domingo 15 Jun 2025
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Una soledad muy íntima

18 julio 2024 10:30 pm
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Roberto Estefan Chehab            

Los individuos tienen una tendencia natural a proteger su privacidad y es seguro que nadie conoce realmente la absoluta intimidad de otra persona. Los “libros abiertos” en las relaciones humanas no existen lo cual no significa un peligro para la lealtad y la honestidad. Cada contexto trae su propia exigencia, cada situación, cada rol tiene características particulares y en ninguna circunstancia puede existir la exigencia de conocer hasta el mínimo detalle de la profunda bitácora de la vida de nadie. Si se trata de un negocio, la claridad, la justicia y honestidad y el respeto alrededor del tema es lo que se espera. Es algo puntual; si se trata de una relación de pareja, deben primar el compromiso y la lealtad, el respeto y el amor a ese reto y su éxito: podríamos reflexionar sobre cualquier interacción humana entendiendo que ninguna exige más allá de lo esencial y por ende en ninguna se puede intentar traspasar los límites de la intimidad del otro. Cuando alguien intenta sobrepasar esa línea, muestra necesidades personales que nada tienen que ver con la circunstancia planteada y ahí surgen los problemas. Una pareja celosa, que demanda explicaciones y justificaciones inadecuadas, por ejemplo, acerca de lo ya vivido, o sea, del pasado, está fallando y no conseguirá nada que sirva. Nadie tiene porqué discutir sobre su propia historia, que además es inmodificable, para tener un buen desempeño en su actual proyecto ¿cómo hace alguien para afirmarle al otro que el sentimiento que existió era una mentira? Si existió, existió y eso no lo cambia nadie:  lo que paso, paso y quizás no tenga ningún significado peligroso para lo de hoy o lo del posible futuro. ¿Entonces, de que sirve celar un pasado o un futuro? Lo importante es centrarse en lo que hoy existe y es real, construir con base en eso tangible y cuidarlo pues quizás ahí este el secreto para una existencia presente plena y amorosa. A eso me refiero con esa soledad como derecho absoluto de todo ser. La soledad de la propia historia, sus emociones, sus errores y aciertos, sus satisfacciones y sufrimientos, sus sueños, sus perdones y sus odios, sus prevenciones, sus apegos y sinsabores todo forma parte de algo que no es compatible con la soledad como un riesgo, ni un castigo: la cuestión es actitudinal; a muy pocos les gusta que se les escudriñe su privacidad aunque muchos, quienes poco respeto se tienen, hablan más de la cuenta dejando en el aire asuntos privados que no pueden recoger después y, aún así, no todo lo cuentan pues es imposible y tampoco todo lo responden al sentirse presionados a mentir, evadir o simplemente callar sobre algo que a nadie más incumbe. Intentar justificarse con otros conlleva fabricar historias paralelas inexactas e injustas al tratar de preservar la propia autoestima, cuando en realidad, lo que es o fue, son asuntos que la conciencia de cada uno tiene bajo su custodia, por mucho que se pretenda confundir al mundo entero. [email protected]   

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