Aldemar Giraldo Hoyos
Al cumplirse dos años de la posesión de Gustavo Petro, muchos medios de comunicación y algunos políticos hacen un balance de su gestión, pero, obnubilados por la polarización y el odio, insisten en los desaciertos o errores y omiten, de entrada, logros que influyen en el bienestar del país.
En emisión televisiva, ayer, nuestro presidente enumeró resultados e insistió en que aún falta mucho por hacer, afirmación que concuerda con la realidad de un país comprometido en su gobernabilidad y con numerosos problemas que no son de nueva data, sino que han estado incrustados en la estructura de nuestra historia y de los cuales muchos somos responsables, unas veces, por acción y, otras, por omisión.
No podemos desconocer la bondad de la Reforma Pensional al beneficiar a más de tres millones de ancianos; la reducción de la inflación; el aumento del turismo; la operatividad de algunos corredores férreos; el esfuerzo por una transición energética justa; el aumento del acceso a internet; el incremento de las incautaciones de cocaína; la recuperación de la mesada 14 para los miembros de la Fuerza Pública; la reducción de la deforestación, especialmente, en la Amazonía; la adquisición de más de 150.000 hectáreas de tierras para beneficiar a campesinos y la reducción de la mortalidad materna, como también, de la desnutrición de menores de 5 años. Especial reconocimiento merece el incremento del salario mínimo para el 2024: 12.07%, “con el fin de minimizar la brecha salarial y dar paso a futuras negociaciones que contribuyan a mejorar la calidad laboral de todos los empleados de Colombia”.
Pero, no todo es dicha, el incremento en las pensiones no corrió la misma suerte; sólo alcanzó el 9.28% (Circular No.003 de 2024, expedida por el Ministerio de Trabajo); no han faltado los escándalos de corrupción ( el caso de su hijo Nicolás, el gran escándalo por la presunta corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgos y Desastres; anillos de corrupción en Fomag, Fiduprevisora y Ecopetrol; el expediente del CNE por dinero no reportado a las cuentas; Laura Sarabia, la niñera y el polígrafo; los audios de Benedetti; los contratos en el Mindeporte; el séquito de la primera dama; la presión sobre RTVC; los aportes que llegaron a Colombia Humana, por parte de Santiago Vargas Ramos, conectado con Ecopetrol, etc.
Como puede verse, ha sido muy difícil poner a “funcionar” el cambio prometido; las ilusiones, enunciadas por algunos columnistas, se han truncado, no sólo por omisión del ejecutivo, sino por la feroz “guerra” de la oposición; se quiere sembrar y no hay con quien cultivar; vale más la campaña o el protagonismo político que el futuro del país; faltan dos años y ya están arreglando maletas para llegar a la casa de Nariño. Da la impresión de que el Artículo 106 de la Constitución va a permitir muchas sorpresas; no será raro que en el solio de Bolívar se vaya a montar una entrevistadora o un vaquero adinerado.
Como decía mi abuela: “Lo feo de todo esto es que los colombianos nos interesamos más por la Selección que por nuestro futuro”.