Libro: Mi padre, Germán Castro Caycedo

4 julio 2024 12:05 am

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El nombre de Germán Castro Caycedo está vinculado a algunos de los momentos más importantes y memorables del periodismo y la historia de Colombia. Durante sesenta años, como periodista y escritor, recorrió el país a la caza de historias más allá de las estrechas oficinas de redacción, para compartir con sus lectores y televidentes las diferentes naciones culturales colombianas. Entrevistó a todo tipo de personajes y abordó diversos temas, desde hechos de actualidad o ignorados por la prensa, hasta denuncias de abusos o investigaciones controversiales. En televisión, fue pionero con su programa Enviado Especial en el que, durante dos décadas, mostró la Colombia profunda y olvidada. Sus veintiséis
libros de literatura de no ficción han dejado huella por su destreza para relatar sucesos
complejos.

Tres años después de su fallecimiento, Catalina, su hija, narra en este libro profundamente emotivo la vida y el legado de su padre. Es un testimonio de amor filial, pero también un relato basado en una minuciosa investigación de casi una década, que ella comenzó de la mano del propio Germán Castro Caycedo. Por medio de cartas, recuerdos personales, anécdotas y conversaciones, la autora nos invita a hacer un viaje íntimo que recorre la historia de su padre desde su nacimiento en Zipaquirá, en 1940, hasta su fallecimiento en Bogotá, en 2021. Este es un paseo por su prolífica carrera en toda su complejidad.

«La vida es un círculo. Sí, papá: un alacrán que se muerde la cola. Escribiste mi nacimiento, mi matrimonio y los nacimientos de mis hijas. Ahora yo debo cerrar el círculo y relatar tu muerte para perpetuar tu vida». Dice Catalina Castro, hija de Germán y autora del libro.

«Mi padre, Germán Castro Caycedo no es solo una biografía, es la celebración de la vida de un hombre empírico, que vivió con intensidad y ejerció el periodismo con pasión».

Fragmentos del libro

“Desde que era niña, pensaba en la desaparición de mi padre con frecuencia. En seis décadas de ejercicio profesional, Germán Castro Caycedo se consagró como uno de los periodistas más prolijos e importantes de Colombia. Su sed de conocer y transmitir y su trabajo independiente y honesto lo llevaron por todo el país a la caza de historias; iba siempre hasta el lugar donde sucedían los hechos y procuraba hablar con todos los implicados, sin importar su origen, bando o filiación. Pero para mí él era, ante todo, mi padre, y la certeza de que en algún momento tendría que enfrentar su ausencia se había convertido en una obsesión que me paralizaba y me carcomía. En los últimos años, a ese temor se le había sumado una nueva ansiedad: la urgencia de contar su historia”.

Página 22

“Papá: heme aquí, más un pájaro disparándole a la escopeta que tu mariposa definida; inventándome un oficio por ósmosis, pero con la emocionante tarea de recorrer tus pasos, y algo de los míos, a tu lado. De buscar respuestas y contar las historias detrás de las historias, la obra y la vida de un hombre que se hizo solo. Aquí reúno fragmentos, palabras, conversaciones, hechos de tu vida, signos de tu existencia, y de lo que de ella compartí contigo, pues también hace parte de la mía”.

Página 29

Primera parte, Juventud y vocación

“La agonía de quienes amas te despoja de ti. Tengo la certeza de que es un sentimiento universal, no soy la excepción. Viéndolo allí quise estar en su lugar, grité en silencio hacia mis adentros: “¡Muerte, llévame a mí, arráncale el sufrimiento, y de paso quítamelo a mí! Si no puedo seguir caminando a su lado, no quiero nada. Anhelo nuestros mejores días, escuchar su voz al teléfono cada tarde, necesito sus palabras y silencios. Muerte, llévame a mí. ¿Cómo decirle que puede irse en paz y, a la vez, pedirle que se quede a mi lado?”. Las niñas y la abuela entraron con sus fiestas y algarabía, sacándome de las profundidades de la tierra. Lo peinaban. Él hacía bromas. Ellas lo acompañaban con la trompeta del abuelo, con sus tambores y sus risas lo animaban. Un atisbo de la vida normal a su lado.

“Envejecer es regresar a la infancia —pensé—, pero con dolor y un cuerpo desgastado”. La vida es un círculo. Es volver a depender de otros, perder la autonomía y la privacidad. Al verlo allí, desamparado, lo imaginé niño”.

Página 46

“Mi padre fue el guardián de un pasado lleno de pasadizos secretos y zonas inaccesibles, inexactas. Al comenzar este trabajo, entendí que su falta de atención, o su pérdida paulatina de la memoria, podría estar ligada a ese empeño en olvidar; en negar el pretérito para abrirle el paso al presente. Por eso abandoné pronto la idea y, arbitrariamente, decidí que esta empresa sería un viaje del que yo algunas veces sería partícipe y, otras, observadora. Como toda aventura, esta tiene un principio y un final. Pensar en la primera parte de su vida me emociona, pues allí nace el punto de fuga que lo impulsaría a convertirse en quien fue; a forjarse la vida que tuvo, aunque las probabilidades fueran escasas. En su infancia y juventud yace el mito fundacional y, como dijo Pitágoras, “el principio es la mitad de todo”. Por eso, lo mejor que pude hacer fue comenzar por ahí”.

Página 47

“Germán solía decir que fueron dos mujeres quienes determinaron su vida profesional: su madre y su esposa. “La formación que nos dio mi madre, la necesidad de la lectura y del estudio. Gloria, la gran compañera de mi vida, [es] mejor periodista que yo”. En una de nuestras charlas de 2019, me dijo al respecto: “Cuando la conocí en El Tiempo, me atrajo primero su belleza, luego con dos o tres charlas
me enamoré de su inteligencia, pero, además, del periodismo que llevaba por dentro.

Eso fue muy influyente para mí. Su profesionalismo y su visión fueron un complemento extraordinario en mi carrera. Su criterio frente a ciertos temas y su manejo del idioma”. Solía referirse a ella como una mujer culta y con mucha personalidad, y afirmaba que había jugado un papel decisivo en su vida. En efecto, Gloria fue su mejor crítica. Cada manuscrito que Germán escribía pasaba por sus manos antes de entregárselo al editor. Tituló la gran mayoría de sus libros y compartió con él su visión del país, del mundo y del oficio. Se compenetraron en lo intelectual y en lo cotidiano, con tal sincretismo y complicidad que abrieron un camino muy a su manera”.

Página 109

Un cazador del destino

“Entonces nació en él la “ilusión lógica”, decía, de llevar al formato televisivo el tipo de periodismo que venía ejerciendo desde hacía casi una década en El Tiempo; uno que implicaba investigar, planificar y meterse el país dentro de la cabeza para luego poder plasmar cada sentimiento, situación, voz y problemática”.

Página 117

“Para Germán, tener a Fernando Gómez Agudelo frente a él, escuchando sus ideas, lo que imaginaba lograr a través de las cámaras y el impacto que podría tener en el país, era el sueño más inconcebible. A pesar de la frialdad inicial de Fernando, fue “amor a primera vista”. Había entendido perfectamente la visión de Germán y se motivó:

—Vente para RTI —le ofreció finalmente. Fernando decidió que el programa se llamaría Enviado Especial.
A pesar de su frialdad inicial, aquella conversación sería la primera de múltiples coincidencias que los unirían durante años de una sincera, larga y respetuosa amistad”.

Página 118

“Yo había hecho una revisión exhaustiva del archivo y había visto los 48 episodios que se conservan de Enviado Especial, desafortunadamente son muy pocos. Además de la variedad de los temas y la profundidad con que los exploraba, me sorprendió la vasta extensión del territorio nacional que llegó a cubrir, poniendo siempre la paz, la defensa de la naturaleza y las necesidades del ser humano en el foco de su atención y preocupación”.

Página 136

“A principios de 1978, tras un año al aire, Julio Sánchez Cristo entró al equipo. Además de un amigo entrañable, él sería clave en la transición del cine al video en la televisión colombiana, así como en la transformación del formato, la imagen y la producción de Enviado Especial”.

Página 141

—Yo conocí toda Colombia con Germán —dice Julio—. Cuando te digo toda Colombia es toda.

Selva

“En marzo de 1976, un mes antes de su matrimonio, Germán cumplió con Enviado Especial su sueño de mostrarle la selva al país. Desde el comienzo, él se había empeñado en sacar las cámaras del estudio y esta sería la primera vez que la televisión mostraría este lugar. Su empeño les permitió superar la dificultad que implicaba rodar en extramuros en aquella época, en particular, en un medio tan difícil”.

Página 237

Con esas primeras emisiones de Enviado Especial, Germán abrió el camino para que otros realizaran producciones similares fuera de estudio.

“El propósito de esta segunda emisión, “La selva”, era conocer y mostrar las condiciones de vida de las comunidades indígenas a raíz de la explotación del caucho y de la colonización, como lo había hecho en El Tiempo y en Colombia amarga. Con imágenes de selva virgen acompañadas de sonido ambiente (que a veces consistía en meter la grabadora de Germán dentro de un caparazón de tortuga envuelto con resina que los indígenas rozaban con los dedos), presentaron a los televidentes “esta floresta tropical húmeda con parte de sus costumbres exóticas, rasgos de culturas indígenas desconocidas y por tanto
despreciadas, la soledad de las fronteras, la riqueza ecológica y su destrucción inminente”.

Página 243

“Atrapado nuevamente, decidió tirar del hilo e irse cuanto antes para el Amazonas, que, en ese momento, era un lugar abstracto e infinito, a la caza de la historia de Julián Gil. Así empezó a delinearse Perdido en el Amazonas. Germán tomó un vuelo comercial hasta Leticia, donde debía buscar la manera de alcanzar
La Pedrera, adonde no llegaban los aviones. La solución fue esperar ocho días una embarcación que bajara por el Amazonas y navegar hacia el oriente otros doce días hasta la desembocadura del Caquetá, otro río gigantesco, bien adentro del Brasil. Allí tuvo que esperar varios días más a que apareciera otra embarcación, en la que navegaría por el Caquetá, aguas arriba, durante veintidós días”.

Página 251

Sin pelos en la lengua

“Germán jamás tuvo pelos en la lengua para denunciar lo que no funcionaba, la corrupción, los abusos, el abandono del Estado, la violencia, la pobreza, la injusticia social y ambiental. Lo hizo sin tapujos, defendiendo causas justas y su bandera de periodista independiente, y aquello lo puso muchas veces en el ojo del huracán. Fue sujeto de injustificadas infamias, que atentaban contra lo que él mismo calificaba como su mayor patrimonio: la credibilidad.

Sin embargo, defendió a capa y espada su independencia y nunca cedió ante presiones de ningún bando y siempre quiso escuchar a todas las partes, lo que lo convertía en un blanco fácil. De ahí esas noches de terror que pasábamos Gloria y yo a la espera de su llegada”.

Página 386

Colombia más amarga

“El escritor Marcos Giralt Torrente usa el funambulismo como una metáfora de esa dualidad entre querer afrontar la realidad, anunciar la muerte y decir adiós, y no hacerlo. La imagen es de lo más acertada, excepto que, a diferencia del funambulista, estás sobre la cuerda floja sin ningún entrenamiento para mantener el equilibrio. No sabes cómo hacerle saber a ese ser amado que aceptas que ya no es de este mundo, que lo que deja atrás seguirá funcionando y que puede irse en paz.

De golpe, te encuentras con que esos ojos que brillaban al verte o se emocionaban con la belleza de las cosas pequeñas, ahora lucen vidriosos, desorbitados, abandonados por la vida. Es ahí cuando dices que ya no libra la batalla y que debes decírselo. Entonces recuerdas su temor a la muerte y te acobardas, diciéndote que no puedes ser tú quien le anuncie que llegó la hora. En tu propia lucha por no caer, creas universos paralelos en los que cabe la esperanza. Aunque eres consciente del engaño, tampoco te permites la palabra muerte. Haces perdurar la ilusión del instante, porque en él su vida aún es eterna”.

Página 474

“A principios de los años ochenta, cuando el negocio del narcotráfico aún no había alcanzado su mayor despliegue y la guerra que ocasionó no llenaba todavía las páginas de los diarios, Germán le dijo a Gloria:

—Esta va a ser la verdadera revolución en Colombia. Al regresar a los lugares que visité hace años, veo, a escalas más o menos importantes, las transformaciones que ya comienza a causar el narcotráfico. Pero creo que es apenas el principio. El narcotráfico va a permear todas las capas de la sociedad colombiana: la militar, la política, la judicial, la económica, la agrícola, la del poder… y, además, todos los actores armados. Se van a transformar los valores y los ideales, va a afectar igualmente al medio ambiente. El narcotráfico va a revolucionar nuestra historia y la concepción del país y del mundo. Espérate y verás, te
acordarás de mí. Su visión fue acertada”.

Página 546

Sobre Catalina Castro Blanchet

Nació en Bogotá en 1977. Creció en medio de la literatura y se empapó de la realidad colombiana desde temprana edad, gracias a sus padres, los periodistas Germán Castro Caycedo y Gloria Moreno. Estudió Arquitectura en la Universidad Javeriana en Bogotá y Restauración de Monumentos en la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Cartagena de Indias. Tras ejercer en el país durante cinco años, en 2004 viajó a Francia para completar sus estudios, pero el amor y el destino quisieron que se radicara allá y ejerciera su profesión de manera independiente en París desde entonces.

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