Jhon Fáber Quintero Olaya
Uno de los ministros más sobresalientes que tuvo el presidente Gustavo Petro fue el profesor Néstor Osuna. Desde su visión liberal del derecho impregnó la política púbica de la necesidad de dignificar al ser humano en todas sus dimensiones en el difícil ejercicio del quehacer estatal. Bajo su liderazgo se sacó adelante la jurisdicción agraria o el reconocimiento de los campesinos como sujetos de especial protección constitucional. Dos legados que tendrán consecuencias importantes en el porvenir tanto a nivel social como jurídico.
El saliente titular de la cartera de justicia fue sincero en sus exposiciones y debates por lo que le cayeron rayos y centellas de quienes no entienden que la justicia es más que una visión criminal de la conducta humana. En cierto debate parlamentaria el doctor Osuna indicó, con acierto, que algunos delitos no deberían estar en el código penal como la inasistencia alimentaria, por cuanto se trata más de una controversia civil. Este laboratorio demuestra los errores legislativos del pasado, a partir de los cuales se creyó erróneamente que con incrementos punitivos y más enunciados delictuales tendríamos una mejor convivencia. Esta fórmula por experiencia sabemos que no funciona, pero a quién se atreve a decirlo lo lapidan sin piedad.
La necesidad de una visión diferente y un nuevo enfoque en la justicia fue una de las reflexiones constantes del doctor Osuna, quien constituyó un grupo de expertos, desde diversos matices ideológicos, para la construcción de una iniciativa en esta materia. La idea trasciende al proceso penal y está enfocada a cuestiones estructurales de este relevante servicio público que debe seguirse poniendo a tono con la tecnología y la inteligencia artificial. El fantasma de la celeridad del proceso pasa por la oralidad, la virtualidad, las plataformas digitales y ahora por las recientes creaciones del siglo XXI.
Por ende, nadie cuestiona que la justicia necesita un cambio más neurálgico a los pretéritos, en tanto la simple burocracia no va a absolver la creciente demanda judicial en Colombia. Tampoco a través de más funcionarios se logrará que los niveles de impunidad disminuyan en materia penal, puesto que la causa central del represamiento punitivo está en la ausencia de justicia premial y de la aplicación de los medios alternativos de solución de conflictos. Impunidad no es inocencia, sino que un conflicto jurídico no se resuelva.
Las cárceles, por ejemplo, no pueden albergar más ciudadanos en la medida que el hacinamiento es tan histórico como las preocupaciones por mejorar la justicia. Desde hace años el Estado se encuentra en mora de mejorar los establecimientos penitenciarios y carcelarios, así como en la distinción entre imputados y condenados. El Ministerio Público en el Quindío articuló y lidera en diferentes instancias la dignificación de quienes se encuentran privados de la libertad, pero la realidad nacional es un tanto distante de lo que la Procuraduría consiguió en este territorio. El doctor Osuna fue protagonista de primer orden en ese trabajo mancomunado.
La designación de la doctora Ángela María Buitrago como nueva Ministra de Justicia continúa la senda de nombramientos de personas que conocen el sector, provienen de la academia y del mundo judicial. La ternada a Fiscal General de la Nación cuenta con una hoja de vida interesante y una experiencia que generan optimismo frente a sus retos en esta cartera. La despenalización del concepto de justicia, la actualización de este servicio público, la dignificación de los usuarios y ciudadanos, así como el fortalecimiento de la autonomía e independencia judicial pasan por este Ministerio. El Ministro Osuna batalló por el humanismo y deja un significativo legado que estamos seguros será afianzado y fortalecido por su sucesora.