De la tecnociencia a las tecnopersonas

16 agosto 2024 8:56 am
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Nancy Ayala Tamayo

En el marco de la tecnofobia y tecnofilia ha evolucionado la ciencia. Con distintas narrativas que funcionan como instrumentos para imprimir en las personas una cierta dirección del pensamiento. ¿Qué tan bondadosos son, por ejemplo, los desarrollos de la física, la química, la biología y la informática? ¿Qué papel juegan las ciencias humanas y sociales en este ámbito? ¿Qué papel juegan las artes? Lo cierto es que vivimos en un mundo en el que  la manipulación de la información es la norma. Con los desarrollos de la informática hemos pasado de ser personas a ser  tecnopersonas: vivimos un nuevo mundo entretejido en bits, el tecnomundo. Estas circunstancias  han provocado la aparición de  reflexiones sobre el tipo de ciencia que queremos. 

El pasado 6 de Agosto se llevó a cabo en la Universidad del Quindío la Lección Inaugural del programa de filosofía con el título “Tecnopersonas. Las tecnologías nos transforman”, orientada por Javier Echeverría Ezponda, profesor de la Universidad del país Vasco. En palabras del profesor Echeverría, “el poder tecnocientífico se ejerce desde las «Nubes» digitales y aporta nuevas formas de dominación de las personas, tanto físicas como jurídicas. Dicho tecnopoder tiende a superar el poder de los Estados y genera tecnopolíticas y destructivas tecnoguerras. L@s usuari@s de las tecnologías digitales en red, en su gran mayoría, son sierv@s de los Señores de las «Nubes»”. El patriarcado transformado en tecnopatriarcado.

Y fue el 6 de Agosto de 1945, la fecha en que el mundo conoció un desarrollo disruptivo de la tecnociencia que permitió construir la primera arma de destrucción masiva utilizada en la guerra, la bomba atómica. Se lanzó la primera bomba sobre Hiroshima. Tres días después se lanzó la segunda bomba, ahora sobre Nagasaki. Se calcula que cerca de 210.000 personas murieron por la calcinación de todo lo que la bomba encontraba a su paso. Los pocos sobrevivientes, hasta el día de hoy, han tenido que enfrentarse  a daños en su salud, como cataratas en los ojos, tumores malignos, leucemia o cáncer; entre otros.

La bomba atómica, uno de los caminos conocidos que ha tomado la tecnociencia. 

Como se sabe, para la construcción de la bomba atómica se reclutaron científicos de varios países, trabajo que llevaron a cabo con el nombre de “Proyecto Manhattan”. Se realizó en el contexto de la segunda guerra mundial y en medio de dinámicas de poder para repartirse el mundo, egos personales y alucinaciones autojustificatorias como las del director científico del proyecto, el físico  J. Robert Oppenheimer, quien contaba con el perfil necesario para trabajar bajo el control  del Departamento del Guerra de Los Estados Unidos. 

Dijo Oppenheimer cuando se hizo la primera prueba de funcionamiento del proyecto y ocurrió la explosión: “Recordé la línea de las escrituras hindúes, el Bhagavad Gita: Vishnu está tratando de persuadir al Príncipe de que debe cumplir con su deber y, para impresionarlo, adopta su omniforma y dice: “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos». Y recuerda otra línea de las mismas escrituras: “Si el resplandor de mil soles estallara al mismo tiempo en el cielo, sería como el esplendor del poderoso”

La tecnociencia ha derivado en un  tecnomundo habitado por tecnopersonas. Si la bomba atómica fue un proyecto de ‘devastación dura’, ahora, debido a los efectos ocasionados por las tecnologías digitales en red, estaríamos ante un proyecto de ‘devastación blanda´. Señala el profesor Javier Echeverría en su conferencia de la Universidad del Quindío, que “pese a la apariencia de libertad y autonomía en las redes sociales, el control de las tecnologías, los tecnolenguajes y los tecnodatos son la base de la nueva forma de dominación, que afecta ante todo a jóvenes y niñ@s, cada vez a menor edad. Hoy en día ya desde los 2-3 años”. 

Y agrega datos: 

-Enviar una foto por Instagram conlleva  un consumo energético de 4 bombillas encendidas durante 24 horas. 

-Una sola transacción de criptoarte consume 35 kWh(consumo medio de un hogar americano durante 4 días)

-El Bitcoin ha pasado de 0.9 toneladas de CO2 a 113 en el 2021.

-1$ en Bitcoin  cuesta 0.35 en daños climáticos.

Con la investigadora Lola S. Almendros como coautora del libro “Tecnopersonas”, el profesor Echeverría, proponen reflexiones como las siguientes: “¿Cómo conceptualizar un mundo entretejido en bits? ¿Cómo actuar en el espacio y el tiempo tecnológicos? ¿Hay algún deber en los tecnoentornos? ¿Cuáles son las relaciones de poder que configuran la vida onlife? ¿Qué mecanismos de subjetivación moldean hoy las identidades? ¿Dónde se sitúa la esfera pública en el ecosistema informacional? ¿Es el tiempo de Twitter (ahora X) el cénit de la libertad? Estas son algunas de las preguntas que nos tienen alerta y dirigen nuestro peculiar quehacer filosófico. Y es que, como no entendemos las reglas del juego, no nos queda más remedio que jugar”.

Vale entonces insistir: ¿Qué tipo de ciencia queremos? En todo caso aquella tenga como centro la preocupación y el cuidado por la vida. Como lo señala el filósofo colombiano Carlos  Eduardo Maldonado, aquella que contribuya a la exaltación de la vida. La que piensa en los que sufren, los que padecen, los excluidos, los oprimidos. La que incorpore una bioética que promueva una vida con calidad, una vida gratificante y alegre. 

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