Hans-Peter Knudsen*
El pasado 7 de Agosto se cumplió la mitad del periodo presidencial actual en Colombia y, con esto, se inició la cuenta regresiva. Esta realidad es más profunda y compleja de lo que muchos pudieran dimensionar.Efectivamente, se ha superado el momento en que el equipo de gobierno, y el país entero, pasan del “llevamos x días” al “nos quedan x días”. En estos dos escenarios hay efectos psicológicos y anímicos muy distintos.
Podría decirse, en el caso de quienes han llegado al Gobierno Nacional con la intención genuina de contribuiren los esfuerzos para entregar un mejor país, que se pasa de la energía, la motivación, la ilusión y la alegría de tener un largo camino por recorrer, a una etapa de ansiedad, angustia, presión y de estrés, al saber que cada día queda uno menos para lograr lo mucho que se quiere, y se debe,hacer. Para quienes llegan al poder no para contribuir en la construcción de una mejor sociedad sino para beneficiarse personalmente, seguramente comienza la etapa de querer sacar el mayor provecho posible en el cada vez menor tiempo disponible. Es por esta segunda razón que todos los organismos, organizaciones y entidades de control deben estar más alertas que nunca.
Existe también una cuenta regresiva menos visible, e igual o más importante, que la finalización de periodo de Gobierno. Es la de la preparación hacia el futuro, la que requiere que lo más pronto posible se activen todos los frentes de trabajo y pensamiento para tratar de garantizar que el paso que se dé en el 2026 sea el mejor para nuestro país, y que sea transparente y honesto.
Recuerdo con horror las dos últimas jornadas de elección presidencial en las cuales las diferentes campañas (excepto las que se habían preparado con mucha anticipación, sabiendo claramente lo que debían hacer) buscaban desesperadamente, la noche anterior a la elección, cómo lograr testigos electorales que apoyaran la garantía de unas elecciones limpias y unos resultados fidedignos. En esa búsqueda frenética, irresponsable, tardía e imposible de lograr, terminamos confrontándonos con preocupantes vacíos de control en una de las funciones más importantes de cualquier contienda electoral, la del testigo, que cumple una tarea fundamental. No me cabe duda alguna, aunqueno tengo la certeza de la información fidedigna, de que en muchas mesas actuaron testigos electorales de una campaña siendo realmente militantes de otras, de las organizadas, de las disciplinadas, de las de proyectos de larguísimo aliento y con intereses propios.
Con el espejo reciente de Venezuela creo que estamos en mora (los partidos políticos, los pre-pre-precandidatos, la sociedad civil y la academia) de estructurar procesos serios de convocatoria de testigos electorales potenciales, de implementar programas para su preparación,calificación y entrenamiento, de tal manera que puedan cumplir con su responsabilidad en el marco de la normatividad vigente. Será muy importante podergarantizar la transparencia sobre lo que suceda en la respectiva mesa de votación o, en caso de ser necesario, exigir que se cumpla a cabalidad, para todos los votantes y para todos los candidatos, con lo necesario para lograrefectivamente el deber de elegir libremente y el derecho de ser elegido honestamente.
Esta tarea, y esta RESPONSABILIDAD, no se cumple iniciando un par de días antes. La Registraduría Nacional del Estado Civil reportó, para las elecciones presidenciales del 2022, que el Departamento del Quindío tenía un censo de 490.126 electores potenciales, quienes se distribuirían en 128 puestos de votación y en 1.276 mesas de votación.
El Artículo 45 de la Ley 1475 de 2011 indica: “Los partidos, movimientos y grupos significativos de ciudadanos, que inscriban candidatos a cargos o corporaciones de elección popular o promuevan el voto en blanco, así como las organizaciones de observación electoral reconocidas por el Consejo Nacional Electoral, tienen derecho a ejercer vigilancia de los correspondientes procesos de votación y escrutinios, para lo cual podrán acreditar ante el Consejo Nacional Electoral los testigos electorales por cada mesa de votación y por cada uno de los órganos escrutadores. Cuando se trate de procesos a los que se han incorporado recursos tecnológicos, se podrán acreditar también auditores de sistemas.
Los testigos electorales vigilarán el proceso de las votaciones y de los escrutinios, podrán formular reclamaciones y solicitar la intervención de las autoridades.”
Si el Departamento del Quindío, sus municipios y sus másde 1.200 mesas de votación quieren apostarle a unas próximas elecciones presidenciales que sean ejemplares,en cuanto a transparencia, legalidad y confiablidad, es mejor que comencemos a trabajar desde hoy mismo. De otra manera será difícil cubrir adecuadamente la totalidad del ejercicio democrático.
¡Reflexionar racionalmente es el primer paso para actuar acertadamente!
*Rector Universidad del Rosario (2002-2014), Embajador de Colombia en Alemania (2018-2022)