Petro: a dos años del inicio y a dos de su terminación.

10 agosto 2024 10:30 pm

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Por: José Gustavo Hernández Castaño (*)

A dos años del inicio y a dos de su terminación el gobierno del presidente Gustavo Petro dubita en un mar de incertidumbres.

Diversos medios de comunicación, demasiados analistas políticos, otros tantos académicos y expertos, en diversos campos, se han dedicado a hacer balances de los dos años de gobierno y a prever o vaticinar resultados en el tiempo que le queda.

La mayoría (por no decir todos) coinciden en que el gobierno de Petro arrancó bien con el discurso de posesión y en la conformación de un gobierno de acuerdo nacional, incluyendo en su equipo ministros, con experiencia y conocimiento, dando participación a partidos del establecimiento.

Con este inicio generó demasiadas expectativas, mayores que las suscitadas en campaña. Por tratarse de un líder izquierdista, con esta orientación inicial en su gobierno (sus primeros ocho meses) desconcertó a sus principales críticos desde el centro y la derecha del espectro de la opinión política, como también, y no menos, a los radicales de la izquierda dogmática.

Con demasiada rapidez, los primeros, los que lo acusaban de “chavista”, y que convertiría a Colombia en otra Venezuela, la Venezuela de Maduro, lo empezaron a ver como un gobernante de centro, inteligente, y capaz de dirigir al país, por la línea del centro; los segundos, empezaron a verlo como un socialdemócrata que empezaba a abandonar su orientación de izquierda.

Unos y otros, en medio del desconcierto sabían que, de continuar por esa vía, su gobierno iría a producir demasiados resultados; preocupantes para los primeros, y no, los esperados para los segundos.

Entre los académicos que han hecho balance de los dos años del gobierno Petro, quien fuera su primer director de Planeación, Jorge Iván González, Ph.D. en Economía de la Universidad de Lovaina, Magíster en Economía en la Universidad de los Andes, Licenciado en Filosofía de la Universidad Javeriana, actualmente profesor de la Universidad Externado, en apartes de su balance, ha dicho: “Desde la perspectiva de la planeación, estos dos años de la administración Petro han mostrado la profunda asimetría entre la visión estratégica expresada en el plan de desarrollo, Colombia Potencia Mundial de la Vida, y las decisiones de corto plazo que ha ido tomando el gobierno. Los retos estratégicos se están ahogando en decisiones de corto plazo, que obstaculizan el logro de las apuestas ambiciosas consignadas en el programa de gobierno”

Camilo Cruz Merchán,Politólogo de la Universidad Nacional, doctor en Ciencia Política de la UNAM, investigador en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, en su columna de la revista virtual Razón Pública, ha manifestado:

“Una posible hoja de ruta para valorar al ejecutivo es la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo, autoimpuesta ruta de obligaciones para el gobierno y, sobre todo, marco de aspiraciones del período. 

Los datos oficiales de ejecución la muestran exitosa en el eje de estabilidad macroeconómica, con una ejecución superior al 80 % y una baja ejecución de la meta transformadora de Justicia ambiental y organización de los territorios en torno al agua del 19 %.

En el resto de las transformaciones propuestas por el gobierno la ejecución fluctúa entre un 33 % al 38 %. Dato que sin contrastarse con los anteriores mandatos y con una crítica seria a las formas de definir indicadores de ejecución, tan solo permiten afirmar que el cumplimiento del PND parece haberse concentrado en especial en el aseguramiento de la estabilidad macroeconómica, condición que, si bien implica una gestión responsable en términos económicos, no se traducen en efectos directos en la condición de vida de la ciudadanía.”

Armando Borrero, cofundador de Razón Pública, Sociólogo, Especialista en Derecho Constitucional, Magíster en Defensa y Seguridad Nacional, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, en su balance, refiriéndose a la seguridad ciudadana ha expresado: “Finalmente está el campo de la seguridad ciudadana. El deterioro viene de tiempo atrás, pero el agravamiento de los indicadores y el ahondamiento de las percepciones negativas de la ciudadanía, revelan un estado de miedo generalizado en las ciudades y en sectores rurales donde se asientan actividades ilegales o hay presencia de GAOs.

Al aumento de la inseguridad se suma el deterioro de la justicia, que ha convertido la represión del delito en irrisión. Un delito preocupa de manera especial por su impacto en otras áreas (impacta la economía y afecta el empleo) es la extorsión generalizada en campos y ciudades. Además de la afectación económica y el aumento de la violencia, tiene el efecto perturbador de estimular las autodefensas y propiciar la justicia privada.” 

Detrás de cada gobernante se conforman unos círculos de poder o anillos más cercanos que, casi siempre, pretenden dar cátedra de cómo gobernar, de cómo producir resultados, y en este caso, los cambios prometidos. El gobierno de Petro, no es la excepción.

Creo no equivocarme, si digo que, en ese anillo, triunfó o se impuso la línea más radical de izquierda, la que creyó, y cree todavía, que había que producir cambios rápidos hacia la izquierda, generando en el gobierno tumbos, desaciertos, ausencia de rumbo. El único rumbo el de ellos, el de los dogmatismos y los radicalismos de izquierda, en una total equivocación y una errática lectura de las circunstancias y el momento que vive el país.

Este equipo de aduladores del soberano, este equipo de “soba chaquetas”, este equipo de áulicos, encontraron un caldo de cultivo propicio, en la vanidad, en la arrogancia, en la altivez, en el engreimiento, y en el orgullo del gobernante, rasgos distintivos de la personalidad de Petro, de los cuales es buen ejemplo.

De esta conjugación, de esta mezcla, salió otro gobernante, otro Petro; el Petro que perdió el rumbo, otros llaman el Petro que perdió la agenda y que todavía no ha encontrado. Ese es el gobernante del discurso, el gobernante de los últimos 16 meses que, no quiso avanzar por la vía de un acuerdo nacional, sino que, prefirió regresar a su época de líder opositor; es el Petro que abandonó la mesura y escogió el camino de la confrontación; es el Petro que dejó a un lado su hoja de ruta (su Plan de Desarrollo, su plan de gobierno) cambiándola por la bitácora del día a día en las acciones de gobierno.

Es el Petro de las dualidades, es Petro en el laberinto de las incertidumbres: el que pretende impactar con la retórica en medio de sus discursos, para ocultar sus bajas ejecutorias de cambio, sus no realizaciones.

Es el líder que, en su época, ganó el año (con altísimas calificaciones) como opositor, pero que lo va perdiendo, con bajísima calificación, como gobernante.

Es el Petro, el gobernante en el laberinto de las incertidumbres, dominado por ellas, o confundido por sus asesores.

Como cualquier vendedor de humo, un día lanza la propuesta de “Asamblea Nacional Constituyente” y a los pocos días cambia por “poder constituyente”, dos conceptos parecidos, pero, de contenidos y naturalezas distintas. Idea copiada del teórico o filósofo italiano Antoni Negri, idea que falsean o interpretan equívocamente sus asesores, o él. No han entendido que hablar de “poder constituyente”, en un país polarizado, donde predomina la incertidumbre, generaría mayor división y acentuaría más la polarización.

(*) Magister en Ciencias Políticas

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