Guillermo Salazar Jiménez
El lenguaje intenso, directo y la prosa agitada, poética, para describir los secretos de la selva, muestran su poder de infierno y muerte; agregó Juanita Lectora también de belleza y vida. José Eustasio Rivera, como ser humano, con sentimientos encontrados, describe los desafíos trágicos del hombre contra la naturaleza salvaje y voraz. Por otro lado, se advierte la selva interior de Arturo Cova, es decir sus sentimientos de amor y odio. Juanita consideró que Rivera utiliza su poder narrativo para retratar la manigua de la selva y contrastarla con la espesura que anida en el interior de los corazones del ser humano. Tal contraste se legitima en los sentimientos aflorados en Arturo Cova con el amor-odio por Alicia. En general por las mujeres que surgen en la novela, como Clarita, Griselda y La Madona.
En la primera parte de la novela, comentó Rusbel Caminante, se descubre el amor romántico y la felicidad con la cual los enamorados lo comparten. No exento de remordimientos…” era el lenitivo de mi congoja, la compañera de mi pesar, porque ella iba también, como la semilla en el viento, sin saber a dónde y miedosa de la tierra que la esperaba.” Esto pensó Cova y dos párrafos adelante, página 15, Alicia le responde: “El amparo que ahora te pido no es el de tu dinero, sino el de tu corazón”. Cova, afirmó Rusbel, expresa su desesperanza al finalizar la primera parte de la novela, página 91, “¿Qué restaba de mis esfuerzos, de mi ideal y mi ambición? ¿Qué había logrado mi perseverancia contra la suerte? ¡Dios me desamparaba y el amor huía!¡En medio de las llamas empecé a reír como Satanás!
Rusbel comentó sobre el dolor de Cova por no saber si era amor u odió lo que sintió y siente por Alicia; en la segunda parte de la novela Rivera narra, como auto consuelo de Cova, su lucha contra sentimientos revueltos en su interior. La derrota emocional de Cova y la desesperanza por el futuro sin Alicia, adicionó Rusbel, se aprecia en página 112, “El fantasma impávido del suicidio, que sigue esbozándose en mi voluntad, me tendió sus brazos esa noche; y permanecí entre el chinchorro, con la mandíbula puesta sobre el cañón de la carabina.” O, igual de trágico, pero más directo en la página 123, afirmó, “¡Maldita sea mi estrella aciaga, que ni en vida ni en muerte se dieron cuenta de que yo tenía corazón!”.
En la última parte de la novela Rivera fotografía el horror sufrido por los caucheros y la crueldad de la ambición por el dinero, opinó Juanita Lectora, en medio de venganzas y traiciones, Cova idealiza perdonar y volver con Alicia. Sin embargo, su recuerdo renace en medio de su sufrimiento interior para soñar con otros sentimientos de su mujer, Cova confiesa en la página 227, “Hoy, como nunca, siento nostalgia de la mujer ideal y pura, cuyos brazos brinden serenidad para la inquietud, frescura para el ardor; olvido para los vicios y las pasiones”.