domingo 22 Jun 2025
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Los gritos de independencia del Libertador

2 agosto 2024 10:30 pm
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Jhon Fáber Quintero Olaya

Las elecciones de Venezuela de la semana pasada eran celebradas por toda la región como un grito de independencia. Los años de exilio, de capturas por razones políticas y de tantos cuestionamientos a gobierno del vecino país parecían llegar a su final. Los medios de comunicación ventilaban encuestas en las que la oposición política tenía las mayorías ciudadanas. Por ende, lo único que faltaba era la declaratoria oficial de unción de Edmundo González.

Las filas interminables de personas que concurrieron a las urnas es una de las pocas cosas en las que todos los bandos están de acuerdo. La manifestación del voto fue explicita por parte de los ciudadanos venezolanos, quienes incluso desde la inmigración concurrieron al llamado de su nación. En Colombia se registraron concentraciones y festividades por lo que era sinónimo de esperanza. Las horas pasaron y los resultados no llegaban.

Los candidatos protagonistas en forma previa al dictamen oficial anunciaban sutilmente su victoria, lo cual finalmente fue un presagio de un antagonismo fratricida acompañado de un seguimiento minuciosa de la comunidad internacional. El Consejo Nacional Electoral Venezolano indicó que luego de los escrutinios se colegía que el actual mandatario había sido el destinatario del favor popular por otros seis años. Las celebraciones se enmudecieron y las aseveraciones de fraude prendieron los ánimos en las principales calles de Caracas.

En forma previa el certamen del domingo pasado se impidió el ingreso de diferentes personalidades políticas a la tierra natal de Bolívar. Algunas de ellas no tenían invitación o credencial oficial y otras declinaron en su llamado inicial, como ocurrió con el ex presidente Fernández de Argentina. Brasil y Colombia analizaban sigilosamente el desenlace democrático, pero el gobierno Petro no mandó delegados al trascendental evento vecino.

María Corina Machado, verdadera candidata adversa a la administración actual, en diferentes mensajes de redes sociales y ruedas de prensa advirtió que el presidente electo era Edmundo González y que el CNE había actuado irregularmente. El silencio del órgano electoral y la ausencia de pruebas sobre su declaratoria oficial recordaron su falta de legitimidad y la desconfianza pretérita. Ningún país independiente ha reconocido la victoria del heredero de Chávez, ni siquiera Colombia.

El manejo de la situación por parte del presidente colombiano es, a nuestro criterio, adecuado. El ex senador Petro, pese a sus afinidades, no ha reconocido a ninguno de los actores políticos venezolanos como ganador. El comunicado inicial del Ministerio de Relaciones Internacionales fue cauto y respetuoso del derecho de autodeterminación de los pueblos, pero también de la sombra que se cierne sobre la conclusión de la organización electoral venezolana. El jefe de Estado, en su trino, requirió la publicación de todas las actas que evidenciarán los resultados por mesa. Esta misma petición a principio de semana la realizaron los Estados Unidos de América.

Las conversaciones posteriores con Brasil y México conservan un prudente equilibrio para facilitar el dialogo y evitar más fuego y represión en las calles citadinas de la nación petrolera. Colombia se vería especialmente afectada por una mayor inestabilidad venezolana, teniendo en cuenta la cercanía geográfica y cultural, pero también una eventual migración multitudinaria de héroes buscando un mejor futuro. Creo que la prudencia en este caso no es sinónimo de complicidad, sino de altura, visión racional y oportunidad para encontrar alternativas a la aguda crisis de representación, ejercicio de poder y democracia venezolana. Petro, considero, en esta oportunidad actúa como un verdadero estadista.

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