantenga la confianza de sus miembros y de la sociedad en general.

La capacidad de comunicación, con mensajes claros, coherentes y efectivos, y las redes de apoyo institucional que le permitan ampliar sus bases y mantener conexión con la sociedad civil para promover sus ideas y fortalecer su legitimidad, son también elementos esenciales.

Finalmente, un partido político verdadero debe tener la capacidad de adaptación a los cambios sociales, políticos, ambientales y económicos y debe ser innovador en cuanto a nuevas ideas y nuevas formas de hacer política, siempre enmarcado en sus principios y valores sin traspasar, o mover, sus líneas éticas fundamentales.

Los partidos políticos verdaderos jamás entregarían avales a diestra y siniestra a los desconocidos recién aparecidos y nunca podrían permitir el manoseo de candidatos que saltan de uno a otro buscando “el sol que más caliente”, pero que no se identifican verdaderamente con el partido.

Si aceptamos que las condiciones arriba mencionadas son las que debe reunir un verdadero partido político y analizamos lo que tenemos hoy en Colombia, a nivel nacional, regional y local, ¿qué conclusiones podemos sacar?

¡Reflexionar racionalmente es el primer paso para actuar acertadamente!

*Rector Universidad del Rosario (2002-2014), Embajador de Colombia en Alemania (2018-2022)

[email protected]

El Quindiano le recomienda