Aldemar Giraldo Hoyos
No quiero posar de periodista o comentarista deportivo, simplemente, voy a tratar de expresar lo que siente un colombiano cuando el equipo que lo representa hace las cosas bien y, además, cuando algunos coterráneos en campo extraño, dejan entrever debilidades que no hemos podido superar a través de los años.
Felicitaciones a los deportistas que nos representaron en la Copa América 20024 (USA); lo dieron todo, sudaron la camiseta y mostraron eso que se llama pundonor deportivo; lucharon como gladiadores hasta el último minuto, aunque fueron superados por una selección con mucha experiencia y recorrido internacional; algo excepcional, lograron la unión de todos los colombianos alrededor de una misma bandera y el mismo ideal. Gran conquista en momentos de gran polarización.
Con este semillero hay que seguir sembrando para futuras gestas; sin embargo, la fiesta fue aguada por algunos desadaptados que quisieron burlar el orden y las leyes del país sede; no se justifica ver colombianos y argentinos tratando de entrar a las instalaciones deportivas (Hard Rock Stadium) como Pedro por su casa; “al mejor estilo de lo que ocurre en el servicio de Transmilenio, un grupo de colombianos intentó colarse en la final de la Copa Conmebol, hecho que trajo consigo el aplazamiento del inicio del partido”.(Patiño: 2024). Según la prensa, algunos no tenían boleta, otros, fueron engañados por la mafia del ticket. Desgraciadamente, al mismo tiempo, en diferentes sitios de Bogotá donde se instalaron pantallas, se presentaron abusos, golpes, desmanes y robos. ¿tendremos algo en nuestro ADN que nos obliga a los atajos, la algarabía y los puños? Tremenda pregunta para los siquiatras, sociólogos y estudiosos del comportamiento humano: No en vano, el día más violento en nuestro país, corresponde al Día de la Madre; una gran paradoja. Algo que sí me vuelve optimista es que todos no somos así a pesar de que hace más ruido un cura pecando que cien rezando.
Sin salirme del tema, me espantaron las imágenes de la televisión que mostraban al presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Ramón Jesurún y su hijo dando golpes en la fila y agrediendo a una guarda de seguridad; fueron acusados de agresión a un funcionario o empleado en el condado de Miami-Dade. Ya fueron grabados con el traje “naranja” y esposados al declarar ante la jueza. ¿Qué podemos esperar de los de abajo si los de arriba dan estos escándalos? Grave error de la FCF al tratar de esclarecer y justificar la conducta de su presidente e hijo; el llamado “impulso paternal” no justifica el uso de la fuerza; si las cosas fuesen así, “un crimen pasional justificaría actos de violencia, específicamente, hacia las mujeres” (Juvinao:2024).
Como decía mi abuela: “El palo no está para cuchara”.