El Paisaje: Un derecho, un bien común y una expresión Integral de la vida en la tierra

5 septiembre 2024 10:30 pm

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Por Carlos Alberto Garzón Espinel

En un mundo que enfrenta cambios vertiginosos y desafiantes en su entorno natural y social, el concepto de «paisaje» adquiere un significado profundo y urgente. No es solo una mera vista o una representación geográfica; el paisaje es la síntesis viva de la interacción entre el entorno natural y las acciones humanas a lo largo del tiempo. Es un espacio donde la topografía, la biodiversidad, la cultura, la historia y la percepción sensorial se entrelazan, creando un lugar dinámico y único. Este lugar refleja tanto la identidad de un territorio como la relación armónica o conflictiva entre la humanidad y la Tierra.

El paisaje, por tanto, debe ser entendido como algo mucho más que un escenario estático. Es un ente en constante evolución, moldeado por las fuerzas de la naturaleza y las decisiones humanas. En su esencia, el paisaje es una expresión tangible e intangible de nuestra coexistencia con el planeta.Es aquí donde se plantean preguntas cruciales sobre nuestro papel como «guardianes de la Tierra», y cómo nuestras decisiones de hoy afectarán a las generaciones futuras.

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Paisaje como un Derecho

El paisaje puede ser considerado un derecho fundamental. Desde la perspectiva de los derechos humanos, es parte integral del derecho a un entorno saludable. Esto no solo implica la lucha contra la contaminación o la destrucción ambiental, sino también el derecho a disfrutar de paisajes no degradados. Los paisajes son esenciales para nuestro bienestar, no solo físico sino también espiritual, mental y emocional. Ellos ofrecen un espacio de conexión con la naturaleza, de tranquilidad, y de regeneración personal.

Además, el paisaje puede ser visto como un derecho cultural. Las comunidades tienen el derecho de proteger, mantener y acceder a los paisajes que representan su identidad, historia y valores. Estos espacios son portadores de la memoria colectiva, un reflejo de las relaciones que los seres humanos han construido con su entorno a lo largo del tiempo.

Finalmente, el derecho a participar en las decisiones que afectan el paisaje es crucial. Los ciudadanos tienen la responsabilidad y el derecho de involucrarse en la conservación, uso y transformación de estos espacios. Solo a través de un enfoque participativo podemos asegurar que los paisajes sean gestionados de manera sostenible y equitativa.

Ver el Derecho al Paisaje en Colombia: Decreto Ley 2811 de 1974 en su parte V (artículos 302 a 304)

Paisaje como Bien Común

Más allá de ser un derecho, el paisaje es un bien común, una expresión del interés general sobre el particular. Es un recurso colectivo que debe ser gestionado y defendido para el beneficio de todos. Esto significa que su uso y conservación no deberían estar controlados exclusivamente por intereses privados que puedan perjudicar el bienestar público. En su carácter de bien común, el paisaje requiere una responsabilidad compartida entre gobiernos, comunidades y ciudadanos.

La gestión sostenible del paisaje reconoce su valor no solo para las generaciones presentes, sino también para las futuras. Es un llamado a la acción para preservar estos espacios que sostienen la vida en todas sus formas y que son fundamentales para el equilibrio ecológico y social del planeta.

Paisaje como Expresión Integral

El paisaje es una expresión integral de la vida en la Tierra. Es un portador de identidad cultural y de la memoria colectiva. Es un espacio que facilita la creación y recreación de saberes, prácticas y manifestaciones culturales. En este sentido, los paisajes no son solo entornos físicos, sino también espacios de bienestar donde se desarrolla un sentido de pertenencia y conexión con el entorno natural.

Reflexión Final: ¿Una Ley de Paisaje para Colombia?

En el contexto colombiano, la necesidad de una Ley de Paisaje que aborde la protección, ordenamiento, y gestión de estos espacios es indiscutible. Dicha ley podría ser un instrumento poderoso para garantizar que el paisaje, en todas sus dimensiones, sea protegido y gestionado de manera integral y sostenible. Sin embargo, es igualmente importante considerar si existen mecanismos alternativos que podrían ser más eficaces en una etapa inicial y allanar el camino en esta dirección.

Por ejemplo, la aplicación y reglamentación efectiva del Decreto Ley 2811 de 1974 en su parte V (artículos 302 a 304) , que de facto hace del Paisaje parte fundamental de los «Asuntos Exclusivamente Ambientales», por tanto Determinante, objeto y sujeto de concertación ambiental. Además, un enfoque colaborativo y participativo, en el que las comunidades locales, junto con los gobiernos y actores privados, desempeñen un rol activo en la definición de unidades territoriales o de paisaje, así como en la determinación de sus respectivos valores y objetivos de calidad, podría ser más adecuado a las realidades locales.

La protección del paisaje también podría fortalecerse mediante instrumentos como los Estudios de Impacto e Integración al Paisaje (EIIP), exigibles para determinadas intervenciones, y las Cartas de Paisaje, que son instrumentos de concertación de estrategias entre los agentes públicos y privados, aplicables a diferentes escalas, cuyo objetivo es mantener los valores paisajísticos.

Ver Convenio Latinoamericano del Paisaje LALI

Preguntas Clave para la Reflexión

  • ¿Estamos dispuestos a reconocer y defender el paisaje como un derecho y un bien común?
  • ¿Cómo podemos asegurarnos de que las decisiones sobre el uso y la gestión del paisaje se tomen de manera participativa y equitativa?
  • ¿Qué medidas concretas podemos adoptar, tanto a nivel individual como colectivo, para proteger, preservar y/o regenerar nuestros paisajes para nosotros y para las futuras generaciones?
  • ¿Están las Corporaciones Autónomas Regionales incorporando este «Asunto» dentro de los procesos de Planificación y Concertación?

El desafío es grande, pero la responsabilidad es compartida. El paisaje no solo es nuestro legado, sino también nuestra identidad y nuestra conexión más íntima con el planeta. ¿Estamos listos para asumir esta responsabilidad?

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