La poesía se palpa con nuestros cinco sentidos

21 julio 2024 10:30 pm

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Carlos Alberto Agudelo Arcila

La poesía no solo es combinación de palabras, consiste en un medio para exteriorizar emociones íntimas, desarrollar pensamientos idóneos hasta trascender las limitaciones de la expresión cotidiana. Es un acto de resistencia ante la superficialidad del discurso habitual. La palabra poética busca ahondar el meollo mismo de la existencia y transmitir emociones universales conectándose con la experiencia humana en su totalidad.

Este género literario promueve la libertad de creación, cuestiona normas establecidas, es un espacio donde el convencionalismo puede ser desafiado y las verdades ocultas puestas en evidencia.

El poeta genuino, permanece en la búsqueda de nuevas formas expresivas al expandir límites de cuanto es posible enunciar y sentir, es un alquimista del lenguaje, transforma lo cotidiano en lo etéreo, lo mundano en lo trascendental, concibe la poesía como un mecanismo para explorar la condición humana en todo su contexto, observa más allá de las apariencias superficiales e ingresa en los paisajes interiores y exteriores de la realidad compartida.

La poesía tiene el poder de transformar nuestras percepciones y abrir nuevas ventanas hacia la comprensión y la empatía, traspasa lo tangible para explorar los confines de lo humano y lo divino. En cada verso, palpita la intensidad de la vida y el misterio de la existencia, captura instantes efímeros y emociones profundas en un lienzo hecho de metáforas y ritmo. También es un acto de resistencia contra la simplicidad del discurso diario, conecta lo visible con lo invisible, lo tangible con lo intangible. Entreteje sueños, realidades, sombras y luces, crea un perímetro donde el tiempo se suspende y las emociones encuentran su voz más pura y profunda. Nos permite mirar más allá de las palabras, a explorar la belleza en sus múltiples formas y a descubrir la verdad yacente en el silencio. Es un viaje íntimo y colectivo, donde cada lector encuentra su propia verdad y su propio eco en el vasto universo de la expresión poética. Sin duda la poesía es un medio para explorar los límites del habla y la capacidad humana de captar lo inexplicable, su lectura nos debe llevar a reflexionar sobre la interconexión entre la creatividad y la experiencia sensorial, así como sobre la naturaleza efímera y cambiante de la percepción y la expresión.

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La poesía va tras la luz de la sombra, menoscaba el vacío hasta impregnarse de existencia imprescindible, no solo existe en un plano superficial: trasciende las limitaciones del mundo, tiene el poder de llenar abismos con una intensidad y una propiedad insuperable, capaz de elevar la experiencia humana a un nivel más profundo y significativo.

La poesía se palpa con nuestros cinco sentidos, es esférica, sus entrañas son de todos los colores, es un universo sensorial donde cada palabra, cada verso invoca imágenes vibrantes en los sentidos. No se limita a la mera descripción visual o conceptual, se expande hacia una experiencia completa y envolvente, puede ser vista, oída, tocada, saboreada y olida.

En primer lugar, la poesía palpada por los cinco sentidos abre un abanico de posibilidades sensoriales. Cada palabra se convierte en una paleta de colores, pinta paisajes en la mente de quien la lee, donde el rojo del amor apasionado, el gris profundo de la melancolía y el verde fresco de la esperanza se entrelazan en una danza poética. Los versos no solo se escuchan en el descernimiento, resuenan en los oídos con ritmos y cadencias. Es esférica en su naturaleza, escapa de las limitaciones lineales de la prosa para abrazar la circularidad del pensamiento y la emoción. Como una rueda, la poesía no tiene principio ni fin definidos, invita al lector a girar alrededor de ella hasta descubrir nuevos ángulos y significados en cada vuelta. Esta forma de expresión permite temas y emociones desarrollándose de manera orgánica, crea una sensación de plenitud y complejidad.

Las entrañas de la poesía verdadera son de color invisible. Es decir, su esencia no se puede capturar con facilidad ni se limita a lo evidente. Más bien, reside en las capas profundas y sutiles de la experiencia humana, en los pensamientos al fluir sin palabras, en las conexiones en el instante de transgredir lo tangible. El color invisible de la poesía revela verdades universales ocultas bajo la superficie de la vida diaria, transforma lo ordinario en algo extraordinario y lo trivial en vislumbre significativo.

En resumen, la poesía es un medio poderoso para explorar naturalezas intrínsecas y externas a través de los sentidos. Exhorta al lector a experimentar la vida con una intensidad renovada y a descubrir la belleza en cada matiz del universo humano y más allá…

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