No más indiferencia

1 agosto 2024 10:30 pm

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Roberto Estefan Chehab              

La política forma parte de la vida diaria, saber en manos de quienes estamos, como nos gobiernan, hacia donde vamos es un derecho de todos los ciudadanos e igual implica un deber ser y un deber hacer. La responsabilidad de vivir en sociedad, pagar impuestos, elegir a los gobernantes y así mismo exigirles resultados acordes con la obligación que asumen al lograr, a través del voto popular, ser escogidos para recibir el bastón de mando no es logro individual, ni mucho menos egoísta: se trata de una decisión publica que supondría esperar el mejor comportamiento de los ungidos con una cuota de poder conferida temporalmente. Entonces ¿porqué los colombianos somos tan pasivos y tolerantes en esos temas? Es verdad que a través de los años ha habido atropellos, robos descarados, escándalos multimillonarios. Es cierto que estamos en un país permeado en todos sus espacios por la corrupción y el cinismo. Nadie niega que el romanticismo inspirador de la subversión hace años cayó: se pudrieron las bases de la revolución y ahora solo existen bandas de criminales, narcoterroristas peleándose entre ellos un negocio que compra casi todas las conciencias, arrasando así en su contienda al pueblo, a los indígenas, a los campesinos y a todo lo que estorbe su criminal proceder. Y entonces, la política que el pueblo cree que es política, en nuestro medio solo se trata de un Tratado de Corrupción voluminoso. Así se la pasan los gobernantes y demás responsables de los poderes del Estado: defendiéndose de todo tipo de barbaridades que ellos mismos provocan y azuzan, enseñándole a su pueblo que la trampa, la calumnia y la inmoralidad son negociables y rentables, que dañar no significa nada si se tiene el poder y el dinero para salir “impunes”. Eso es una porquería. Y en medio de esa basura nos estamos acostumbrado a vivir. Entonces vienen gigantes de afuera, a los que no les importamos como personas ni nación, a pescar en rio revuelto: lo llaman negociar y así tranzan penas, delitos, libertades y cualquier cosa con peligrosa alevosía pues con su poder nuclear amenazan la estabilidad del planeta. Colombia corre los mismos riesgos que Venezuela, de perder su valor mas sagrado: las libertades, la autonomía y el respeto y tristemente, si seguimos en esa indiferencia pasiva e irresponsable, después nadie nos rescatará. Nuestros pueblos creen que el gobierno es como el papá de la casa y hay que doblegarse a su autoridad, aunque sea pésima ¿ignorancia? ¿dependencia? ¿estupidez? Ver como en las narices del mundo están robándose a Venezuela y solo aparecen los Poncio Pilatos. Por favor, es urgente reaccionar y reconstruir antes de que nos veamos deglutidos por el monstruo vecino con la anuencia de traidores a la patria, la democracia, en nombre de un cambio que nunca será como debe ser. Rusia   y China tienen hambre y nosotros solo somos un buen bocado. Piénselo. [email protected] 

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