Óscar Alberto Montoya Jaramillo
Dicen los opinadores, que uno de los mayores retos de un escritor de columnas de opinión, es “titular”. Esta vez no fue la excepción. Titular un escrito, relacionado con un terruño que llevas en el corazón desde tus mayores y donde adicionalmente has encontrado amigos sinceros, no es nada fácil, sobre todo si lo que vas a escribir, es una crítica a esos gobernantes y “líderes” cívicos y empresariales.
Hecha esta claridad y superado ese momento complejo, vamos al grano, como dijo el dermatólogo.
Y es que, en el Quindío, no nos cuesta nada “enredar las cosas”. Aquí reinan el CVY, el “vaya a la casilla 4 a que le sellen ese papel y vuelva a hacer la fila”, aquí reina la tramititis, aquí mandan unos “líderes” que se aposentan en los cargos como si fueran de su propiedad, aquí para toda solución, hay un, “pero es que”. ¡Aquí todo cuesta! ¡Aquí la palabra tiene fecha de vencimiento!
Por razones de mi trabajo como consultor, he recibido de empresarios de primer orden nacional, respuestas como esta: “no nos interesa Armenia, muchas gracias por tenernos en cuenta, pero estamos orientados hacia Pereira”.
Por razones de confidencia con una colega, se me han compartido chats en los cuales se referían a una empresa que pudo haber instalado su planta de extracción de aceite de aguacate, considerada entre las más grandes del mundo, en Armenia y prefirieron instalarse en Pereira. Me refiero a “SOVENA”. Copio textual: “Hola Oscar (otro Oscar, no yo), en el Quindío es muy caro montar empresa, cobran por todo, de la Cámara de Comercio para abajo, por eso prefieren Risaralda”.
Alguien muy reconocido aquí en el Quindío, me compartía durante un “tinto con conversa” el pasado viernes: “mi esposo lleva seis meses (con mi ayuda), tratando de conseguir una licencia para instalar en un predio de su propiedad en tal sitio, una planta de tratamiento de aguas, y eso que tiene mi ayuda y yo puedo hablar con el alcalde”.
Aquí, en la CRQ, se te pueden tomar cuatro, cinco, seis, siete y hasta diez AÑOS, para “hacerte el favor” de darte un permiso de vertimiento.
Aquí, el IGAC no funciona y puedes tomarte seis años en solucionar un tema de linderos en un condominio.
Aquí, el gobernador asiste a una reunión con una Junta de Acción Comunal, y puede sentarse con el teléfono en la mano, a chatear desde la mesa principal de la reunión (tengo fotos como evidencia).
Aquí, llevo dos años tratando de que “ALGUIEN” se digne autorizar y enviar a “OTRO ALGUIEN” a que tale unos árboles que están sembrados dentro de una carretera y significan un peligro porque superan en altura, líneas de transmisión eléctrica. Vale la pena anotar que vivo en una zona de alto nivel de actividad de tormentas eléctricas.
Aquí, el vecino no tiene inconveniente alguno en “tirarle su camioneta Nissan color gris plata” a la “paletera” que le pide que por favor espere en la fila, porque no hay paso, debido a que la mezcladora de concreto esta vaciando el concreto con el cual le están construyendo las cunetas a la nueva carretera asfaltada, de acceso a su finca.
Aquí, el propietario del predio no mantiene limpias las cunetas acabadas de construir frente a su finca, necesarias para mantener la vía en buen estado y garantizarle la vida a la nueva carretera.
Podría extenderme con miles de “aquíes” y este escrito se haría extenso en ejemplos y páginas que lo harían aburridor para el lector.
Por ello el título de este escrito: ¿Será posible superarnos?
Ahora bien, amable lector, si usted tiene más “aquíes” comente su caso. De pronto nos superamos algún día, o nos damos al dolor y les pedimos a los pereiranos que nos unan con ellos.